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Red Internacional
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TERMINA APOYANDO AL GOBIERNO DE MARIO DRAGHI. Se desvanece el espejismo "antisistema" del Movimiento 5 Estrellas en Italia

El apoyo al Gobierno del banquero Mario Draghi marca el fin del discurso "antisistema" del Movimiento Cinco Estrellas. Pero, ¿no podría considerarse antes como un partido contra el sistema?

Domingo 28 de febrero de 2021 23:45

"En las últimas elecciones voté a Grillo, pero sabía que acabaría por no gustarme. Quiero ver brillar a mi país y no me resigno a la mediocridad de nuestra clase política..."

El que así se expresa no es un obrero traicionado por los distintos partidos de la izquierda reformista y parlamentaria que a lo largo de los años han reducido a la clase obrera a una grave impotencia política. Se trata de Lapo Elkann que, aunque puede ser considerado una especie de rebelde de la Casa Agnelli (los dueños de la antigua FIAT, ahora parte del grupo automovilístico Stellantis), es un personaje emblemático de la burguesía italiana.

La decisión de apoyar al gobierno de Draghi, haber traicionado los "principios" originales del movimiento liderado por el cómico Beppe Grillo y haberse "vendido" a los poderes reales, ha generado un duro enfrentamiento interno en el Movimiento 5 Stelle (M5S). Una crisis que podría llevar no solo a alguna renuncia como en otras ocasiones, sino a la ruptura de alas enteras del partido-movimiento.

¿Es realmente así? ¿Basta con criticar la estructura del partido para convertirse en los llamados "antisistema"? ¿Qué balance se puede hacer hoy del populismo italiano?

El populismo "antipartido" no es diferente de la demagogia partidista

En primer lugar, podemos decir que el M5S hace uso de una demagogia “nacional-populista" que hoy comparten todos los partidos italianos, sin excluir ninguno. Hablan de los males "del pueblo", causados siempre por otros (aunque todos los partidos del parlamento han estado en el gobierno nacional), que pueden ser combatidos con un genérico "cambio", una eterna reforma de un sistema que ningún partido cuestiona.

Hoy las diferencias ideológicas entre las fuerzas políticas no pasa por el rol del Estado en la economía, como fue el debate durante toda la posguerra entre el Partido Comunista Italiano y los Demócratas Cristianos. La discusión es cómo favorecer a la burguesía italiana y a los grandes industriales en términos de reformas y financiación, y especialmente, sobre cómo mantener a raya a los explotados y oprimidos y cómo disputar el apoyo político de las clases medias y pequeños propietarios, de los que proceden gran parte de los dirigentes, incluidos los del M5S.

Están los que prefieren las porras para reprimir a los insumisos (en particular el sector de Salvini, pero una tendencia muy transversal, a decir verdad), los que con pequeñas propinas intentan mantener a raya al ejército de desocupados (con la última "gran" medida de la renta ciudadana) y los que hacen un guiño a la burocracia sindical mientras promueven avances en la legislación laboral y precarizan el trabajo como con la Ley de Empleo.

Así que la consigna de las inversiones para impulsar las empresas se ha convertido en un mantra dentro del PD, la Liga y otros, incluidos los 5 Estrellas.

No, el M5S no era antisistema antes y no está vendido hoy, pero es una parábola lógica de un partido o "movimiento" común que no critica la estructura que regula nuestra economía y por tanto nuestra sociedad, sino que se limita a criticar la superestructura del sistema capitalista, de tal o cual limitación del mismo. Sin ni siquiera hacer una crítica sinceramente democrática del aparato estatal, montando en cambio olas antidemocráticas como el reciente referéndum sobre el recorte de parlamentarios, que aumentan el consenso hacia formas políticas aún más autoritarias.

El movimiento ha ido ganando fuerza, desde sus primeros años, llevando adelante el argumento ya sostenido por muchos, de que los partidos tradicionales, desde la derecha hasta la izquierda, eran todos iguales. En lugar de intentar romper esta confluencia aparentemente "obligatoria" de los partidos hacia una determinada política "institucional", el M5S no ha hecho más que reforzarla con su parábola política, que terminaba con la prioridad de seguir en el gobierno, de gobernar con cualquiera, sólo por gobernar. Y así, el partido que nació gritando contra los bancos y capitalizando la conspiración contra los "todopoderosos" banqueros, termina apoyando al gobierno del ex presidente del Banco Central Europeo, una de las instituciones responsables de los planes de ajuste en toda Europa, Mario Draghi.

Por una política a favor de los explotados y verdaderamente antisistema

El ascenso del M5S se debe también a la profunda crisis de la izquierda referenciada más o menos abiertamente en la clase obrera, que ha dejado enormes espacios políticos vacíos. No es un misterio que en 2018 el M5S fue el primer partido entre los trabajadores a nivel nacional.

La cuestión entonces es promover una política que sea realmente representativa de los explotados, de los que siempre pagan la crisis, de los que no tienen intereses comunes los explotadores.

Necesitamos un partido realmente de la clase obrera y no "un poco burgués, un poco obrero". Un partido cuyo carácter "antisistema" esté dado por la contestación real al sistema en el que vivimos, el capitalismo, y no por los gritos populistas al “enemigo” de hoy, que será el amigo de mañana.

Una política que, en contra de lo que sigue proponiendo la izquierda reformista en bancarrota, reclame una solución que rompa con el mantra de que el Estado y sus leyes, junto con la existencia natural del trabajo asalariado, son la única solución para el progreso social: el requisito previo para cualquier avance político real de los explotados es negar que pueden conseguir todo lo que necesitan en esta sociedad, empezando por el fin de su papel social como esclavos asalariados.

La ruptura con la vieja política, y en contra de lo que de hecho ha promovido el M5S, pasa por la ruptura con la costumbre de delegar la propia subjetividad política en los parlamentarios de los partidos patronales, en la burocracia partidaria y sindical que impiden o debilitan la movilización: sin la organización de los trabajadores "comunes", de las mujeres y de los jóvenes, sin nuestras reivindicaciones, sin la lucha, la clase dominante no nos da nada y, por el contrario, nos quita lo que previamente hemos conquistado. El sistema no puede reformarse en un sentido progresivo, y de hecho el M5S no lo ha hecho, porque en su creciente decadencia global necesita cada vez más descargar su crisis sobre los trabajadores y clases oprimidas.

Por eso no se trata de moverse y luchar para presionar a "lo que hay", a los partidos que aceptan gobernar defendiendo los intereses de los capitalistas. Se trata de organizarse para tener una política propia de explotados contra explotadores, no de "honrados" contra "la casta" corrupta. Se trata de construir un gran partido verdaderamente "antisistema", revolucionario, con una política que reivindique los intereses de los trabajadores hasta el final, centrada y construida sobre ellos.
Llevar a cabo esta lucha significa evitar la creación de monstruos electorales que, como la época posterior a 2008 nos ha demostrado muy bien, se basan en una retórica que es de hecho reaccionaria para asegurar el apoyo electoral de las clases subalternas, y para detener, como el propio Grillo siempre ha afirmado, su impulso conflictivo y revolucionario.