Aragonés destituye al vicepresident Puigneró y JxCat decide este jueves su continuidad en el Govern. La restauración autonómica termina de romper el bloque procesista. La necesidad de retomar la lucha por la autodeterminación tomando las lecciones de una década de procés.
Miércoles 28 de septiembre de 2022
El Debate de Política General del Parlament catalán concluye con una nueva crisis del Govern de coalición que puede llevarlo a la ruptura. El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, destituyó en la noche de este miércoles al vicepresidente Puigneró y conseller de Territorio, Transportes y Agenda Digital.
Una decisión tomada después de una tarde de reuniones con sus asesores, el Govern y Jordi Turull, secretario general de JxCat. Era la respuesta de ERC a la petición de sus socios en el Parlament de someterse a una moción de confianza.
JxCat convocó este jueves una larga reunión extraordinaria de su ejecutiva para terminar de decidir su permanencia o no en el Govern. Finalmente la decisión se aplazó a la semana siguiente cuando, si Aragonés no rectifica en la destitución de Puigneró, las bases de JxCat decidirán entre el jueves y el viernes la permanencia o no en el ejecutivo catalán.
La propuesta de ERC de ofrecer un “acuerdo de claridad” al gobierno central para conseguir un referéndum pactado con el Estado fue el detonante de esta escalada. Aragonés propuso un mecanismo inspirado en Ley de claridad que aprobó Canadá para el referéndum de independencia de Quebec.
Sin embargo, a quien se lo pide es al gobierno de Pedro Sánchez, pieza clave en la represión y posterior persecución del independentismo catalán junto a la derecha, la Corona y la Judicatura.
ERC corroboraba así su firme voluntad de ejercer de enterrador de las aspiraciones democráticas del pueblo catalán y convertirse en el nuevo “virrey” autonómico del Régimen del 78 restaurado por el gobierno de PSOE y Unidas Podemos.
La propuesta fue señalada por JxCat como una ruptura del acuerdo de gobierno, y de ahí la propuesta de moción de confianza. El partido de Puigdemont trata de separarse de la hoja de ruta de sus socios de Govern. Pero esto no deja de ser una completa impostura.
El retorno a la normalidad autonómica, la apuesta por una mera renegociación de la financiación y el rechazo a cualquier vía unilateral, y mucho menos a reanimar el movimiento democrático, es parte del acuerdo estratégico entre los dos partidos procesistas.
De hecho Puigneró era hasta ayer un "superconseller" que capitaneaba dos de los rubros más importantes de este retorno a la normalidad autonómica: el traspaso de Cercanías y la renegociación de la ampliación del aeropuerto del Prat.
La disputa con ERC es mucho más prosaica que las supuestas diferencias sobre cómo lograr la autodeterminación, un fin al que ambos hace tiempo que renunciaron.
En el Debate de Política General JxCat aclaró en que se conformaría con que en la Mesa de Diálogo con el gobierno central, donde no están, solo se hablará de autodeterminación, es decir de nada.
A lo que se negaban es a que en ese espacio se llevará adelante la renegociación de competencias y financiación. Su queja era que de ese negocio se les estaba dejando fuera.
ERC está dispuesta a pagar el precio de desprestigio en el independentismo a cambio de heredar el trono vacante del pujolismo. Visto que JxCat solo quiere las "mieles" de la restauración autonómica y ninguno de sus costes en desgaste, la deja fuera.
JxCat a su vez, subordinada a una posición subalterna el el Govern por primera vez, no recibe la ganancia directa esperada de este desgaste y opta por gesticular algo más de “procesismo simbólico” para presionar por más trozo del pastel y tratar de recuperar la hegemonía electoral en el bloque independentista presentándose como el ala dura del independentismo.
El creciente cuestionamiento a los partidos procesistas de parte del movimiento democrático catalán, que pudo verse claramente en la Diada y en la crisis con la ANC, es lo que está detrás de esta grave crisis que puede llevar al procesismo a una verdadera implosión.
Superar esta falsa dirección, que en ningún caso estuvo dispuesta nunca a llevar la lucha por la autodeterminación hasta el final, no puede hacerse ni con gesticulación simbólica como la que propone JxCat, ni con “más procesismo” como defienden la ANC y su nueva declaración unilateral de independencia desde el Parlament.
Tampoco desde la política de la “unidad popular” de la CUP, que se mostró como la eterna mano extendida y unidad con los representantes de la burguesía independentista que ya hemos visto donde conduce.
Una alianza que obstaculizó la incorporación de la clase trabajadora y sus demandas como parte de la lucha por la autodeterminación, y privó por lo tanto al movimiento de la única fuerza social de quebrar al Régimen del 78 y soldar la unidad y solidaridad con el resto de las y los trabajadores del resto del Estado.
La actual crisis del Govern y de la alianza entre los partidos “procesistas” es a la vez una muestra del callejón sin salida al que han conducido al movimiento democrático catalán, y una oportunidad para reprender la lucha por la autodeterminación desde otras bases.
Unificando esta demanda democrática con el resto de demandas sociales, que se hacen aún más urgente al calor de la nueva crisis económica y social, peleando por que la clase trabajadora intervenga con centralidad y sus propios medios y apunten a la caída del Régimen del 78 para permitir terminar con todos sus candados.