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Red Internacional
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PRESENTE Y FUTURO DE LA ECONOMIA. Scioli, Kicillof y Bein: el ajuste en curso y el que viene

Daniel Scioli elogió al ministro de Economía Kicillof. El candidato con más chances del Frente para la Victoria es asesorado por Miguel Bein, en cuyo “prontuario” consta haber sido parte del gabinete económico de la Alianza. Brasil anticipa lo que preparan los candidatos del ajuste pro patronal.

Pablo Anino

Pablo Anino @PabloAnino

Martes 26 de mayo de 2015

“Además está el buen trabajo que está haciendo Axel Kicillof en el Ministerio de Economía, eso es algo que hay que decir. Me limito a los resultados. Decían de la inflación, que nos íbamos a quedar sin reservas. Sin embargo, trabajó con mucha responsabilidad, hay que ver la manera que trabajó en el último cierre de las paritarias.”, dijo Daniel Scioli en una entrevista realizada por Página 12 el día domingo.

¿Cómo logró Kicillof anestesiar las turbulencias? Conduciendo la economía a una recesión de la cual no logra salir.

El ministro logró el “milagro” de estabilizar el mercado cambiario luego de prácticamente inaugurar su gestión con una devaluación que dañó el poder de compra del salario.

Kicillof centró gran parte de sus esfuerzos en conseguir los dólares necesarios para garantizar los pagos de la deuda externa al costo de retacear divisas para las importaciones y endeudarse. En coordinación con el presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, estableció una suerte de “convertibilidad” de 9 a 1 con mínimas correcciones cambiarias que les da una especie de “seguro cambiario” a los especuladores. No se trata de un nuevo régimen cambiario como el de Domingo Cavallo, sino de una salida pragmática y contingente para garantizar una transición presidencial ordenada en el fin de ciclo kirchnerista.

La última semana logró disciplinar a la burocracia sindical oficialista que aceptó a regañadientes el “techo” del 27% de aumento en las paritarias. Esto ya no se trata de un “milagro” pues los sindicalistas oficialistas siempre están bien dispuestos a dejar pasar los ataques.

El “ancla salarial” fue otra de las patas de la política de Kicillof para estabilizar la economía. Los empresarios sacaron una ventaja durante el año pasado en la carrera entre precios y salarios. El Centro Cifra, de la CTA oficialista, habla de una pérdida del 4,8% en el poder de compra de los salarios, cuya contrapartida fue una mejora de las ganancias en la cúpula empresarial. Este año podría terminar con un empate entre precios y salarios. Pero esto no sería muestra de que finalizó el ataque contra el salario, sino de las necesidades electorales del oficialismo que busca levantar algo el consumo hacia octubre.

No obstante, el “éxito” de la política anti obrera de Kicillof todavía tiene que pasar el test de la resistencia de los trabajadores. Los aceiteros pelean por romper ese “techo” y conquistar un salario mínimo mayor a $14.000 para que ningún trabajador esté por debajo de la canasta familiar. El paro nacional convocado para el 9 de junio, a pesar de que la burocracia opositora (y semi opositora) busca hacerlo dominguero, no inscripto en un plan de lucha contra el ajuste y alejado en el tiempo de la última medida (más de dos meses después del 31 de marzo), es una oportunidad para expresar el descontento de amplios sectores de trabajadores.

Con estas “medallas” (y por las necesidades políticas mutuas) Kicillof se está ganando la confianza del candidato más firme a suceder a Cristina Fernández de Kirchner en la presidencia. La circunstancial convergencia entre ese hijo del menemismo que es Daniel Scioli con el ministro “soviético” se da sobre la base objetiva del ajuste en “cuotas” que se cargó al hombro Kicillof. Como señala Mariano Féliz refiriéndose al ministro de Economía: “lo que es presentado como heterodoxia no es más que la nueva ortodoxia, la ideología dominante adaptada a las necesidades de las clases en el poder”.

