Según un trabajo publicado en 2009 por investigadores de la UNR, la provincia de Santa Fe perdió casi 400 mil hectáreas de bosques en 30 años, mayormente por el cultivo de soja. La organización ecologista GreenPeace denunció que la principal causa de las inundaciones es la desforestación
Jueves 14 de enero de 2016
Foto: miradasalsur.com.ar
Las aguas no ceden. Tras semanas de inundaciones, los habitantes del Litoral argentino aún siguen sufriendo sus consecuencias. Tan solo en la provincia de Santa Fe hay más de 1700 personas evacuadas, con un impacto económico valuado en decenas de millones de pesos y un riesgo sanitario difícil latente.
Frente a esta crisis, que castiga sobre todo a los sectores más pobres de la región, los gobiernos provinciales y nacional buscan culpar a las inclemencias del clima. Pero lo cierto es que, más allá de la intensidad y duración del fenómeno de “El Niño”, la crisis es también producto del negocio de la tierra, que amplía el área explotable a costa de la deforestación. Un negocio que deja ganancias millonarias para dueños de la tierra y, huelga decirlo, es amparado desde el Estado.
Los negocios se tragan los bosques
Según el estudio “Evolución de la deforestación en la cuña boscosa santafesina” [1], llevado adelante por los investigadores José Vesprini, Claudia Alzugaray e Ignacio Barberis de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR , en el período entre 1976 y 2008 se perdieron casi 400.000 hectáreas de bosques.
De acuerdo con el trabajo de los investigadores de la UNR, la eliminación de los bosques en las últimas 4 décadas está íntimamente ligada a la extensión de la explotación agropecuaria y, especialmente, al aumento sostenido del cultivo de soja. Y durante el período entre los años 2000 y 2008 el proceso de deforestación se aceleró aún más gracias al alto rendimiento económico de la producción agropecuaria.
Como señalan los autores de dicho estudio, en las últimas décadas se han sancionado leyes que, aunque de manera parcial, plantean una defensa de los bosques. Pero su aplicación brilla por su ausencia. El negocio agropecuario se desarrolla libremente, sin ninguna de esas molestas trabas, maximizando sus ganancias y sin ninguna preocupación por las consecuencias de su rapiña.
Deforestación y catástrofes naturales
No es un problema menor. Los bosques funcionan como barreras naturales contra fenómenos climáticos extremos. Según el trabajo el investigador Walter Pengue de la UBA [2] , “Los fenómenos ambientales y las catástrofes (inundaciones, tornados, sequías) serán casos más recurrentes y de aparición prácticamente permanente en un país que prácticamente no las tenía.”
La deforestación no es tampoco una particularidad santafesina, ni privativa de argentina. Más bien, es el denominador común de toda la zona (incluyendo también a los vecinos Paraguay y Brasil), dónde la explotación agropecuaria se fue "devorando" a la selva paranaense, que atraviesa las cuencas de los ríos Paraná, Iguazú y Uruguay. Justamente los ríos que aumentaron su caudal son los que perdieron la "barrera natural" de la selva.
Como denunciaba a La Izquierda Diario Facundo Moulins, de la Asamblea Ciudadana de Concordia, este es el modelo de Monsanto, que erosiona rápidamente los suelos y elimina las barreras naturales contra las catástrofes ambientales, al mismo tiempo que expone a las poblaciones a herbicidas tóxicos. Y se trata de un modelo de explotación agrícola amparado por los estados nacionales y provinciales.
En un comunicado de prensala organización ambientalista GreenPeace también denunció que la deforestación y la extensión de la frontera agropecuaria son una de las principales causas de las inundaciones en Argentina, Brasil y Paraguay: “Los bosques y selvas, además de concentrar biodiversidad considerable, juegan un papel fundamental en la regulación climática, el mantenimiento de las fuentes y caudales de agua y la conservación de los suelos. Son nuestra esponja natural y paraguas protector”
Las responsabilidades del Estado
Al hablar de las inundaciones en el Litoral argentino es imposible hablar de “catástrofes naturales”. La extensión de la frontera sojera, el monocultivo y la deforestación son un producto directo del “agrobusiness”, y una fuente de ganancias mounstruosa. Pero no se trata simplemente de monstruosos pulpos como Monsanto, sino también de gobiernos nacionales y provinciales que, independientemente que sean peronistas K o no K, radicales, socialistas o macristas, han hecho todo lo posible por garantizar que este negocio siga su curso.
Nadie puede rasgarse las vestiduras hablando de la inclemencia de “El Niño”. No hay nada de “natural” ni de “fortuito”. Hay un negocio en el que las ganancias de los dueños de la tierra valen más que el bienestar, la salud y la vida de los inundados.
Notas
[1] Publicado como parte del libro “El Chaco sin bosques: la Pampa o el desierto del futuro” Orientación Gráfica Editora, 2009
[2]En el artículo “El desarrollo rural sostenible y los procesos de agriculturiación, ganaderización y pampeanización en la llanura chaco-pampeana”