Compartimos algunas reflexiones sobre la situación política en Argentina, la intervención de nuestro partido hermano el PTS y la emergencia de incipientes fenómenos dé auto organización que vimos durante nuestro viaje a Argentina.

Galia Aguilera Profesora, y dirigenta del Partido de Trabajadores Revolucionarios

Akemi Matsubara Egresada Derecho Universidad de Antofagasta
Martes 6 de febrero de 2024

La enorme crisis económica que vive el pueblo argentino es evidente. Basta darse una vuelta por Avenida Corrientes. Gente en situación de calle que duerme en los cajeros automáticos o afuera de los teatros. No es gente desocupada, son trabajadores. Familias completas que no tienen dónde vivir, con una inflación que viene afectando brutalmente el bolsillo de la clase trabajadora y los sectores populares, con sueldos que no alcanzan para llegar a fin de mes por el aumento sistemático de los precios, una informalidad de un 60%.
Muchas personas nos contaban que para subsistir es necesario tener más de un empleo precario, dado el aumento de los arriendos, el combustible, la comida y las cosas básicas. Es sorprendente incluso, cómo algunas cosas están hasta más caras que en Chile. 1 paquete de 4 rollos de papel higiénico vale $4.000. Casi 4 veces más de lo que vale en Chile. La diferencia es que el sueldo mínimo en Chile es de 500 mil y en Argentina de apenas 200 mil.
Esto tiene su origen en que los gobiernos han priorizado pagar la deuda al FMI a costa del pueblo argentino. Una situación asfixiante para millones de personas.
La gente está cansada. Esto es parte de la explicación de por qué en diciembre ganó las elecciones Javier Milei, un ultraderechista que prometió acabar con la casta con un plan demagógico y ofensivo, propuestas que hacían referencia al modelo económico pinochetista impuesto a bota y fusil de una de las dictaduras más sangrientas de latinoamérica. Esta referencia no fue lo suficientemente masiva para frenar el peligro del avance electoral de una propuesta que amenaza con privatizar la educación pública, la salud y las empresas del Estado. Un motivo claro fue que el otro candidato, Sergio Massa, no era nada menos que el Ministro de Economía del gobierno de Alberto Fernández, que aplicó brutales medidas de ajustes, hundiendo al pueblo argentino en más hambre y miseria para los jubilados y las familias. A tan solo diez días de haber asumido, Milei busca aplicar un acelerado y amplio ajuste que amenaza a las grandes mayorías, la lucha contra el ajuste, ya se ve en los lugares de trabajo y en las asambleas barriales que se expanden y crecen.
El Gobierno de Milei intenta imponer un ataque monumental, ajustando cada uno de los aspectos que dan forma a las conquistas históricas del pueblo argentino. Por un lado, se trata del famoso Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) firmado el 21 de diciembre por el presidente que comenzó a regir el 2 de enero con el fin de desregular la economía, derogar cientos de leyes y avanzar sobre derechos laborales, varios apartados están siendo frenados a través de recursos, pero no es aquí donde se juega el gallito.
Por otro lado, el ataque se complementa con la Ley Ómnibus, que el viernes 02 de febrero se votó en general con 144 votos a favor y 109 en contra, en particular se comenzará a votar el próximo martes, si bien redujo de 664 a 382 artículos, sigue siendo favorable para los grandes empresarios.
La votación se llevó adelante con la represión a las afueras del Congreso a una masiva protestas de jubilados, vecinos de asambleas de cientos de barrios de capital y provincias de Buenos Aires, activistas y trabajadores de la cultura, agrupaciones de trabajadores de educación, de salud, de fábricas recuperadas y organizaciones barriales.
La ley ómnibus que incluye otorgar a Milei facultades legislativas “delegadas”, un poder monárquico para quien quiere pasar un mega paquete de ajustes, propone profundas reformas económicas, administrativas, fiscales, penales, en salud, educación y hasta medioambientales recogidas en cientos de artículos. El partido de gobierno, La Libertad Avanza, cuenta con apenas 38 de 257 escaños en la Cámara de Diputados, pero suma el apoyo de opositores de centro derecha.
