La biografía de Rosa Luxemburgo está atravesada por tantos acontecimientos históricos que podría ocupar el guion de varias películas. A los 15 años comienza su militancia socialista.
Josefina L. Martínez @josefinamar14
Viernes 23 de diciembre de 2016 14:00
Su vida esta cruzada por grandes luchas de la clase obrera en Europa, la revolución rusa de 1905, huelgas de masas en varios países, la emergencia de las tendencias reformistas en la socialdemocracia, la primera guerra imperialista, la revolución rusa de 1917 y la insurrección de los consejos obreros en Alemania. Todos estos sucesos forman parte de su historia personal y política.
Rosa Luxemburgo vivió tiempos intensos, nació en Polonia el 5 de marzo de 1871, el mismo año de la Comuna de París, y murió asesinada en Alemania a los 47 años, en enero de 1919.
Fue, sin dudas, una personalidad impresionante. Brillante teórica marxista, era también una agitadora de masas que lograba conmover a grandes auditorios obreros y una polemista aguda. Uno de sus lemas favoritos era “primero, la acción”, estaba dotada de una fuerza de voluntad inquebrantable para transformar la realidad.
León Trotsky escribió en 1932 que era imprescindible rescatar la memoria de Rosa Luxemburgo para “transmitirles a las jóvenes generaciones proletarias, en toda su grandeza y fuerza inspiradora, esta imagen realmente hermosa, heroica y trágica.”
Su vida es una fuente de inspiración revolucionaria, como parte de una lucha contra todos los estereotipos establecidos para una mujer en su época. Luxemburgo enfrentó largos períodos en la cárcel y la persecución de la burguesía imperialista, pero también los ataques a traición y las calumnias dentro del movimiento socialista reformista. “Rosa, la sanguinaria”, la llamaban en los periódicos burgueses. “Violenta”, “pedante”, la acusaban los reformistas dentro de su propio partido. Al igual que en el caso de León Trotsky, asesinado por el estalinismo, múltiples enemigos concentraron sus ataques sobre su persona, porque su nombre era sinónimo de Revolución.
Cuando tenía dos años y medio de edad, su familia se mudó desde la localidad agraria de Zamosc hacia Varsovia, donde transcurre su niñez. Al poco tiempo, la pequeña Rozalia se vio afectada por una enfermedad de la cadera, mal diagnosticada, que la deja en cama durante un año y le produce una leve renguera permanente. Perteneciente a una familia judía de comerciantes, sus primeros años de juventud están marcados por su apasionado interés por la lectura y por una marcada rebeldía.
La actividad revolucionaria de Rosa Luxemburgo comienza a los 15 años, cuando se integra al movimiento socialista en Polonia. Rosa devora los libros de marxismo que llegan a sus manos, así como otras obras de filosofía y literatura.
En ese entonces el movimiento socialista polaco era fuertemente perseguido. Los dirigentes del primer núcleo del partido Proletariado habían sido arrestados y cuatro de ellos (Bardowski, Kunicki, Ossowski y Pietrusinski) fueron colgados en la horca en enero de 1886, en un famoso caso que impactó fuertemente. Warynski, fundador del primer grupo socialista polaco, fue condenado a 16 años de trabajos forzados en una prisión rusa, donde murió pocos años después. En una Polonia oprimida bajo la bota del zarismo ruso, golpeada por una constante represión policial, una nueva generación nacía a la vida política.
“Durante sus últimos años en la escuela, Rosa Luxemburgo estuvo indudablemente en contacto con un grupo de revolucionarios ilegales. Tenía quince años cuando se cumplieron las cuatro sentencias en la horca, las primeras desde 1864. En su último año de escuela era conocida como políticamente activa y se la juzgaba indisciplinada. En consecuencia, no le concedieron la medalla de oro por aprovechamiento académico, a la que era acreedora por sus méritos escolares. Pero la alumna más sobresaliente en los exámenes finales no solo era un problema en las aulas; para entonces era, de seguro, un miembro regular de las células subsistentes del Partido Revolucionario Proletariado, que habían escapado a las pesquisas policíacas y que formaron el número del segundo Proletariado.” (J.P. Nettl, Rosa Luxemburgo)
Según cuenta su biógrafo Nettl, después de dos años de agitación entre los estudiantes en Varsovia, Rosa sintió más cerca el peligro de ser arrestada. Aconsejada por miembros más experimentados del movimiento, Rosa pide ayuda a su familia para partir al exilio en Suiza, donde podrá proseguir sus estudios. La joven socialista atraviesa la frontera de forma ilegal, escondida bajo la paja de una carreta.
