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Red Internacional
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DEBATE. Sabater, el puente de la CUP para la búsqueda de un acuerdo con el procesismo y los Comunes

Guanyem valida el acuerdo electoral con la CUP después de que la militancia cupaire aprobase a Dolors Sabater como cabeza de lista para las elecciones del 14F. El giro de la CUP hacia la moderación se confirma y la urgencia de una alternativa anticapitalista y de independencia de clase crece. Hoy lo debatimos.

Viernes 18 de diciembre de 2020

El aval del Consejo Político de la CUP a la propuesta de alianza con Guanyem fue ajustado: 33 síes, 26 noes y 3 abstenciones. Pero el apoyo de parte de la militancia, según ha comunicado la organización de la izquierda independentista, ha sido significativamente más alto. De las 1.288 personas que han participado en las asambleas para validar el acuerdo y las listas electorales, la propuesta fue respaldada por el 81,1% de los participantes en Lleida, el 79,19% en Tarragona, 78,47% en Girona y el 76,11% en Barcelona.

En Barcelona, por detrás de Sabater irán Carles Riera i Eulàlia Reguant. En cuanto a Tarragona, Lleida y Girona, Laia Estrada, Pau Juvillà y Dani Cornellà serán las cabezas de lista respectivamente.

El horizonte de la CUP: un pacto con los partidos procesistas y los Comunes para gobernar la Generalitat

El hecho que la CUP haya votado a Sabater no tendría que sorprender a nadie. Esta decisión es parte del devenir que desde el CRT hemos estado cuestionando en los procesos de debate internos de la CUP en los que hemos participado. Tal como criticamos en diferentes artículos y declaraciones, los documentos presentados, significaban una importante moderación del programa social y la reedición de las alianzas con los partidos de la burguesía independentista por un lado, y el espacio del neorreformismo, que en Catalunya representan los Comunes, por el otro.

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La elección de Sabater como cabeza de lista es todo un puente a estos nuevos y deseados socios. Ella misma reconocía recientemente que había sido tanteada por ERC y la CUP para esta posición. Además, su currículum como alcaldesa del “cambio” en Badalona, le da un perfil próximo a los Comunes y otros grupos reformistas como Comunistas, con los cuales las negociaciones para que se integraran a la lista no han llegado a buen puerto.

La CUP intenta pues agrupar a los partidos que hoy forman el gobierno de la Generalitat -los responsables de la gestión criminal de la pandemia, las políticas que están descargando la crisis sobre la clase trabajadora y la vuelta a la normalidad autonómica- y los que gobiernan Barcelona con el PSC. Todo con la perspectiva de reeditar un nuevo 1 de octubre en 2025.

A pesar de que hablan de una hoja de ruta de movilizaciones masivas permanentes – o incluso una “insurrección popular”, algo imposible de la mano de los aliados que se proponen-, el esquema bien podría decirse que es uno procesismo 2.0. Movilizaciones como presión para provocar o apoyar la desobediencia institucional de la Generalitat y ayuntamientos y la intervención de la comunidad internacional que fuerce al Estado a una negociación ¿A nadie le suena la letra de esta canción?

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Las principales figuras públicas de la CUP llevan semanas avanzando esta nueva política, el eje de su "nou cicle". Albert Botran, diputado de la CUP en las Cortes y miembro del Secretariado Nacional, declaraba recientemente en una entrevista en VilaWeb que ”detrás de esto - refiriéndose a la celebración de un referéndum al 2025- pueden estar las cuatro fuerzas -JxCAT, ERC, Comunes y CUP-. Sé que es más un deseo que no una realidad. Es difícil de ligar. Pero se tendría que articular este frente grande para ejercer soberanía el 2025.”

Pero Botran iba todavía más allá y cuando se le preguntaba sobre si entrar o no en un gobierno con el resto de partidos independentistas y los Comunes, respondiendo con un contundente “Sí”. Un poco antes había planteado que “personalmente, creo que cuanto más responsabilidades se asuman, mejor. Siempre es mejor equivocarse por acción que no por omisión” y como balance de la CUP en el Parlament decía que “la institución te chupa, te desdibuja y te hace perder los objetivos de vista. Pero estos últimos años la CUP ha recogido los riesgos de lo contrario, también. Si estás a medias, tampoco acabas de incidir en nada”. Toda una declaración de intenciones de que se trata de asumir nuevas y más importantes responsabilidad de gestión del Estado capitalista, en este caso a nivel autonómico, y con unos socios más que cuestionables.

