Martes 22 de septiembre de 2015
Columna de opinión de la candidata a intendente de La Plata por el Frente de Izquierda a raíz de la resolución del caso de Rut Ávila Zambrana.{{}}
Mientras miles festejamos que Rut Ávila Zambrana haya reaparecido después de 31 días, casi como una catarata comenzaron los comentarios de “gente indignada” por su actitud.
El sábado por la tarde recibí un menaje que decía “apareció Rut!!! Ella está bien”.
Todos los que leímos esa noticia festejamos. ¡Había aparecido a salvo!
Con el correr de las horas la noticia apareció en todos los diarios, sitios y portales de noticias de la ciudad y casi como una catarata comenzaron los comentarios de “gente indignada” por su actitud. Surgieron “espontáneamente” cientos de jueces morales, evaluando el accionar de esta joven.
¿Acaso creen que haberse preocupado, haber compartido su foto en las redes o haber tenido que detener su auto unos minutos mientras alguna de las movilizaciones que hicimos por la aparición de Rut les cortaba una calle, les da el derecho a opinar sobre su conducta?
Quizá los minutos de preocupación que les causó la ausencia de Rut durante esos 31 días, se hubieran visto justificados si el destino de Rut hubiera sido el de Marita Verón o el de Sandra Ayala Gamboa.
Quizá hubieran preferido que aparezca muerta, asesinada como sucede con una mujer cada 30 horas en nuestro país. O que nunca aparezca y se confirme que fue secuestrada por las redes de trata que operan impunemente al amparo del Estado en nuestro país. Pero Rut apareció viva y a salvo y es increíble que eso los indigne.
Los argumentos utilizados son realmente repudiables. Son expresión de que vivimos en una sociedad profundamente desigual, donde ser mujer, pobre y además hija de inmigrantes es prácticamente una condena.
Del otro lado, por suerte, miles nos alegramos con la aparición de Rut, porque miles nos movilizamos para que aparezca. Pero también miles seguiremos gritando que en nuestro país las mujeres somos asesinadas, violadas, secuestradas para la explotación sexual o morimos por abortos clandestinos.
Ojalá frente a cada ofensa o agravio a una mujer, frente a la vulgarización que los medios hacen de nosotras y nuestros cuerpos, frente a un estado capitalista y patriarcal que nos condena a los peores empleos, salarios y precarización, frente a un gobierno que se niega a otorgar derechos elementales como el derecho a decidir sobre la maternidad, sigamos siendo miles los que alcemos nuestra voz y nos organicemos para terminar con la opresión y explotación.
¡Ni Una Menos!