El ataque es tremendo. Es suficiente ver el centro de Buenos Aires para darse cuenta del nivel cultural. En todas las cuadras hay teatros y librerías, y los argentinos orgullosamente dicen que son uno de los países con más teatros en el mundo. Este ataque pasa recortes presupuestarios a bibliotecas, desfinanciamiento al Instituto Nacional de la Música y al Instituto Nacional del Cine y las Artes, cierre de importantes organismos como el Instituto Nacional del Teatro e Fondo Nacional de las artes; con este ataque las empresas privadas serían las que definirían qué cultura se produce y circula en el país, muy similar a Chile, que hay que estar peleándose los fondos a través de concursos. Esta situación ha puesto en alerta a los trabajadores y activistas de la cultura, han impulsado una asamblea “Unidos por la Cultura”, que ha sido participe de las movilizaciones, son cientos de artistas que deliberan cómo frenar los ataques de Milei.
Si bien algunas empresas públicas fueron bajadas del proyecto, el ataque sigue siendo de envergadura, porque pondrá a la venta total y/o parcialmente empresas públicas como Aerolíneas Argentina, Ferrocarriles Argentinos, Banco de la Nación, la empresa nacional de telecomunicaciones Arsat, medios de comunicación, entre otras.
Entre ambos proyectos también son amenazados los recursos naturales colectivos, tierras, bosques, glaciares, minería, derechos colectivos de los pueblos originarios y el cotizado litio, materia prima demandada por empresas multinacionales como el magnate de la tecnología Elon Musk, quien se twittea con Milei .
La “rosca” parlamentaria.
Negocian sin pudor. Y en cierto sentido, esto demuestra la profunda crisis política que hay. A pesar de todas las acusaciones de “casta”, el Gobierno tuvo que tragarse sus palabras porque el 56% del balotaje no le garantizaba impunidad para pasar el ajuste. Chocó con la realidad de una minoría parlamentaria en el Congreso. Asimismo, la oposición colaboracionista tuvo que llevarse al bolsillo las acusaciones para mostrarse como una “oposición responsable” para buscar gobernabilidad.
De esta forma aprobaron la ley en general, tras una serie de reuniones y juntas entre hoteles de lujo y los pasillos del congreso con el Pro y aportes de la mayoría de los integrantes del radicalismo. Junto con el gran empresariado respaldan y colaboran con el propósito que el gobierno avance en una reforma laboral que pretende eliminar indemnizaciones y convenios colectivos, entre otros ataques directos al pueblo.
Pero no fueron solo ellos. La oposición peronista, si bien rechaza el proyecto, desde el kirchnerismo tuvieron un sector díscolo. 3 diputados tucumanos de Unión Por La Patria votaron a favor. De conjunto, se le abrió una crisis. No son sólo estos “disidentes”, sino también el profundo silencio frente al ajuste de Cristina Kirchner que fue completamente cuestionado por su base social. Y recientemente, Daniel Scioli, ex presidente de Néstor Kirchner, se integró como funcionario al Gobierno de Milei. ¿Dónde está Cristina? ¿Dónde está la CGT? Son preguntas que surgen no solo en la calle, sino en amplios sectores de su base electoral y social, que ve
De conjunto este megaproyecto, que se busca imponer desde las primeras semanas de gobierno, tiene su oposición en las calles que impuso un paro nacional a la CGT que fue convocado por la central el 24 de enero. La exigencia de un plan de lucha por los amplios sectores movilizados que dicen “con un paro no basta” corean en las calles “donde está, que no se ve, la famosa CGT”, es una importante exigencia para una de las centrales que concentra parte importante de la organizada y fornida clase obrera argentina.
Efectivamente el peronismo en el parlamento fue una oposición a la ley, sin embargo, estas denuncias filosas no tuvo su correlato con en el terreno de la movilización. Si no que, por el contrario, fueron completamente conservadores. Irrelevantes. Dirigiendo la CGT, mantienen una política pasivizante sobre el movimiento obrero. Su estrategia no es ganar con el método de la movilización. Apuestan a una estrategia electoral: “Hay 2027” dicen. Esperan al desgaste del Gobierno de Milei. Pero esperar hoy por hoy, es dejar pasar el ajuste.
Este malestar, aún incipiente, despierta cierta simpatía por la izquierda, que tiene un rol en las calles y en el Congreso, y que la prensa destaca a Myriam Bregman como una persona influyente en redes sociales. A diferencia del peronismo, El PTS en el FITu busca el desarrollo de la potencialidad de lucha que puede surgir de los millones que hoy se ven afectados por la crisis.
24E: Hay fuerza
La plaza estaba repleta. Con los compañeros de La Izquierda Diario, nos juntamos en ediciones IPS para acercarnos al Congreso. No había forma de llegar al centro de la Plaza. Alrededor, las calles que rodeaban el Congreso, había un mar de gente. La policía, en un intento bastante absurdo, tiraban a la vereda a las personas para hacer cumplir el protocolo Bullrich.