Se trata de una política que tampoco es del todo nueva. La CUP ya participa de gobiernos de coalición con fuerzas procesistas en localidades importantes como Vilanova i la Geltrú – con ERC- o en Sant Cugat del Vallés – con ERC y el PSC-. Y durante el periodo de los ayuntamientos del “cambio” fue parte de los equipos de gobierno de ciudades como Sabadell o la misma Badalona con Sabater al frente.

Esta política de alianzas explica la moderación de su programa social y económico, mucho más ajustado a los límites “de lo posible” dentro del marco legal vigente y las competencias autonómicas. Se prepara para cogobernar con los mismos que quemaron y desmovilizar el movimiento democrático catalán y llevan años gobernando con políticas neoliberales al nivel del PP madrileño. Una alianza con aquellos a quien la juventud que salió a la calle el 14-O gritaba: “Esquerra y PDeCAT la paciència s’ha acabat”. Y también con los Comunes, que comparten gobierno con el PSOE en el Estado, que mantiene presos independentistas y exiliados, mientras hace actos con la Corona Borbónica, y dirige la política que está descargando todo el peso de la crisis sobre las clases populares.

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El antecedente de los ayuntamientos del “cambio” que nada cambiaron

Después de haber sido activista durante gran parte de su vida, Dolors Sabater consiguió la alcaldía de la ciudad de Badalona en 2015. Lo hizo después de un largo periplo de discusiones y pactos con ERC, PSC e ICV-EUiA e incluso un voto de Convergència.

Durante 3 años tuvimos en Badalona una muestra de un ayuntamiento del "cambio”, nada de diferente al de Barcelona, capitaneado por Ada Colau. Las dos candidatas llegaron con la “autoridad” de los movimientos sociales que decían representar, desactivaron gran parte de dichos movimientos y llevaron a cabo una gestión con pequeños cambios estéticos y algunas reformas mínimas, pero ningún cambio real.

Por ejemplo, y tomando un caso de triste actualidad. Durante el mandato de Dolors Sabater nada cambió para los inmigrantes sin papeles de la nave del Gorg incendiada la semana pasada. Siguieron siendo víctimas del racismo institucional que los obliga a refugiarse en espacios con condiciones insalubres y peligrosas, a vivir de la chatarra y la venta ambulante y a ser perseguidos por la Guardia Urbana.

Dolors Sabater se defendía recientemente de su responsabilidad en este crimen social, diciendo que ellos no querían desalojarlos y no lo hicieron, a la vez que reivindicaba haber hecho un censo a la nave. ¿Esto fue todo lo que el reformismo municipalista los pudo ofrecer? Desgraciadamente sí.

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Sus propuestas, que ahora se llevarán a nivel autonómico de la mano de la CUP, están lejos de ninguna política que enfrente los intereses y privilegios de los capitalistas. En el caso de Badalona, ante el problema de las infraviviendas o de la vivienda en general, una alternativa a su política bien podría haber sido defender un proceso de ocupación y expropiación sin indemnización de los pisos de grandes tenedores y especuladores. Pero su alcaldía se dedicó a comprar una pequeña parte de los pisos vacíos de la ciudad a precio de mercado para destinarlos a vivienda social, pagando el precio pedido y asegurando así los beneficios de las inmobiliarias. ¡Qué cambio!

Es lo mismo que pasaba y pasa con el ayuntamiento del “cambio” en Barcelona, donde los manteros siguen siendo perseguidos por su Guardia Urbana y se ven obligados a vivir en condiciones miserables. O recordemos que Ada Colau venía del movimiento por la vivienda y a día de hoy, después de más de 5 años de gobierno, las familias barcelonesas siguen presenciando y viviendo en carne propia los desahucios y unos precios del alquiler que se han multiplicado por dos durante su mandato.

