Este lunes enfermeras, camilleros y mucamas se autoconvocaron y salieron a las calles para reclamar salarios dignos, mejoras en las condiciones de higiene y seguridad, así como también más tiempos de descanso.
Lunes 21 de septiembre de 2020
“En esta pandemia hemos atravesado fallecimientos de compañeros, entre ellos Cristina Lorenzo con la cual hemos trabajado muchos años y perdió su vida trabajando acá. En nombre de ella, queremos que se haga justicia, pedimos condiciones dignas y un sueldo digno. Es muy poco lo que cobramos y no está reconociéndose nuestro trabajo. Estamos dejando la vida en el hospital”. La frase pertenece a Patricia, enfermera del cuarto piso del Hospital Central de San Isidro quien este lunes junto a sus compañeros cortaron la avenida Centenario que cruza a este establecimiento en el marco de la Jornada de lucha por la salud.
En la autoconvocatoria, expresaron su bronca por el bajo nivel de sus salarios. En San Isidro, un enfermero cobra entre 18 y 28 mil pesos. “No se puede vivir con un básico de 24 mil pesos. No llegamos a fin de mes” expresaba una delegada del hospital presente en el lugar. Por eso, reclamaron la apertura de paritarias y que sus salarios sean equivalentes a la Canasta Básica Total. A su vez, pidieron el reconocimiento profesional de todos los enfermeras (sacándolos de la grilla administrativa) y un reconocimiento de las especializaciones y los posgrados con una retribución en el salario.
Enfermeras del Hospital Central cuentan su situación
Otros reclamos
El 50% de los enfermeros que trabajan en San Isidro están contagiados o son población de riesgo. Ya no hay camas disponibles para la internación en un distrito donde hasta la fecha de edición de esta nota se alcanzaron los 8431 contagios y son 254 las muertes. Los que están en primera línea no cuentan con los insumos necesarios para enfrentar la pandemia.
Toda esta situación provoca cansancio y estrés en los trabajadores del Hospital Central. “A veces somos 3 enfermeras para 21 pacientes. Estamos quedando pocos y los que continuamos, estamos cansados física y emocionalmente” nos comentaba Patricia. Ante esta problemática, los manifestantes demandaron la incorporación de más personal y la reestructuración de la jornada laboral: pasar de las 8 horas diarias a 6 y descansar los fines de semana y feriados.
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Oídos sordos
Uno de los profesionales llevaba un cartel en la protesta que decía “Enfermero agotado, paciente en riesgo”. Las problemáticas que padecen y que ponen en riesgo la calidad del servicio que brindan a la comunidad ponen de relieve el fuerte desfinanciamiento de los hospitales que están bajo la órbita municipal. Situación de la que también los trabajadores hacen responsable a los gobiernos tanto nacional como provincial.
Los enfermeros denuncian que el intendente Gustavo Posse (Juntos por el Cambio) no les da ninguna respuesta inmediata y les anunció que recién habría aumentos salariales para el próximo año. A esta actitud se le suma, que su gestión, en medio de la pandemia, profundizó la precarización y los despidos en el área de la salud. En julio despidió a 8 profesionales de distintos nosocomios del distrito y en abril este medio publicó una denuncia de empleadas del Hospital Materno Infantil donde nos mencionaban que ellas mismas debían comprar sus barbijos y que no contaban con camisolines, protección ocular ni alcohol en gel.
Las enfermeras, camilleros y mucamas del Hospital Central hicieron oír sus reclamos y demostraron que, en el municipio más rico de la zona norte del Gran Buenos Aires, Posse (quien gobierna con el consenso del peronismo local) empobrece a sus trabajadores que están en la primera línea. También hicieron ver que a 6 meses del inicio de la pandemia todavía, al igual que el gobierno nacional y provincial, el alcalde no tiene un plan que permita brindar una salud pública de calidad.