De acuerdo a los últimos datos publicados por el INDEC, el área urbana San Nicolás-Villa Constitución registró un 43,6% de pobreza en el último semestre del año 2020, número que supera incluso la media nacional, que escaló al 42% en el mismo período. Es el índice más alto registrado en la provincia de Buenos Aires por fuera del AMBA.
Viernes 2 de abril de 2021 18:36
El día miércoles, el INDEC publicó los datos de los indicadores socioeconómicos del segundo semestre de 2020, los cuales arrojan que hay un 42% de pobreza a nivel nacional, lo que muestra un aumento interanual del 6,5% con respecto a 2019. También se produjo un aumento de la indigencia, que trepó al 10,5%. El distrito San Nicolás-Villa Constitución, con un 43,6% registra el cuarto índice más alto a nivel nacional, y el más alto del interior bonaerense. A su vez el índice de indigencia en la región se ubica en un 8,1%. Traducido en números, los sectores más afectados en este cuadro situacional vuelven a ser las infancias y la juventud: el 57,7% de los niños, niñas y adolescentes de hasta 14 años se encuentran por debajo de la línea de la pobreza. Por su parte, en el rango de 15 a 29 años se registró un 49,2%. Casi 6 de cada 10 niños y niñas, y casi la mitad de adolescentes y jóvenes.
Un indicador aún más elocuente de lo mencionado lo aportan el incremento de la canasta básica familiar y la brecha cada vez mayor con el ingreso familiar promedio. Mientras que la Canasta Básica Total aumentó a 50.800$ el promedio de ingresos familiares fue de 29.500$, es decir un 41,9% menos.
Estos datos del INDEC sobre la región parecen contrastar con las cifras de empleo que indican una tasa de desocupación menor que el promedio. Sin embargo, lo que efectivamente demuestra este contraste es que aumentó considerablemente la precarización laboral: trabajos en peores condiciones y peor remunerados.
Los datos dan cuenta de dos grandes evidencias: que la pandemia abrió un escenario de profunda crisis social en el que la brecha social entre ricos y pobres creció de manera exponencial y las condiciones de vida de las mayorías empeoraron sustancialmente, especialmente en los sectores más precarizados; y que la cuarentena por sí sola, sin políticas de fondo y sostenidas para amortiguar el lógico impacto socioeconómico, no solamente no alcanzaría como método de prevención sanitaria, sino que además conllevaría a agravar la ya de por sí complicada situación de gran parte de la clase trabajadora. Medidas transitorias como el IFE (que se eliminó para este año) resultaron insuficientes frente a un escenario agravado de emergencia social y económica. Mientras tanto, el gobierno nacional prioriza la negociación con el FMI de la deuda fraudulenta dejada por el macrismo.
En San Nicolás gobierna ininterrumpidamente desde hace casi 10 años el clan Passaglia, aplicando una política marcadamente elitista, en la que se privilegian los intereses de empresarios amigos, y cuyo fuerte es la promoción de la obra pública, destinada a “embellecer” la imagen de la ciudad, pero no a atender las demandas urgentes de los barrios. Obras de puesta en valor mal realizadas o ejecutadas varias veces, el desvío millonario de fondos al financiamiento de negociados de la familia y amigos, el desfinanciamiento de áreas claves como salud y educación, y proyectos faraónicos como el Autódromo o el Estadio Único, son algunos de los hechos que ilustran una gestión municipal que desatiende la emergencia social, y que incluso reprime la protesta, como lo ha hecho contra activistas en defensa del Parque Aguiar.
Frente a un escenario donde la crisis golpea a la clase trabajadora, y donde la respuesta de los gobiernos ante ello es ajuste y represión a los obreros que no quieren perder sus puestos de trabajo o a las familias que reclaman por tierra para vivir, se hace necesario la organización por abajo y la movilización para que triunfen las luchas por salud, educación, tierra y trabajo, y para imponer un programa de fondo que atienda la emergencia social. Por eso hay que apoyar a todos sectores que salen a pelear contra el ajuste, como los obreros de Arrebeef, los jóvenes del call center Hey Latam de Rosario, los trabajadores vitivinícolas de Mendoza y la primera línea de la salud en Neuquén. Que la crisis y la deuda fraudulenta la paguen los capitalistas y no a costa del hambre del pueblo trabajador.