Este dos proyectos municipales tienen tanta similitud debido a que siguen la misma estrategia: entrar a gestionar el Estado capitalsta y “reformar” solo aquello que sea posible. El problema es que esta visión acaba reproduciendo y protegiendo el statu quo de desigualdades existentes. Todos los pequeños cambios son subordinados a esta lógica y los problemas sociales de las mayorias quedan siempre “a la espera”, mientras se desactiva la capacidad de movilización para poder imponer soluciones por fuera de los límites del reformismo, impuestos a su vez por el propio capitalismo.

Ni ERC, ni PDeCAT, ni Comunes: hay que impulsar un frente anticapitalista y de independencia de clase

Ante la propuesta de la CUP y su pacto con Guanyem, y en medio de una situación de grave crisis social, económica y de pérdida de derechos democráticos como la que vivimos, hace falta poner las primeras piedras de una izquierda diferente. La hoja de ruta del “nou cicle” de la CUP y Sabater no puede ser una alternativa a los partidos del Govern catalán o al neoreformismo, con los cuales aspiran a ser socios.

Resulta pues necesario y urgente levantar una alternativa anticapitalista, revolucionaria y que defienda la independencia de clase, es decir de todos los partidos que gobiernan para defender el statu quo de los capitalistas, aunque lo hagan con relato progresista o democrático.

Desde el CRT, ante este devenir de la CUP, hace tiempo que estamos planteando a las diversas organizaciones de la izquierda anticapitalista, como Lucha Internacionalista o Corriente Roja, la necesidad de conformar un frente de izquierda sobre estas bases.

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Las elecciones del 14F podrían ser un buen primer escenario para presentar una alternativa no solo al neorreformismo en el gobierno central o a un proceismo en bancarrota, sino también a una CUP que no ofrece una salida superadora. Desgraciadamente, hasta ahora, ninguna de estas organizaciones comparte esta urgencia y necesidad.

Desde Lucha Internacionalista, con quien venimos discutiendo en los últimos meses, todavía no han definido públicamente que harán ante este giro gobernista de la CUP, en cuyas candidaturas vienen participando desde 2012. Por el momento han presentado un listado de 12 puntos para llegar a un acuerdo con la CUP, que a pesar de ser una propuesta de mínimos, están muy alejados de lo que está escribiendo, haciendo y diciendo la CUP durante los últimos meses. Entre estos puntos, se plantean elementos como “la ruptura con el marco jurídico y político estatal o “una política de independencia de clase”, algo difícil de aceptar – o si lo hace será como parte de un acuerdo diplomático- para una formación que pretende cogobernar con los Comunes, PDECAT o ERC.

Por otro lado, Corriente Roja, que comparte buena parte de las críticas a la política de la CUP que también hacemos desde la CRT, rechazó de entrada la posibilidad de poner en pie un polo unitario de este tipo, en una ubicación que consideramos sectaria y poco constructiva.

Desde la CRT consideramos un error desaprovechar la oportunidad para poder avanzar en esta dirección. Seguiremos insistiendo tanto a estas organizaciones, como a los sectores de la misma izquierda independentista y los movimientos sociales que no comparten el giro hacia la moderación y la gestión gubernamental de la CUP, para construir una alternativa política que se prepare para que los siguientes embates de la lucha de clases y el movimiento democrático catalán encuentren una izquierda mejor preparada que en 2017.

Una izquierda que no llegue atada a los que de buen seguro volverán a jugar sus cartas para desviar la energía movilizadora de la clase trabajadora y los sectores populares, como le pasó a la CUP en octubre del 2017 cuando su política de mano extendida al procesismo la inhabilitó para ofrecer una alternativa a la traición que ellos mismos ahora denuncian. Que no llegue comprometida con la gestión “posible” del Estado de la mano de los social-liberales de siempre, como han acabado Podemos en el Estado, los Comunes aquí y otros experiencias reformistas a nivel municipal.

Necesitamos una izquierda que ponga todos sus esfuerzos al desarrollo de la auto-organización social, la movilización obrera y popular por un programa anticapitalista y para poner fin al Régimen del 78 por medio de la lucha de clases, y no de una mesa de negociación con la comunidad internacional como árbitro. Solo así, en los siguientes embates, podremos conquistar todos los derechos democráticos y sociales pendientes, acabar con los gobiernos al servicio de los capitalistas y establecer verdaderas repúblicas de la clase trabajadora y el pueblo.

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