Ayer se anunció una nueva inversión de VW en su planta de Pacheco. El SMATA es uno de los gremios que acordó modificación de convenios para imponer más flexibilización laboral entre sus afiliados.
Sábado 11 de noviembre de 2017

Este viernes, desde la planta que la multinacional alemana Volkswagen tiene en Pacheco, Mauricio Macri volvió a repetir las frases hechas que configuran lo esencial de sus discursos.
"Recuperamos una herramienta que es fundamental para nuestro futuro que es la capacidad de dialogar”, afirmó el presidente en un acto que sirvió para anunciar una nueva inversión de esa patronal por U$ 650 millones.
En primera fila, lo escuchaba Ricardo Pignanelli, dirigente del SMATA desde la muerte del histórico José Luis Rodríguez, quien fuera colaborador en la actuación de la Triple A durante el último gobierno de Perón.
Pignanelli tiene su propio historial represivo, más cerca en el tiempo. Es el dirigente que encabezó el brutal ataque contra los trabajadores de la autopartista Lear y su comisión interna en 2014. En ese entonces, las patotas armadas desde la conducción del SMATA actuaron en común con las fuerzas represivas para atacar a los y las trabajadoras que luchaban por su reincorporación, así como a las organizaciones solidarias que los apoyaban.
En las pasadas elecciones, el secretario general del SMATA le dio su apoyo a la expresidenta Cristina Fernández. Esto no debería sorprender a nadie. Durante el ciclo kirchnerista el SMATA fue uno de los gremios más cercanos al gobierno nacional.
Al igual que varios de sus congéneres –como Andrés Rodríguez (UPN) o Gerardo Martínez (UOCRA)- Pignanelli no tiene problema en ser oficialista bajo todas las gestiones.
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La (más que) buena sintonía entre el presidente Macri y Pignanelli no es nueva. Hace pocos meses, durante la inauguración de un sanatorio de ese gremio en la Ciudad de Buenos Aires, el secretario general del SMATA había hecho callar a sus propios afiliados, que habían silbado al presidente. Un símbolo de alineamiento más que evidente.
Pero la buena sintonía tiene sus razones. Al igual que ocurrió durante los años kirchneristas, la conducción del SMATA ha estado entre las primeras en aceptar modificaciones en el convenio colectivo destinadas a precarizar y flexibilizar las condiciones de trabajo.
En marzo pasado, el gobierno nacional firmó, junto a las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, las terminales, autopartistas, Adimra, Smata y UOM, el acuerdo conocido como “Un millón de vehículos".
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En el mismo, entre otras condiciones, se establece el objetivo de disminuir el ausentismo al 5 % para 2019 y al 3 % para 2023. Se trata, para decirlo abiertamente, de un mayor apriete sobre los propios trabajadores. Este acuerdo, junto al firmado con la conducción de Petroleros por Vaca Muerta, fueron presentados por el gobierno como “ejemplos” durante meses.
La actual contrarreforma laboral que el gobierno presentó para negociar con la CGT y ser tratada en el Congreso, implica profundizas y extender las políticas destinadas a flexibilizar y precarizar las condiciones de vida de la clase trabajadora.
Hace pocos días Pignanelli habló en contra de una reforma laboral, afirmando que “no era útil”. Pero a las palabras se las lleva el viento. El dirigente que este viernes volvió a posar sonriente junto a Macri, no va a garantizar por sí mismo enfrentar ese ataque.
Este jueves, desde el sindicalismo combativo empezaron a coordinarse para avanzar en enfrentar este brutal ataque. Allí “se exigió a la CGT que abandone la tregua que sostiene con el Gobierno, que no negocie nada contra los intereses de los trabajadores y que convoque a un paro y plan de lucha contra el Gobierno y las patronales que insisten en implementar total o parcialmente esta reforma que nos conduciría al siglo XIX”. La misma exigencia corre también para Pignanelli.
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