Una muestra que ortodoxia y heterodoxia económica están “en el mismo lodo, todos manoseados” es que Miguel Bein es el principal asesor económico de Daniel Scioli. El año pasado, este economista mantuvo un profundo encontronazo con Domingo Cavallo, pero no por oponerse a las recetas neoliberales de “Mingo”, sino por las acusaciones cruzadas que se lanzaron sobre la responsabilidad que tuvieron en la catástrofe del gobierno de la Alianza, en el cual Bein fue secretario de Programación Económica y Domingo Cavallo ministro de Economía. El futuro hablará sobre el devenir de Kicillof y Bein. Hoy están entre los preferidos de Daniel. Y, claro, también de Cristina.

La agenda burguesa para después de las elecciones

La estabilidad económica conseguida por Kicillof no está exenta de fuertes desequilibrios estructurales. No se trata sólo de la inflación, que es el mecanismo que utilizan las patronales y el gobierno para erosionar los salarios. Además, se esfumaron los superávit gemelos de la primera etapa del kirchnerismo en el poder.

Hace años que al calor del crecimiento de los pagos de deuda y los subsidios a las ganancias empresarias el déficit público no para de crecer.

La balanza comercial se mantuvo en terreno positivo, pero se achica permanentemente. Entre 2003 y 2013 tuvo un saldo positivo de 12.500 millones de dólares anuales promedio. En 2014 se redujo casi a la mitad con 6.653 millones de dólares de superávit. En el corriente año la balanza comercial se sigue deteriorando a pesar que habrá una cosecha récord. Es cierto que las multinacionales exportadoras retacean las ventas presionando por una devaluación que mejore los ingresos del “agro”. También es verdad que los precios internacionales de las materias primas están deprimidos.

Pero la denominada “restricción externa” (o escasez de dólares) tiene raíces estructurales profundas vinculadas a la fuerte extranjerización de la economía, el atraso del aparato productivo local que depende de importaciones crecientes para sostener la actividad y la deuda externa que aspira una buena cantidad de las divisas que se obtienen en el comercio exterior.

El kirchnerismo no mejoró ninguno de estos aspectos estructurales, por el contrario se agudizaron con la crisis energética y el crecimiento de esas armadurías de piezas extranjeras que son las terminales automotrices imperialistas y las manufacturas de productos electrónicos. La escasez de divisas como traba al crecimiento y al desarrollo es en última instancia una expresión de la dependencia económica que en la “década ganada” no cambió ni un ápice.
La retracción en la balanza comercial se refleja en la caída de las reservas del Banco Central, que el gobierno logró sostener y recomponer levemente en los últimos meses gracias a liquidar el discurso del desendeudamiento. Los dólares ingresados por el “swap” (intercambio de monedas) con China, la colocación de Bonar 2024, el endeudamiento de YPF, las inversiones para el sistema 4G, permitieron detener la sangría y mejorar levemente las reservas. Pero los casi 34.000 millones que acumula el Banco Central están bien lejos de los más de 52.000 alcanzados en 2011.

Dilma Rousseff ganó las elecciones proponiéndose como un dique de contención frente al avance de la derecha y el intento de ajuste. Una vez ganadas las elecciones se transformó en la cara visible de los ataques contra las condiciones de vida del pueblo brasileño. En Brasil, el PT acaba de lanzar un ajuste de 23.000 millones de dólares del gasto público. La medida es saluda por el Fondo Monetario Internacional, aunque la considera insuficiente.

La pérdida de dinámica económica no es sólo un fenómeno del país vecino, es una realidad que afecta, con desigualdades, a toda América Latina.
Es en este panorama de agotamiento de las condiciones internacionales e internas que gozó el kirchnerismo en la última década es que se alistan los candidatos patronales, ya sea que se trate de Scioli, Macri o el venido a menos Massa. En su agenda figura la devaluación para resolver el atraso cambiario. La contrapartida es el ataque al salario, como ocurre con cada modificación cambiaria. También todos se encaminan hacia un nuevo ciclo de endeudamiento (que ya inició en pequeña escala Kicillof) y un ajuste fiscal a la brasilera. En oposición a los candidatos del ajuste, el Frente de Izquierda y los Trabajadores tiene un programa de defensa de los intereses obreros y populares.


Pablo Anino

Nació en la provincia de Buenos Aires en 1974. Es Licenciado en Economía con Maestría en Historia Económica. Es docente en la UBA. Milita en el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Es columnista de economía en el programa de radio El Círculo Rojo y en La Izquierda Diario.

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