×
×
Red Internacional
lid bot

El Telescopio. Se dice de ellas

Sobre Tita Merello, las pibas de la selección y los prejuicios en la cancha de la vida.

Viernes 21 de junio de 2019 17:03

Besisso huele a saladeros, río y progreso en la nostalgia.
Caminaba por ahí los otros días y una ventana con vidirios rotos y persianas en desuso me trajo a la música. Escuché aquella canción, con su característico bandoneón y su voz provocadora.
Una vez me contaron que la cantaba un hombre, pero su verdadero éxito llega cuando Tita Merello le puso voz y fuerza.

"...se dice de mí..." arranca la canción y entonces pensé en la figura de esa mujer. Actitud, fortaleza, decisión y el final diciendo "yo soy así", cuando pocas se animaban tanto a decir cómo eran, o qué deseaban o qué pensaban. Tal vez por eso trascendió, me dije. Por eso no es indiferente.

Después de eso hice una recopilación de opiniones sobre Tita Merello. No fue algo serio y estudiado, pero me pareció que "la bancan", quizás por lo mismo que yo.

La mayoría de los pensamientos se encuentran entre ellos, se unen y se entrelazan, sin aparente explicación racional. Solo después de un análisis (que a veces no llega), podemos determinar la conexión. Y menciono esto por lo que pasó poco tiempo después de Berisso... sus veredas... el bandoneón y tita Merello.

En las calles (el hombre del diario, mi mamá, la vecina, el carnicero) sonaba otro ruido: el de las pibas de la selección nacional de fútbol.

¡Vamos las pibas!, gritaba el ingenio popular. Y entonces yo me acordaba de Tita, de la canción y su imagen con sonrisa socarrona, como de venganza, o más bien como de revancha.

Igual que Tita, igual que tantas mujeres anónimas y reconocidas, las pibas gambetearon, defendieron y atajaron, ante todo, los prejuicios en la cancha de la vida.
La pelota abajo del brazo es la imagen estándar de un pibe, la de las nenas la muñeca.

Hay mandatos que se reproducen más fuertes que cadenas de hierro con veinte mil candados. Es la ideología imperante de una época. a veces es literal, como las mujeres cuello de jirafa de la tribu lejana Kayan (lejos de acá pero muy en este mundo), que tienen su cuello rodeado de anillos. Dicen que si se los sacan morirían porque no tienen fuerza en la zona cervical, pero lo peor es ese pesar simbólico que las espaldas cargan.

Lo normal y lo anormal, lo lindo y lo feo, los antónimos dividen nuestra cabeza en dos. Ni en tres, ni en cinco. En dos. Solo dos opciones. Pelota o muñeca.

Así que las pibas que juegan al fútbol, igual que con todo lo pre destinado para hombres en este mundo, transpiran la camiseta de la perseverancia, la fuerza, el coraje y la no resignación. Luchando contra los prejuicios, privilegios y miradas inquietas se enfrentaron y la siguen remando.

Se hacen un lugar pero van por más. Será por eso que emocionan bastante y se llevan las miradas. Será por eso que son un cachito referencia de tantas luchas de cada día. Será por eso que hoy juegan y los pañuelos verdes copan las tribunas, cada vez que ellas salen a mostrar que podemos, que podemos mucho y podemos más.

Me olvidé de contar que el día de Berisso, sus veredas, el bandoneón y Tita encontré una entrevista que le hicieron a ella. Decía que en la vida se cayó tantas veces que llegó a golpearse la frente, pero se levantó. Como las pibas en su último partido, como tantas en la historia, reconocidas y anónimas.

Que se diga de las pibas, que se diga de nosotras, que la pelea la damos hasta el final y cada vez somos más. Somos así.