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ELECCIONES GENERALES #28A. Sánchez gana las elecciones y Podemos pide gobernar con los neoliberales “progres” del PSOE

El PSOE se prepara para gobernar. Unidas Podemos reitera su ofrecimiento a entrar en el Consejo de Ministros. Los partidos independentistas se fortalecen y serán decisivos. La disputa en la derecha se mantendrá abierta: Vox entra con fuerza, el PP se hunde y Cs asciende. Unas elecciones que no le resuelven la crisis al Régimen del 78.

Santiago Lupe

Santiago Lupe @SantiagoLupeBCN

Domingo 28 de abril de 2019 20:00

Foto: EFE

Con el 98,5% de los votos escrutados queda confirmada la victoria del PSOE en las elecciones generales con 123 diputados y un 28,7% de los votos. Definitivamente la moción de censura contra el gobierno de Rajoy, los apenas 10 meses de gobierno -con algunas políticas de gesto y algunas medidas sociales mínimas- y sobre todo el voto del miedo ante la emergencia de Vox, han servido al PSOE para remontar la debacle de 2016 donde solo logró 85 diputados.

Estos resultados se han dado en una jornada con una alta participación -de un 75,75%- y han estado motorizados en gran medida por el rechazo de cientos de miles a lo que representaba el ascenso de Vox y a las otras dos formaciones de la derecha que vienen de pactar con la extrema derecha el gobierno andaluz. Ha habido una importante movilización de voto que expresaba el rechazo masivo a las ideas racistas, machistas y de reacción ante el movimiento de mujeres y el españolismo que encarna la formación de Abascal. Mucho más que un apoyo entusiasta al proyecto de gobierno neoliberal “progre” que representa el PSOE de Pedro Sánchez.

Unidas Podemos obtiene 42 diputados y un 14,31% de votos, nada menos que una bajada de 29 escaños y 7 puntos. Su socio valenciano de Compromís baja todavía más, de los 4 diputados a 1 solo. El apoyo acrítico de Unidos Podemos a Sánchez en estos meses, actuando como auténticos “ministros sin cartera”, ha sido también un gran activo en favor de la recuperación de la pata izquierda del moribundo bipartidismo. El neorreformismo que emergiera hace cinco años prometiendo asaltar los cielos, ha terminado defendiendo la Constitución del 78, perdiendo cerca de la mitad de los votos y consolidándose como la muleta de los social-liberales.

La guerra por la hegemonía de la derecha alimentará la polarización reaccionaria

Sin embargo, los grandes perdedores de la noche estaban en la calle Génova. El PP se ha hundido hasta los 66 diputados, menos de la mitad de los 137 de 2016. Como dato relevante no obtienen ni un solo diputado en el País Vasco y solo una, la aristócrata Álvarez de Toledo, en Catalunya. La “renovación” de Casado cosecha una gran derrota que volverá a someter a tensiones impredecibles al partido histórico de la derecha española. Sale derrotado el aznarismo y hay que ver si otros barones como Feijoó abren fuego contra la nueva dirección. Pero lo ocurrido hoy acerca bastante a este partido a una crisis que podría convertirse en terminal.

En el terreno de la derecha Cs ha logrado acercarse al sorpasso al PP, con 57 diputados, 25 más que en 2016. Un buen resultado que sin embargo no sirve para sumar con sus socios andaluces para que Rivera llegue a la vicepresidencia con Casado. Probablemente deberá conformarse con liderar la oposición, y disputar desde ella la hegemonía de la derecha española.

Pero la gran novedad ha venido por el buen resultado de Vox. Aunque ha quedado lejos de las encuestas que mejores resultados le daban, ha logrado nada menos que 24 diputados y más de 2,6 millones de votos (un crecimiento meteórico desde los poco más de 47.000 de 2016). La irrupción de esta fuerza reaccionaria supone todo un terremoto en el régimen de partidos en la estela de otros fenómenos internacionales.

Éste se expresará de forma inmediata en el hecho de que el espacio de la derecha se ve abocado a una suerte de “primarias permanentes” por ver quien hereda la hegemonía. Una pelea que animará aún más la polarización por derecha en esa carrera de ver quien es más reaccionario. Los llamamientos a la “resistencia” y a enfrentar al gobierno del “frente popular” (sic) de los dirigentes de Vox, son un adelanto de que la derecha promete una legislatura en la que seguirán a la ofensiva.

Se fortalecen los partidos independentistas en Euskadi y Catalunya

Entre los partidos independentistas la tónica ha sido la de una subida significativa tanto en Euskadi como en Catalunya. Prueba de que la cuestión territorial seguirá siendo una de las principales brechas de la crisis de régimen.

EH-Bildu dobla su resultado con 4 diputados, 3 en el País Vasco y otro en Navarra, y el PNV sube uno hasta los 6. En Catalunya ERC ha subido hasta los 15 diputados, 6 más que en 2016. La lista de JxCat se queda con 7, solo uno menos que CDC en 2016. La interna en la dirección procesista se resuelve claramente a favor del partido de Junqueras, que viene haciendo más abiertamente bandera de un retorno al autonomismo. Este resultado puede facilitar el viraje claudicante de la dirección independentista desde 2017, sin embargo, otros poderes que no se han presentado hoy a las elecciones -y no lo hacen nunca, como la Judicatura o la Corona- pueden mantener su línea "búnker" para impedirlo.

