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México

Santa Fe. Rosario con Ayotzinapa: “No nos disparen, somos estudiantes”

Los familiares y el sobreviviente de los 43 normalistas desaparecidos en México siguen su recorrida por Rosario. Ayer se presentaron con una emotiva charla en el Normal 2, donde cientos de estudiantes y docentes acompañaron al grito de: “Vivos los llevaron, vivos los queremos”.

Jazmín Levi

Jazmín Levi Periodista. Miembro del CeProDH

Jueves 21 de mayo de 2015

En una ciudad donde aun se denuncia la desaparición forzada de personas con el caso de Franco Casco, donde los jóvenes son victimas constantes de la represión estatal y policial, cientos de estudiantes y docentes recibieron a los familiares y al sobreviviente de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. Con dolor y con hambre de justicia brindaron un emotivo acto en el Normal 2, donde contaron en profundidad lo que está ocurriendo en México.

“El 26 de septiembre del 2014, el 43 dejó de ser un número. 43 sueños, 43 proyectos, 43 libros, 43 cuadernos, 43 asientos, 43 estudiantes, 43 futuros maestros, 43 hijos, hermanos, amigos, 43 vidas. 43 quiénes, cómo, dónde, por qué. 43 ahora y siempre, 43 presentes, 43 justicias, 43 vivos los llevaron, vivos los queremos”, abría el acto con la voz de Betty Jouve, docente de la ciudad.

“Bienvenidos a la lucha eterna por ser mejores cada día, algunos le llaman necedad, nosotros le llamamos esperanza; Ayotzinapa, cuna de la conciencia social”, fueron las primeras palabras del normalista sobreviviente. Ayotzinapa es una escuela normal rural, donde entran hijos de campesinos, donde entra a estudiar gente pobre, gente proletaria. “En Ayotzinapa tenemos clases, comida, pero todo nos ha costado sangre, compañeros desaparecidos, nos ha costado”, continuaba el relato. El Estado mexicano les otorga cincuenta pesos por día para dividir en las tres comidas del día; esta realidad lleva a los normalistas a estudiar de 8 a 15.30hs y a las 16hs comenzar a trabajar en las tierras y cuando terminan asisten a clases que les brindan compañeros de academias superiores, donde “les hablan del capitalismo, de cómo están siendo atropellados por este sistema represor”, explicó el normalista.

El 12 de diciembre del 2011 les debían entregar 140 matrículas de nuevo ingreso, pero querían recortarles el cupo de matrículas y entregar solo 100. Allí se comenzaron a organizar para exigir que se respetara el acuerdo, viajaron a la capital y se manifestaron en Guerrero, “llega entonces el primer dolor para Ayotzinapa”. El gobernador del Estado de Guerrero manda a desalojarlos con policías ministeriales, militares y estatales, a dispararles y matan a dos compañeros. Estos asesinatos continúan impunes.

La persecución continuó con el supuesto accidente, el 7 de enero del 2014 cuando atropellaron a dos compañeros más. En los diarios locales, el gobernador declaraba por aquel entonces: “Ya no quiero Ayotzinapa, quiero desaparecerla” y pedía colaboración para esta tarea. El chofer que conducía el vehículo que termina con la vida de los dos normalistas, sigue en libertad. La lucha continuó y el 26 de septiembre vino el hecho más lamentable. “Tuvo que ocurrir para que miles de estudiantes y personas se despertaran”, expresó el sobreviviente y luego agregó que les dejó un dolor, pero también una rabia.

El 26 de septiembre del 2014, los atacaron en el medio de una actividad que estaban realizando para recolectar fondos; “pedíamos monedas en la autopista, a los choferes que pasaban, para sostener nuestros estudios porque no hay recursos, es una normal autónoma”, explicó el sobreviviente. Al terminar, por la noche de ese 26 de septiembre, en el camino de vuelta aparecieron patrullas municipales que comenzaron a dispararles, intentaron continuar el camino y luego los interceptaron continuando los disparos donde cae herido el primer compañero que aún se encuentra en estado de coma.

“Somos estudiantes, no nos disparen”, les gritaban. Los municipales estaban de cacería humana, nunca pararon los disparos. Luego cuando llegó el tercer colectivo donde estaban los 43, los bajaron a patadas diciéndoles “hasta aquí llegaron” y los llevaron violentamente. Los llevaron vivos. Una vez que sus compañeros ya no estaban, los municipales que los habían agredido se les acercaron a decirles: “Queremos negociar para que no digan que fuimos nosotros los que disparamos” y los normalistas contestaron que no querían negociar, que querían una ambulancia porque tenían compañeros heridos.

Luego de que lleguen las ambulancias y los lleven al hospital, el hecho trascendió y se hizo público tras la organización de los estudiantes que convocaron a ronda de prensa, en el medio de la conferencia, llegaron policías y les comenzaron a disparar nuevamente masacrando a dos compañeros más. Tirándose al suelo, corriendo y esquivando las balas intentaron salvarse. En las corridas cae herido otro compañero, corrieron más de tres cuadras para llegar a una clínica y pedir que lo lleven a un hospital, cuando los médicos los recibieron, les dijeron: “No, son de Ayotzinapa, aguántense”, lo tuvieron tres horas esperando hasta trasladarlo.

Superando obstáculos, huyendo de la persecución fueron a denunciar lo que había sucedido y al poco tiempo les comunicaron de otro compañero que había sido torturado y asesinado. Los hicieron reconocer a los municipales que les habían disparado, sin ninguna protección, exponiéndolos por completo. Al salir, pensaban que el resto de sus compañeros estaban detenidos en algún lado, pero nunca aparecieron. Faltan 43 normalistas.

Los padres y familiares de las víctimas, estaban todos esperando para recibir a sus hijos, pero 43 de ellos se quedaron con los brazos vacíos. “Nosotros responsabilizamos al Estado, somos testigos, sabemos lo que pasó”, explicó el sobreviviente y continuó contando que México es un país donde matan alrededor de treinta personas por día. ¿Dónde está la justicia?, se pregunta el joven. “Hoy fue Ayotzinapa, mañana puede ser el Normal 2 de Rosario, esto no pasa sólo en México, los gobiernos globalizaron la desaparición forzada de personas, en México nunca tuvimos democracia y aquí en Argentina también hay crímenes de Estado y desapariciones; nosotros tenemos que globalizar la resistencia, la lucha y la organización”, fueron las palabras del normalista.

Los familiares también brindaron sus testimonios desgarradores exigiendo encontrar con vida a sus hijos. Hilda, madre de uno de los desaparecidos aún habla en presente de su hijo, está convencida de encontrarlo. Sus compañeros, los 26 de cada mes se hacen presentes en Ayotzinapa pero no ingresan, esperando el día que los 43 entren con ellos. Visitaron Rosario, en el marco de la caravana latinoamericana 43, dando a conocer al mundo la realidad de México, pidiendo apoyo para meter presión al Estado que les desapareció a los jóvenes normalistas. “Nos cambió la vida a 43 familias, el 26 de septiembre del 2014 comenzó nuestra pesadilla”, fueron las palabras de otra de las madres que lucha por encontrarlos.


Jazmín Levi

Periodista. Miembro del CeProDH

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