En la plaza se veían banderas de un montón de sindicatos, de asambleas barriales, de organizaciones que tienen trabajo en barrios a través de comedores, planes sociales, etc, trabajadores con su ropa de su sindicato o de su trabajo en grupos y más. La noche anterior se cancelaron más de 300 vuelos en los aeropuertos. Ese mismo día, Ford que produce las camionetas Hilux cada 90 segundos y Toyota, paralizaban a miles de trabajadores automotrices. Los hospitales atendían solo urgencias. Y desde las 19hrs, el paro del transporte se hizo notar, no había ni un alma en la calle.
El paro demostró la fuerza de la clase trabajadora argentina. A su modo también lo decían los diarios que tiraban las cifras de las pérdidas monetarias por el paro. En la tele, el gobierno se contradecía, intentando minimizar el paro mientras desplegaba una enorme fuerza policial y lloraban las pérdidas. Fue una advertencia para los dueños del país y una demostración propia de fuerzas de la clase trabajadora, millones mostraron su rabia apenas 40 días de asumido el Gobierno de Javier Milei.
El paro fue contundente, aun cuando días y horas antes llegaban las noticias de cómo la burocracia sindical de la CGT, a pesar de que convocó al paro, hacía todo lo posible para que no se le desborde. Que las banderas de su columna tenían que medir tantos metros, que no podías llevar tu propia consigna con lo que estuvieras reclamando y más. No es solo que convocaron al paro desde las 12 de la tarde, sino que negociaron para que el transporte no paralizara hasta las 19hrs de ese día, por lo cual los trabajadores más precarizados, los sin contrato, que allá llaman “en negro”, no pudieran participar del paro.
Para muchos trabajadores, este era su primer paro. Varios iban en grupos de amistad con sus ropas de trabajo, como quienes van a cometer su primera “maldad”. Y no es casual, pues la CGT estuvo guardada 5 años, “hay que aguantar” le decían a los trabajadores. Esto generó muchas críticas a la burocracia sindical; más arriba comentábamos el “protocolo” que hicieron para su bloque, con un temor a los gritos de “paro general” o “plan de lucha” que de todas formas se escucharon, y a los bloques que, si bien participaron de la convocatoria, lo hicieron en un bloque independiente y crítico a la CGT. Los “bloques independientes” compuestos por Unidos por la Cultura, las asambleas barriales (que movilizaron a miles) y la izquierda, se ganaron su espacio en cada jornada exigiendo plan de lucha para echar abajo la Ley Ómnibus y el DNU.
De conjunto podríamos decir que hay fuerza para enfrentar el ajuste. A pesar de todas las trabas de la burocracia, este fue un primer round. Ahora bien, esa fuerza hay que organizarla. Exigiendo plan de lucha a la CGT y a la CTA, que el paro no puede ser de un día para presionar y sacar lo más malo, sino que para echar abajo la ley de conjunto. A la par, los elementos de autoorganización que se están desarrollando de forma incipiente, muestran un camino interesante si se desarrollan más.
La autoorganización: Asambleas barriales y unidos por la cultura
Casi todos los días hay asambleas de distintos barrios: En San Telmo, Caballito, Flores, Saavedra, Villa Luro-Liniers, Floresta, de Zona Oeste, Parque Patricios, Lugano, y más. Los vecinos se ponían de acuerdo para reunirse todas las semanas el mismo día. La hora estaba fijada. Había una tensión por preparar el paro del 24 de enero. Salían debates interesantes: ¿Hay que ir a la marcha de la CGT? ¿Con quién marchamos? ¿Qué exigimos?
Las asambleas aún son incipientes. Hay algunas decenas de personas, y en las más grandes, algunas cientas. Se juntan jubilados, jóvenes, mujeres y trabajadores de la zona. Varios, los más viejos, llegan con las experiencias de las asambleas del 2001, entre piqueteros y clase media. Salen iniciativas de todo tipo, incluso más allá de la organización contra este ataque en particular, de solidaridad entre vecinos y autoorganización, como hacer las compras juntos para apalear mejor la crisis.
Las asambleas, votaron asistir a la convocatoria de la CGT de forma independiente exigiendo abajo el DNU, la Ley Ómnibus, el protocolo de Bullrich y por un plan de lucha. Se armaron comisiones de seguridad, de lienzos y más para la fecha. Concentraron juntos cerca del Congreso, llegaron más de 5000 y marcharon juntos hacia la plaza bajo la consigna “plan de lucha hasta echar abajo la ley Ómnibus, el DNU y el protocolo represivo”. Hay conciencia de que el ajuste es imposible echarlo abajo solo con un día de paro.