“Rosa estaba, seguramente, deseosa de partir. (…) Debe de haber sabido que en Suiza no solo encontraría instituciones de aprendizaje de una sociedad más libre y más crítica, sino también la presencia de los marxistas más distinguidos.” (J.P.Nettl)
En su nueva vida en el exilio en Zurich, se dedica a los estudios y a la política. Entre el grupo de emigrados rusos destacaba la figura de Plejánov, con su grupo Pro Liberación del Trabajo. Pero la relación de Luxemburgo con el pope del marxismo ruso no será muy buena, mediatizada por las diferencias que mantenía éste con Leo Jochiges, una de las figuras más influyentes en la vida de Rosa desde entonces. Jochiges es también un exiliado con experiencia, que a los 18 años ya había fundado un grupo socialista en Vilna, Lituania. Luxemburgo y Jochiges establecen una intensa relación personal y política.
Desde 1888 el movimiento obrero polaco atraviesa un nuevo período de luchas: se forman cajas de resistencia y nuevos sindicatos. El 1 de mayo de 1892 se realizan acciones masivas, cuando miles de trabajadores van a la huelga en Varsovia y Łódź. En esta localidad la represión se cobra 46 muertos y cientos de heridos. Ese mismo año se unifica el Partido Socialista Polaco, al que adhieren los diferentes grupos en la emigración.
“El órgano de ese partido se llamaba Sprawa Robotnicza [La Causa Obrera], había sido fundado en 1893 y se publicaba en París. Su fundador era Leo Jogiches; su redactor Adolf Warsky, y su cabeza intelectual, la joven Rosa Luxemburg.” (Paul Frölich, Rosa Luxemburg, Obra y vida)
Desde entonces Luxemburgo mantiene una disputa teórica y política con diferentes tendencias socialistas sobre la cuestión de la independencia de Polonia y sobre la relación política de los socialdemócratas con la burguesía polaca.
La guerra imperialista y el internacionalismo de Rosa Luxemburgo
En esta cuestión Luxemburgo tenía una posición que destacaba la necesidad de una estrategia política independiente del proletariado respecto a la burguesía polaca – lo que era fundamental frente a los socialistas que cedían cada vez más a una política de conciliación de clases-, pero erróneamente negaba la importancia de la cuestión nacional en Polonia como un motor de la lucha revolucionaria, sin ver la importancia de que el partido socialdemócrata levantara audazmente el derecho a la autodeterminación. Una polémica que más tarde volverá a retomar con Lenin, en el marco de la revolución de 1917.
En este contexto, las diferencias se trasladaron al terreno internacional, en una disputa sobre qué delegados podían obtener el reconocimiento en los Congresos internacionales. Con 23 años, Rosa Luxemburgo tuvo su primera batalla en el congreso de 1893, en el que no le reconocieron su mandato como delegada. Este primer traspié sin embargo no la intimidó y poco tiempo después pasaría a dirigir un nuevo partido la Socialdemocracia del reino de Polonia (SDKP).
Hacia 1896 el movimiento socialista polaco es golpeado por una nueva ola represiva, con detenciones de sus principales dirigentes, llevando a un importante retroceso. Estos años Rosa los invierte en Zurich en completar sus estudios, terminando su tesis doctoral sobre “El desarrollo industrial en Polonia”, al mismo tiempo que comienza una colaboración permanente con la prensa socialista alemana, como analista de cuestiones polacas.
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Poco después, deseosa de ubicarse en el centro de la organización Internacional, decide trasladarse a Alemania para integrarse al partido más importante de la Internacional.
Luxemburgo llega a Berlín en 1898 y comienza su actividad política haciendo agitación electoral revolucionaria entre los obreros mineros y metalúrgicos. Al poco tiempo de su llegada conoce a Clara Zetkin, con quien sella una amistad que dura toda su vida.
En las filas de la socialdemocracia alemana comenzará un nuevo período de su vida, en defensa del legado de Marx contra el revisionismo, que la colocará en el centro de las disputas teóricas de la internacional. Pero eso ya pertenece a otro capítulo de esta historia.
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Josefina L. Martínez
Nació en Buenos Aires, vive en Madrid. Es historiadora (UNR). Autora de No somos esclavas (2021). Coautora de Patriarcado y capitalismo (Akal, 2019), autora de Revolucionarias (Lengua de Trapo, 2018), coautora de Cien años de historia obrera en Argentina (Ediciones IPS). Escribe en Izquierda Diario.es, CTXT y otros medios.