La vivienda es determinante en la salud de la población. En nuestro país la falta de techo y el hacinamiento es un problema estructural que los gobiernos intentan esconder hace años.
Viernes 29 de octubre de 2021 00:00
Obra “La sombra del fin de mes” seudónimo El Pájaro
Autor: Pablo Pintor
Se cumple un año del desalojo de Guernica, y las familias siguen en las calles peleando por su derecho a la vivienda, ya que el Gobierno no cumplió su promesa de entregar lotes con servicios. Hace pocas semanas vimos la misma respuesta a las vecinas del barrio 31 “Fuerza de las mujeres” por parte de Larreta.
En los debates electorales, tanto Nicolás Del Caño como Myriam Bregman interpelaron a los candidatos del Frente de Todos y de Juntos por la situación de la vivienda. Cuestión que no respondió ninguno. Es que de hacerlo, deberían explicar por qué hicieron todo lo contrario a lo que dijeron en campaña
Promesas sobre el bidet
Según el informe del segundo semestre de 2020 del INDEC, realizado en 31 aglomerados urbanos del país: hay 7.174.000 personas que viven en hacinamiento. Lo cual representa un 25.1 % de los habitantes (1).
Pero no es lo único. El informe también arroja que el 15,9 %, es decir, 4.543.000 personas habitan en viviendas con saneamiento inadecuado. No poseen baño, poseen el baño fuera del terreno, comparten el baño con otros hogares, el desagüe del baño no está conectado a la red pública (cloaca) ni tampoco a cámara séptica, o el baño no tiene descarga de agua. También muestra que 3.572.000 no tienen acceso a agua potable, 11.241.000 no tienen acceso a gas y 10.097.000 a cloacas. También 2.274.000 personas viven en zonas cercanas a basurales y 3.643.000 de personas en zonas inundables.
Estos indicadores muestran una realidad que estalló durante la pandemia, pero es un problema de décadas que no solucionó ninguno de los gobiernos. Esta situación tiene consecuencias graves para la salud de la población . Para dar algunos ejemplos, el hacinamiento implica que familias enteras, 3, 4, 5 personas o más convivan en una habitación , sin poder contar con intimidad ni descanso adecuado.
Al mismo tiempo la falta de iluminación y ventilación en los ambientes, es un factor de riesgo para la propagación de agentes patógenos, que pueden provocar enfermedades respiratorias, infecciones cutáneas y de partes blandas, infecciones gástricas, genitourinarias, propagación de insectos y otro tipo de plagas. Esto sumado a que la situación de pobreza es un factor determinante para otras patologías. Por ejemplo según el indicador Barrial de Sutiación nutricional, (IBSN) el 42,1% de les niñes y adolescentes de +2 a 18 años que asisten a comedores y merenderos, presentan malnutrición. Además, por las condiciones deficientes de las viviendas hay mayor riesgo sobre todo para los niños de sufrir “accidentes”, o sea de lesiones o fallecimientos por derrumbes, electrocución, caídas, incendios, inundaciones, etc.
Las condiciones de hacinamiento fomentan situaciones de mayor nivel de estrés y violencia que sufren sobre todo las mujeres, las personas no binarias, los niños y adolescentes. Estos son algunos de los factores que afectan de manera directa en la salud de la población con consecuencias a largo plazo.
A los dos meses de haber llegado la pandemia a la Argentina, los casos de covid se multiplicaban de a cientos en los barrios vulnerables. La falta de saneamiento adecuado, de acceso al agua y el hacinamiento fueron factores determinantes para el avance del virus. El 17 de mayo del 2020 falleció Ramona, porque en el barrio 31 pasaron días sin agua. Ella junto a los vecinos salieron a reclamar, pero no obtuvieron respuestas.
A fines del mismo mes los casos brotaron de a cientos, también en Villa Azul, en el sur del conurbano bonaerense. Testimonios dramáticos llegaban desde el barrio, donde la única solidaridad que se vio es la de los trabajadores en lucha quellevaron alimentos a las familias que estaban cercadas por el gobierno. En los dos casos, tanto Larreta en la Ciudad como Kicillof, tuvieron una sola respuesta: cerco policial que impida la entrada y salida de los habitantes del barrio y testeos que fueron insuficientes para dar respuesta a la problemática estructural que padecen millones de personas en el AMBA. Para las personas que se quedaron sin trabajo y sin casa durante la pandemia, o para aquellas que escapaban de situaciones de violencia de género, la respuesta fue la represión.
En ninguno de los casos se priorizo lo más elemental para la salud de la población: garantizar una vivienda digna. Según las recomendaciones de la OMS de Vivienda Saludable, la misma tiene que estar hecha con material durable, ventilación, iluminación, cantidad de ambientes y metros cuadrados necesarios para preservar la intimidad de cada persona y garantizar un estar y descanso adecuado. Además es necesario contar con saneamiento adecuado, acceso a agua segura y quedar ubicada lejos de zonas inundables, contaminadas o de riesgo. Recomiendan también contar con acceso a escuelas y hospitales cercanos, así como medios de transporte y otras características, que para millones de personas en este país son inaccesibles.
Cuando la respuesta viene de abajo
Los trabajadores y las trabajadoras podríamos planificar la construcción de viviendas populares y repartir las que están sin habitar entre quienes lo necesiten. Garantizar la atención de salud en todos los niveles. Poner los conocimientos al servicio de mejorar la salud de la población. Solo la clase trabajadora junto a los y las pacientes podemos terminar con la privatización y unificar el sistema de salud. No habría ni una persona que reciba un "no te lo cubre la obra social" o "no tenemos turnos" como respuesta. Los datos estadísticos no serían números muertos, en boletines del Ministerio de Salud, sino información útil para planificar una estrategia adecuada para abordar la salud de la población de manera integral, y tratar las enfermedades prevalecientes.
En los medios dicen que es inviable. Pero durante la toma de Guernica, vecinos y vecinas planificaron su barrio, así, a pulmón. La planificación tenía escuela, posta sanitaria, placita, tenía planificación de calles. Contaron con la solidaridad de cientos de trabajadores y estudiantes que en la posta sanitaria, brindaron atención con todos los elementos que pudieron a las familias. Mientras el Gobierno les negaba la atención en el hospital de la zona. Los y las docentes garantizaron la educación y el esparcimiento de niños y niñas que lo único que recibían del Gobierno era la violencia policial.
No fue el único ejemplo. Trabajadores aeronáuticos en lucha junto a estudiantes, llevaron alimentos, agua y elementos de bioseguridad a la Villa 31 dando el mismo ejemplo que trabajadores de zona sur en el barrio Villa Azul, ubicado entre Avellaneda y Quilmes. También, docentes y trabajadores de la salud reclamando por el agua, vivienda digna y conectividad en el barrio 1 11 14, docentes y trabajadores de la salud junto a las familias del barrio 21 24. Trabajadores de Madygraf, produciendo alcohol en gel y mascarillas para donar en los barrios y hospitales públicos. Y cientos de ejemplos más, donde la organización desde abajo y la lucha colectiva fueron el camino y la izquierda siempre estuvo presente.