Surge también el fenómeno de Unidos por la Cultura, un movimiento también asambleario, que tiene fuerza en la ciudad pero que se está extendiendo a otras provincias. Es tanta su influencia, que la CGT tuvo que reconocerlo. En los grupos nacen los “unidos por” la escritura, la fotografía, el hip hop, el baile, y más”. Un dinamismo impresionante que se demostró en la asamblea antes del paro de UxC frente al Congreso. Al menos 5 comisiones de debate con, por lo bajo, 80 personas por comisión.
Estos espacios tienen aún el desafío de coordinarse. Ya hubo una primera reunión de coordinación que organizó las manifestaciones afuera del Congreso, mientras se votaba la ley, donde participaron no solo las asambleas barriales y de la cultura, sino que el sindicalismo combativo, organizaciones del movimiento de mujeres, de desocupados, del movimiento estudiantil y la izquierda. Bajo la consigna “ Por un plan de lucha hasta derrotar todo el plan de Milei y el FMI”, llaman a todas las organizaciones que tengan acuerdo a sumarse. Asimismo, reiteraron las exigencias a la CGT y la CTA de un paro activo y plan de lucha.
Asimismo, también tienen el desafío de superar su propia tradición. Esa tradición del 2001, de asambleas entre piqueteros y clase media, donde se gritaba “piquete y cacerola, la lucha es una sola”, hay que transformarlo en “paro, piquete y cacerola”. La clase obrera mostró su fuerza y su rol dentro de las asambleas es clave para unir su poder de fuego a los jubilados, el movimiento de mujeres, los estudiantes, vecinos y desocupados.
Los días de la votación: el “bautismo de fuego” de las asambleas y el nacimiento de la posta sanitaria
La CGT se guardó. A pesar de todas las exigencias, desapareció totalmente durante los días de la votación. El 31 y los días siguientes de discusión parlamentaria, se vivía la tensión adentro y afuera del Congreso.
Para quienes fuimos al paro del 24 y estuvimos afuera del Congreso durante la discusión, el ambiente era diferente.
Adentro, había una “rosca” permanente - que acá llamamos “cocina”- , entre los distintos bloques de la oposición amiga y el oficialismo. Un entramado de negociaciones que había partido días antes en las comisiones, llegando la oposición amiga a firmar un cheque totalmente en blanco. La mañana de la misma votación, nadie (ni siquiera los que firmaron) sabían qué iban a discutir. Si algo estaba claro, es que el proyecto no pasa sin la venia de la oposición colaboracionista y la represión. El Gobierno por sí solo no tiene los votos. La oposición amiga, y unos tres díscolos de Unión por la Patria, le dieron los votos a Milei. Pero el Gobierno todavía tiene las manos vacías, aún falta la votación en particular, artículo por artículo, de este proyecto que ya ha sido bastante desplumado.
Por otra parte, afuera desde temprano estaban los sectores de desocupados y piqueteros fuera del Congreso, con un enorme contingente policial que buscaba hacer respetar el protocolo Bullrich. Desde las 17 hrs comenzaron a llegar trabajadores y asambleas barriales. Había un ánimo de enfrentar el protocolo, de estar en la calle, y así fue. Por varias horas hubo un tira y afloja con la policía, en Avenida Rivadavia, por quién tenía la calle. Las asambleas barriales junto a la izquierda se pusieron a la cabeza y enfrentaron la represión, que no hizo distinciones. Atacaron a jubilados, llenaron con gas pimienta a diputados como a Alejandro Vilca del PTS-FITu.
El segundo día de movilización dispararon balas de goma hacia la prensa y hubo un herido de bala en el ojo, al abogado Matías Aufieri del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CEPRODH). El tercer día hubo una cacería brutal que dejó más de 20 detenidos. De conjunto, Bullrich incluso violó su propio protocolo, reprimiendo a quienes estaban sentados y en la vereda. Los diputados del Frente de Izquierda, Nicolás del Caño, Myriam Bregman, Christian Castillo, Alejandro Vilca y Romina del Plá, utilizaron sus bancas para denunciar dentro del recinto la cacería que se estaba viviendo afuera. Fue tanto la conmoción que incluso sectores de la oposición como Unión por la Patria tuvieron que salir unos momentos.
