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Mundo Obrero. Se destinan 3 mil millones de pesos para injerencia empresarial en la educación

Al menos 3 mil 740 millones de pesos del presupuesto educativo serán otorgados al programa de Normalización y Certificación en Competencias Laborales donde participan empresarios y charros sindicales. ¿Qué es este programa y por que se le otorgarán tantos recursos?

Sulem Estrada, maestra de secundaria

Sulem Estrada, maestra de secundaria Agrupación Magisterial Nuestra Clase y Pan y Rosas

Miércoles 4 de noviembre de 2020

Según el CONEVAL, el Programa de Normalización y Certificación en Competencias Laborales “contribuye al mejoramiento de la calidad de la fuerza laboral mexicana para fortalecer la competitividad económica del país, a través del Sistema Nacional de Competencias (SNC)”.

Este sistema tiene como propósito “elevar la competitividad económica”. Es organizado, coordinado y promovido por el Consejo Nacional de Normalización y Certificación de Competencias Laborales (CONOCER).

Este consejo es una entidad paraestatal sectorizada en la Secretaría de Educación Pública en la que participan la Secretaría del Trabajo y la Secretaría de Economía entre otras por parte del gobierno federal. También participa el Consejo Coordinador Empresarial, la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX) y la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN), así mismo participan los charros sindicales de la CROC, la CTM y el Congreso del Trabajo.

Si bien esta iniciativa surgió en 1995 bajo el gobierno de Ernesto Zedillo y de la mano de las políticas educativas neoliberales, hoy está más vigente que nunca y ha recibido un incremento del 6,353%, a pesar de la retórica de AMLO que asegura que el neoliberalismo se acabó con su gobierno.

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Uno de los objetivos principales del Sistema Nacional de Competencias es desarrollar normas de competencia laboral que se convertirán en referentes para que el sistema educativo forme recursos humanos calificados para el ámbito laboral.

Es decir, una de sus principales funciones es empatar las necesidades de las empresas con las del sistema educativo, con el objetivo de que las empresas incrementen su productividad y tengan una mano de obra cada vez más calificada de acuerdo con sus necesidades e intereses.

La industria señala como fundamentales para insertarse en el mercado laboral tres competencias básicas: matemáticas aplicadas -que implica la resolución de problemas-, lectura informativa y la búsqueda de información.
No es de extrañar que estas sean precisamente las habilidades y las competencias que el sistema educativo viene resaltando desde hace años y que la Nueva Escuela Mexicana coloca bajo el título de “aprendizajes irrenunciables”.

Cuando se aprobó la reforma educativa de Peña Nieto, miles de maestros vimos con preocupación cómo se avanzaba a pasos agigantados hacia la privatización de la educación y cómo esta reforma no era únicamente laboral, sino estaba encaminada a profundizar los planes de los organismos financieros internacionales y de los grandes empresarios en materia educativa. Estos planes no han cambiado ni tampoco el apoyo gubernamental que se les da.

Resulta muy indignante saber que el dinero del presupuesto educativo se está destinando a este programa en lugar de utilizarse en la necesaria construcción de escuelas para evitar el hacinamiento, en la contratación de maestros -que evite la insana competencia entre normalistas y egresados de las universidades generando empleo para todos-, en la dotación de recursos para el acercamiento con las y los alumnos en tiempos de pandemia como es el internet, computadoras y/o teléfonos celulares para maestros y alumnos -que por la vía de los hechos están quedando fuera del derecho a recibir educación por no contar con ellos- y en que todas las escuelas tengan los insumos necesarios para un regreso seguro a las aulas cuando haya condiciones para volver.

La educación debería estar al servicio de los trabajadores y el pueblo. Somos las y los maestros, junto a los padres y madres, los alumnos y las comunidades quienes debemos definir qué se enseña, cómo y para qué, no lo grandes empresarios que solamente ven por sus intereses monetarios y a quienes nuestras vidas no les importan, como han demostrado durante esta pandemia.

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Es necesario que las y los docentes nos unamos a los padres y madres de familia, así como al resto de las y los trabajadores para luchar por ser nosotros quienes definamos democráticamente cómo y en qué debe gastarse el presupuesto educativo, así como un incremento sustancial del mismo para cubrir todas las necesidades del sector.

Exigimos a los delegados sindicales del SNTE en las escuelas, que convoquen a asambleas virtuales para discutir como podemos enfrentar el ataque en contra del sector educativo.

Llamamos a la CNTE a romper la pasividad y la tregua con el gobierno para levantar las demandas del magisterio.