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Red Internacional
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ECOS DEL “CLÁSICO” NACIONAL. ¡Robo en el Azteca!

Esa fue la respuesta inmediata de la oficina de comunicación del América y la primera respuesta de los periodistas del grupo Televisa ante el duro descalabro que sufrieron luego de una ruidosa campaña en sus medios pronosticando la goleada que nunca se dio. Mientras tanto, Ayotzinapa se hizo presente en el Azteca.

Raúl Dosta

Raúl Dosta @raul_dosta

Miércoles 30 de septiembre de 2015

Desde el minuto 87, cuando el asistente del árbitro central, levantó su bandera para indicar de manera incorrecta posición adelantada anulándole el gol a Oribe Peralta. El lloriqueo de los comentaristas de Televisa no paró hasta el silbatazo final al minuto 95.

La apreciación era muy difícil de juzgar y los “expertos” comentaristas se olvidaron que, como suelen decir cuando narran partidos entre otros equipos, hay que ser comprensivos ante las dificultades que tienen los hombres de negro para observar con justeza una jugada difícil como esta, ya sea por la posición del árbitro central, que muchas veces es tapado y no puede apreciar los contactos, o el abanderado que desde la línea lateral no puede advertir el momento justo del pase adelantado y así determinar la posición correcta o no de los delanteros. Son los mismos que callaron ante los penales ficticios con que México avanzó ante Costa Rica y Panamá en la pasada Copa Oro.

Por cierto, en la misma jornada el “Hobbit” Bermúdez cometió una fechoría abominable cuando falló un remate a la altura del manchón penal, la pelota se le fue entre las piernas mientras abanicaba grotescamente, y entonces recurrió a la simulación, tirándose al suelo y quejándose como si en realidad lo hubieran golpeado, el árbitro marcó penal a favor del Puebla y los comentaristas de los resúmenes nocturnos apenas si mencionaron el error arbitral, sin mayor cuestionamiento al jugador tramposo o al nazareno complaciente.

Pero esta vez se trataba del equipo de Televisa y ese gol habría significado una enorme tabla de salvación, no solo para el equipo que así habría evitado la dolorosa derrota deportiva, sino para todo el aparato mediático de los dueños del balón, que desde hace tres semanas lanzaron una fuerte campaña para denostar a las Chivas, “calentando el ambiente” dirán ellos. Pero el triunfo del chiverío significaba una derrota mayor para la labor de posicionamiento mediático con fines meramente comerciales que lleva a cabo dia a día el consorcio de radio, prensa, televisión abierta y de paga (por cable y por satélite) y páginas de internet que maneja el imperio de la familia Azcárraga.

Los ataques desmedidos

Comenzaron con la sustitución del Chepo De la Torre por el joven entrenador argentino Matías Almeyda. Dejaron de pegarle al Chepo por los malos resultados y su estilo de juego poco atrevido. Pero llegó Matías, de una mala manera como acostumbra Jorge Vergara y, además del escándalo por el injusto trato a los hermanos De la Torre, los medios despotricaban acerca de cómo aquél se atrevía a poner a un entrenador inexperto y tan solo a dos partidos del Clásico, lo cual sólo le garantizaría a la derrota. Lejos de caer en el juego de los medios Almeida hizo mutis, se encargó de reorganizar lo que dejó su antecesor y dio resultados: tres victorias consecutivas.

Los árbitros parciales

Los “expertos” también le pegaron a Marco Fabián por hacerse expulsar quedando así fuera del Clásico el mejor jugador de Chivas, bueno, si ellos lo dicen. Lo que no dijeron es que salió expulsado con una ayudadita del árbitro, que dio roja directa a una falta apenas de amarilla.

Para los aficionados que vienen siguiendo el futbol mexicano por años, resulta “normal” esta forma de actuar de los hombres de negro y se quejan de esta forma de debilitar al enemigo, expulsando jugadores clave con una o dos semanas de anticipación. Por si fuera poco, ya en la cancha es común verlos sacar tarjetas amarillas, recién comenzado el juego, a uno o dos jugadores en jugadas que no lo ameritan y esperar a que al poco rato incurran en otra amarilla, para armar así una expulsión temprana y, bueno, la lista de agravios es larga.

Así el América es visto por la gente como el principal beneficiario de la parcialidad de los árbitros pero, para su mala fortuna, el Clásico se jugó en una coyuntura especial en la que la credibilidad de éstos se ha puesto en entredicho por las declaraciones del ex árbitro Erím Ramírez, recién despedido, quien dio cuenta de las instrucciones que reciben para “tratar bien” a tal o cual jugador y favorecer a algún equipo incluso mediante “guiones escritos”. En ese marco, Fernando Guerrero, el árbitro del partido en el que todo México estaba poniendo atención, tenía que hacer un trabajo lo más correcto posible.

¿Y el partido?

Finalmente, tenemos que decir que lo que dijeron comentaristas, y que avalan jugadores y entrenador, es resbalar su responsabilidad deportiva en dicho partido. 95 minutos de juego inoperante no pueden ser ocultados, por una jugada de 30 segundos, que se resolvió en su contra. El resto del partido exhibió a un equipo acostumbrado a jugar en marco especial, cobijado por los medios, los árbitros, los directivos de la FMF, etc. Como bien dice José Ramón Fernández: todos ellos pagados por un mismo patrón.

Llegaron las Chivas, se partieron el alma, llegaron poco, metieron dos goles y cuando perdieron a Salcido por justa expulsión, defendieron a piedra y lodo su ventaja. Las Águilas, por más que atacaron no pudieron con la defensa heróica tapatía, atacaron mucho pero con pocas ideas. Al final Nacho Ambríz metió, desesperado, al novato Rosel, para que se tirara un par de panzazos en el área pero, ¡qué mala suerte! Esta vez no había un “buen” árbitro que se los marcara como penal. Mala suerte, Televisa.

Colofón,
Es reconfortante que en medio de la parafernalia pambolera, las porras de ambos equipos llevaran pancartas demostrando a que a un año de la desaparición forzada de los jóvenes estudiantes de Ayotzinapa, este crimen está instalándose en la conciencia nacional y los responsables no tendrán respiro hasta aparezcan.