Aún así, no hubo acuerdo con suspender la sesión, a pesar del reiterado llamado de la bancada del FITu.
En la calle, al grito de “dónde está, que no se ve, esa famosa CGT” las asambleas barriales, los jubilados, vecinos y la izquierda no dejaban pasar que la CGT se borró. No apareció más. Pero la moral, a pesar de la represión, estaba muy alta. Muchas personas de las asambleas jamás habían vivido represión. En un sentido, tuvieron su propio bautismo de fuego y están haciendo su propia experiencia con la burocracia sindical.
El primer día, mientras estaba esta tensión con la policía por quién ganaba la calle, no faltaron los comentarios de que el peronismo estaba convocando a las 20hrs cacerolazos en la plaza, se esperaba que llegara más gente. Suspiros de desilusión se escucharon cuando al final llamaron a cacerolear en “las plazas” del barrio, desconcentrando en el Congreso, restando fuerzas de la gente que vio la represión y quería ir a plantarse. Otros tantos suspiros más hubo cuando Grabois recién llegó a las 21hrs…la movilización partió a las 12 de la tarde.
La represión del primer día parió otro elemento de autoorganización: los trabajadores y estudiantes de la salud, junto a la agrupación Marrón del PTS e independientes, que implementaron una posta sanitaria para atender a los heridos y afectados por la represión. Denunciaron el uso de nuevos gases pimienta (que curiosamente también fueron utilizados acá en Chile en 2019) que causaron quemaduras y dificultades para respirar, atendieron a la prensa que fue baleada de goma y a más de 150 personas. Una experiencia que parte de la necesidad de poder atender a los heridos, pero que muestra un germen de auto organización entre trabajadores de la salud, que vimos también acá en Chile con las comisiones de auxilio.
El rol de la izquierda
La izquierda, si bien es una minoría en el parlamento, ha mostrado su potencial para denunciar este monumental ataque, se ha opuesto abiertamente, denunciando el ataque a los jubilados, las mujeres y la diversidad sexual, la cultura, la motosierra y licuación de los salarios, y cada uno de los puntos de este proyecto. Aumentando la cantidad de simpatizantes en las redes sociales y en la calle. Son diputados como Miriam Bregman y Nicolás del Caño del PTS, quienes durante su apoyo en la concentración del 24 de enero, eran reconocidos por los movilizados, en las encuestas su aprobación supera a las corrientes peronistas y kirchneristas. Tribunas consecuentes en la lucha de las mujeres, jóvenes y trabajadores, que defienden el derecho a la protesta y la manifestación, que denuncia la represión que lleva adelante la ministra de seguridad Patricia Bullrich.
Eso no es todo, sino que también diputados como Christian Castillo, docente de la UBA y dirigente del PTS, realiza intervenciones magistrales que explican la importante encrucijada que atraviesa el pueblo argentino en una explicación histórica “...es cierto que todo poder engendra resistencia… el onganiato engendró el cordobazo, el neoliberalismo de los 90 engendró la rebelión popular del 2001, y las políticas que ustedes que ustedes están aplicando, las políticas de hambre y miseria, que hacen que cualquiera que va al supermercado no pueda comer, que haya más gente pidiendo en la calle, que haya más gente viviendo en la calles, que las familias están angustiada ¿saquen qué está engendrando? está engendrando una resistencia, en cada fábrica, en cada empresa, en cada facultad ahora que empieza las clases, en cada reunión del movimiento de mujeres que va a marchar el 8 de marzo, en el movimiento de derechos humanos que va a marchar el 24 de marzo, en cada lugar de la argentina, del norte al sur, del este al oeste, se está construyendo la resistencia, para terminar con esta política de ajuste al servicio del FMI, de esa resistencia esperemos que salga una salida de fondo a esta crisis, una salida que termine de echar al FMI, que imponga la recuperación de los salarios de los trabajadores, que imponga nacionalizar la banca y el comercio exterior, que imponga reducir la jornada laboral a 6 horas para terminar con el desempleo, y empezar a construir una sociedad sin explotación ni opresión, una sociedad socialista”.
También son parte activa de las movilizaciones con miles de militantes comprometidos con organizarse en la resistencia, trabajadores y trabajadoras de la salud y la educación, de agrupaciones de fábricas, jóvenes y jubilados que militan e impulsan iniciativas de autoorganización en los barrios y lugares de trabajo, y que hoy están construyendo una herramienta política propia de los oprimidos y explotados, para buscar una salida propia a la crisis, en el camino de un gobierno de las y los trabajadores.