La mejoría de ERC la ha logrado fundamentalmente captando voto en el espacio de los Comunes, que pierden 5 diputados quedándose en 7. La equidistancia de Catalunya En Comú Podem respecto al derecho a decidir y su vinculación con un Podemos que se ha negado a llamar a una sola movilización por el pueblo catalán o que avaló como legítimo el juicio del Supremo en el primer debate, les ha terminado pasando factura.

En el bloque españolista el PSC mejora sus resultados hasta los 12 diputados, 4 más que en 2016, y Cs, que había sido la lista más votada en las autonómicas del 155, vuelve a la quinta posición con sus 5 diputados. De los 6 diputados del PP en 2016, solo les queda uno y otro ha ido a parar a Vox. Se identifica pues un rechazo a las tesis más ultras de nuevos y más duros 155 contra Catalunya.

¿Qué posibles gobiernos pueden salir del mapa de escaños?

El mapa de escaños resultante de este 28A dibuja dos posibles escenarios de gobierno, ambos con Pedro Sánchez como presidente. La primera, y la favorita del establishment y el IBEX35, sería la de un posible acuerdo entre el PSOE y Cs, pero es la que más dificultades tiene hoy por hoy. No solo porque Rivera ha hecho del rechazo a Sánchez y el PSOE seña de identidad en toda la campaña, sino porque la descomposición del PP y el ascenso de Vox mantiene el espacio de la derecha como un terreno en disputa. Renunciar a hacer oposición al nuevo Ejecutivo socialista sería tanto como abandonar esa pelea y renunciar a capitalizar el buen resultado de Cs frente a sus dos competidores.

La otra es por la que se ha venido pronunciando Unidas Podemos durante toda la campaña, un gobierno del PSOE con ellos como socios principales. La suma de diputados entre el PSOE, Unidos Podemos, PNV, Compromís, el de Partido Regionalista de Cantabria -con el que son socios en el gobierno regional- y hasta los dos de Coalición Canaria -aunque ésta es socia tradicional del PP-, llegan a los 175, a uno de la mayoría absoluta. Así pues, Sánchez seguiría necesitando los votos de EH-Bildu, ERC o JxCat -o la difícil abstención de Cs- para lograr ser investido y gobernar.

Por lo tanto, esta segunda opción no estará exenta de contradicciones. Seguramente el calendario electoral -a menos de un mes de municipales, autonómicas y europeas- deje las negociaciones en stand by. Pero aun retomándose después, habrá factores -como la sentencia del juicio del procés o la campaña que encenderá la derecha contra el gobierno que “rompe España”- que pueden hacer descarrilarla. A estas alturas pues, ni una repetición electoral como la de 2015-2016 está descartada.

Si este gobierno llega a producirse, estará por verse si será de coalición, como piden Iglesias y Garzón, o en solitario y con acuerdos parlamentarios, como prefieren desde Ferraz. Pero ya sea con cartera o sin ella, Unidas Podemos se prepara para reeditar su rol de socios privilegiados de un nuevo gobierno de los social-liberales y dar un paso cualitativo en su integración en el nuevo turnismo de bloques que ha adoptado el Régimen del 78 en crisis.

La vigencia y urgencia de poner en pie una izquierda anticapitalista y de clase

Como veníamos señalando desde la CRT en estas elecciones no había una opción a favor de los intereses de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud, ni de la lucha por las demandas democráticas contra este régimen que se vienen expresando desde 2011. La resultante de las mismas, que se acerca bastante a las apuestas de los defensores del “mal menor”, así lo atestiguan.

Estamos posiblemente a las puertas de un nuevo gobierno del PSOE que mantendrá el status quo y la represión y a todo aquel que lo cuestione, empezando por el movimiento democrático catalán, con un programa social-liberal que, en caso de confirmarse los aires de recesión que ya soplan en la UE, volverá a aplicar ajustes y contrarreformas como hiciera Zapatero. Todo con el apoyo de Unidas Podemos a este gobierno y con una derecha y extrema derecha a la ofensiva que querrán seguir ganando terreno no solo en las urnas sino también en la calle.

Para enfrentar el escenario de crisis y aires reaccionarios que se avecinan, urge construir una izquierda que pelee por un programa abiertamente anticapitalista, antirrégimen y de clase, que ponga en el centro desarrollar la movilización y autoorganización obrera y popular y se proponga luchar de manera independiente a todo gobierno “progresista” y los partidos que decidan sostenerlo.


Santiago Lupe

Nació en Zaragoza, Estado español, en 1983. Es director de la edición española de Izquierda Diario. Historiador especializado en la guerra civil española, el franquismo y la Transición. Actualmente reside en Barcelona y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.

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