×
×
Red Internacional
lid bot

Universidad Nacional de Rosario. Rosario: cuando las estudiantes dijeron basta de violencia de género

Facultades de la Universidad Nacional de Rosario ganaron lugar en importantes medios de comunicación debido a las denuncias de las estudiantes sobre prácticas machistas y misóginas por parte de docentes. Abrimos el debate sobre cómo encarar la pelea contra la violencia de género.

Martes 29 de mayo de 2018

Los escraches llovieron por doquier y apuntaron a denunciar a profesores por prácticas machistas en las facultades de Arquitectura y Medicina. Las denuncias son de diversa índole y van desde acusaciones de violación y abuso por parte de profesores como lo que ocurre en Medicina, a situaciones de otro nivel de gravedad como los dichos misóginos de los docentes en las clases como lo que se expone en carteles de la Facultad de Arquitectura. Durante el transcurso de la semana pasada los escraches fueron creciendo y se ganaron las páginas de los diarios locales como La Capital y Página 12. Estos hechos se convirtieron de los principales temas de debate llegando a diarios nacionales como Clarín.

El Rector Héctor Floriani de la Franja Morada-Cambiemos se tomó su tiempo en dar respuesta al pedido de medidas al respecto. Muchas de estas denuncias, las mujeres plantean haberlas reiterado hace tiempo por los “canales institucionales” sin haber obtenido respuesta alguna. Parece que sólo el rector reaccionó cuando la polémica tomó estado nacional ganándose lugar en los principales diarios de la ciudad y el país.

No extraña el silencio cómplice de la Universidad, que muchas veces se convierte en encubrimiento como han hecho sistemáticamente en facultades como Psicología. ¿Qué podemos esperar? Estamos hablando de una Universidad gobernada por un rector de la UCR de Cambiemos y un vice-rector del PJ (Bicciré) que actúan deliberadamente en contra de los sectores oprimidos y más postergados. Así fue que hace pocos días buscaron desalojar a familias en el barrio La Sexta y tiraron balas de goma a niños y jubilados humildes, o intentaron albergar a gendarmes en el Gimnasio de la UNR para saturar los barrios pobres y perseguir a los jóvenes.
El caso de Arquitectura es el mejor ejemplo de cómo actúa la UNR: hace diez meses llegó a Rectorado, pasando antes por la Facultad, la denuncia por los reiterados comentarios misóginos y humillantes de un docente. Pasaron diez meses y la respuesta de las autoridades fue… silencio absoluto. Eso da bronca, muchísima, porque después de sentirte denigrada y maltratada por ser mujer, en este caso por un profesor, nadie te escucha y tus denuncias mueren en el expediente en el cajón del escritorio de algún funcionario de Rectorado. Pero las mujeres de la UNR dijimos basta, y lo dijimos en serio: no vamos a tolerar más la violencia de género.

¿Cómo combatir la violencia machista dentro de las Facultades?

Sabemos que ahora, como se ha convertido en un “escándalo público”, las autoridades reprobarán públicamente los hechos y tomarán medida sobre algunos responsables, actuando como si realmente les importara para que… nada de las cuestiones estructurales cambien. En otras palabras: las autoridades buscarán “deshacerse” de las “manzanas podridas” para lavarse la cara, pero nosotras sabemos que se trata de un problema de fondo que persiste.

Las compañeras de Pan y Rosas peleamos en todas las Facultades por la puesta en funcionamiento de Protocolos contra la violencia machista, para que haya referentes especializadas para recibir las denuncias, consultas de las compañeras y otorgar contención a las víctimas, pero sobre todo peleamos porque seamos las mujeres las que decidamos cómo proceder en el marco de un proceso donde se respeten garantías democráticas elementales como es el derecho a la defensa y que las mujeres no sean re-victimizadas.

La Facultad de Humanidades fue una de las primeras en todo el país en redactar un Protocolo contra la violencia de género. Desde Pan y Rosas fuimos parte de este proceso junto a las docentes de COAD. Pero sabíamos que no alcanzaba con la legislación sobre este tipo de violencia que sufrimos por el hecho de ser mujeres y que haya especialistas que reciban las denuncias, era necesaria impulsar la autoorganización como método y que nosotras decidamos. No podíamos dejar la implementación del Protocolo en manos de autoridades que habían ocultado denuncias. Así fue como creamos la Comisión de Género y Disidencias Sexuales, el espacio abierto donde las mujeres -docentes, estudiantes y no-docentes- podemos participar para pelear para que el protocolo se implemente y se respete, discutir cómo responder y organizarnos.

La experiencia de Humanidades se fue replicando en otras facultades, aunque de forma desigual. Al día de la fecha, sin embargo, son minoría las facultades que cuentan con Protocolos. Por eso, desde Pan y Rosas, junto a docentes de COAD venimos exigiendo de manera insistente que se apruebe el Protocolo a nivel UNR que fue presentado hace más de un año.

Lo exigimos porque estamos convencidas de que podemos pelear por transformar lo que las autoridades no quieren que cambie, empezando por romper con el lugar en el que nos quieren poner el sistema de eternas víctimas anónimas. En este escenario nos parece necesario hacer algunas observaciones en relación a la utilización del escrache como estrategia por parte del feminismo retomando algunas ideas de lo que señala Andrea D’Atri en profundidad en el semanario Ideas de Izquierda.

El escrache aparece como posibilidad de “justicia por mano propia” frente a la inacción de las autoridades y las instituciones. Pero en los hechos no sólo que no nos permite salir de un lugar re-victimizante sino que puede volverse(nos) como un boomerang de distintas maneras como expresión de revanchismos, la regimentación sexual o bien la igualación generalizada de los distintos agravios sin distinción de su gravedad, desacreditando a las denuncias y a las denunciantes.
Por el contrario, la aprobación del Protocolo a nivel UNR sería un enorme paso adelante en la pelea por combatir la violencia de género en las universidades, pero con eso no alcanza si no nos organizamos y para ser nosotras las que controlemos su implementación en Comisiones de Género en los órganos de co-gobierno. Lejos de agotar nuestra lucha allí, peleamos para que en todas las Facultades haya Comisiones de Género y en todos los Centros de Estudiantes buscamos poner en pie Secretarías de la Mujer llenas de participación para organizarnos junto a otras compañeras.

El movimiento de mujeres ante un escenario decisivo

Está pelea puede convertir a las estudiantes y docentes en una fuerza combativa contra la violencia machista, pero sabemos que no podemos transformar a las unidades académicas en islas “libres de violencia de género” por fuera de la sociedad machista en la que vivimos. No obstante, nuestra organización y nuestras peleas en las facultades puede convertirse en un punto de apoyo contra el machismo, la opresión y la explotación si le damos fuerza al movimiento de mujeres que sale a las calles y que ya impuso el debate al derecho al aborto en el Congreso, a la vez que tendemos lazos con el conjunto de los y las oprimidas, explotados y explotadas.

En estos tiempos de crisis del gobierno de Macri y una economía que cruje, hay un debate de fondo del que no podemos escapar. Los índices económicos y los planes de los gobiernos nos anuncian que se vendrán momentos de ajustes más profundos.
En este escenario, sabemos que las mujeres trabajadoras serán las más perjudicadas de todas: la desocupación, el recorte salarial, la pobreza y el hambre siempre nos golpea más duro a las mujeres y con ello se profundizan las penurias y miserias que vivimos día a día. No hace falta hacer mucho para imaginarlo porque las condiciones de vida ya comienzan a degradarse y ya lo sufrimos en el 2001. Pero esta vez las mujeres hemos ganado una enorme fuerza por nuestros derechos y hemos conquistado apoyo en los últimos años en las calles. Es por ello que el movimiento de mujeres en general y las estudiantes en este caso, tenemos la oportunidad de jugar un rol importante si se organiza en una perspectiva independiente de los gobiernos ajustadores y misóginos y se hermana al pueblo trabajador.

Tenemos que, para ello, empezar por rechazar el acuerdo con el FMI y el pago de la deuda ilegítima que tanto macristas como opositores kirchneristas y del PJ quieren pagar. Ese dinero queremos que se destine para salud, trabajo, vivienda, educación y nuestros derechos, como sería el caso de financiar una Ley de Emergencia Nacional contra la Violencia hacia las Mujeres. Este camino no es opcional si es que efectivamente nos proponemos adoptar un rumbo para derribar el estado capitalista y patriarcal porque sabemos que es la única forma de pelear por una vida libre de violencias.


Irene Gamboa

Referente del PTS en el Frente de Izquierda

X