Escribiendo para la portada de la revista mensual liberal "The Atlantic", Franklin Foer (periodista y escritor de la misma orientación) pretende encontrar un creciente antisemitismo "en la derecha y en la izquierda". Lo que en realidad le preocupa es que el sionismo "liberal" ya no existe. Los jóvenes judíos se vuelven cada vez más contra Israel.
Sábado 6 de abril 00:26
Manifestantes judíos frente al Congreso de Estados Unidos
En un artículo de portada para The Atlantic, Franklin Foer pretende descubrir un creciente antisemitismo "en la derecha y en la izquierda". Según el título, "La edad de oro de los judíos estadounidenses está llegando a su fin". Los ejemplos de antisemitismo de derechas que menciona son indiscutibles: tiroteos masivos, teorías de conspiración y llamados a deportar a todos los judíos de Estados Unidos.
Los ejemplos de antisemitismo de izquierdas, por el contrario, no tienen ni pies ni cabeza. Como ejemplo de "antisemitismo de izquierdas", Foer menciona la aseveración de que "la matanza de algunos israelíes el 7 de octubre [fue] el resultado de fuego amigo". Pero este es un hecho bastante difícil de rebatir. El New York Times ha divulgado, por ejemplo, que al menos 14 israelíes fueron asesinados por las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI) en el kibutz Be’eri, basándose en los testimonios de sus familiares. En realidad es bastante difícil imaginar que las FDI no mataran a un solo israelí, dado el uso generalizado de misiles Hellfire desde helicópteros de combate israelíes.
Según Foer, incluso la oposición a la guerra de Irak se basaba en el antisemitismo, ya que algunos miembros de la administración de George Bush eran judíos. "El discurso airado sobre los neoconservadores también traficaba viejos tópicos peligrosos", escribe. Según su propio relato, Foer era un halcón liberal que "odiaba a George W. Bush y Dick Cheney (vicepresidente republicano) y aún así apoyaba su guerra". Incluso menciona a Occupy Wall Street como un complot antisemita, una "revuelta populista que había sido durante mucho tiempo el material de las pesadillas judías".
No pretendemos negar que algunos individuos aislados que se ven a sí mismos como izquierdistas difunden tópicos antisemitas, como la afirmación de que el gobierno de Estados Unidos está controlado por un gobierno de ocupación sionista. Pero la gran mayoría de los izquierdistas se oponen a esas ideas dondequiera que aparezcan y señalan que es el imperialismo estadounidense el que utiliza a Israel para sus fines geopolíticos, y no al revés.
Los penosos intentos de Foer de plantear "los dos demonios" se basan en una premisa sencilla: se identifica con una versión del sionismo "liberal" que apoya la hegemonía imperialista de Estados Unidos, incluido su agente sionista que le ayuda a controlar Oriente Próximo. Esta ideología, que en su día fue muy popular, afirmaba defender los derechos humanos y la democracia, al tiempo que vitoreaba las guerras imperialistas y la limpieza étnica. Foer supone incorrectamente que todos los judíos piensan lo mismo, o al menos deberían hacerlo. Así que cualquier crítica al imperialismo estadounidense es, en su opinión, antijudía.
El autor relata numerosas anécdotas de estudiantes judíos que se sienten amenazados por las protestas a favor de Palestina en su escuela. No profundiza en ninguna de estas historias: no está claro por qué una protesta contra un genocidio en curso puede resultar amenazadora para cualquier persona que no esté cometiendo dicho genocidio. Muchos jóvenes judíos de Estados Unidos son educados para identificarse con el Estado de Israel, pero no tienen por qué hacerlo y, cada vez más, esta identidad se está desmoronando. Muchos de los manifestantes propalestinos, que supuestamente amenazan a los judíos, son a su vez judíos.
¿Qué dicen las estadísticas?
Según un estudio de 2021, un 38% de los judíos estadounidenses menores de 40 años estaban de acuerdo en que Israel es un Estado de apartheid. Un tercio, el 31%, opinaba que Israel estaba cometiendo genocidio (y eso era antes de la guerra actual). Aunque no se dispone de datos científicos de los últimos cinco meses, es casi seguro que estas cifras aumentaron. Es una suposición razonable que si tuviéramos datos sobre los jóvenes judíos menores de 25 años, sería una mayoría en oposición al sionismo. La brecha generacional es enorme, ya que los votantes judíos de más edad tienen muchas más probabilidades de apoyar a Israel que sus hijos o nietos (lo que está destrozando familias).
Esto es fácilmente observable en cualquier manifestación de solidaridad con Palestina, con jóvenes judíos desempeñando el papel dirigente en todas partes. El año pasado, un compañero judío de Nueva York me dijo que "entre los jóvenes, el sionismo ha muerto". Lo tomé como una exageración, pero las cifras le dan la razón.
Así pues, todo el argumento de Foer se basa en borrar a una gran parte de los jóvenes judíos, quizá la mayoría. La desesperación que siente no se basa en amenazas reales a los judíos. Más bien ve que un gran número de jóvenes judíos se alejan de su sionismo liberal.
Los judíos liberales
En la ilustración de portada de "The Atlantic" aparecen judíos que son pilares del liberalismo estadounidense, como Ruth Bader Ginsburg, Steven Spielberg, Leonard Nimoy y "el Fonz" (personaje muy popular de la comedia estadounidense Happy Days). Si bien es cierto que muchos judíos se situaron en lo más alto de la cultura estadounidense en la segunda mitad del siglo XX, ésta no fue ni de lejos la única contribución judía a la historia de Estados Unidos. Una o dos generaciones antes, los trabajadores inmigrantes judíos desempeñaron un enorme papel en la construcción del movimiento obrero, incluidas sus tendencias anarquistas, socialistas y comunistas. Aunque estos radicales judíos no consiguieron vencer al capitalismo estadounidense, conquistaron muchos derechos básicos para los trabajadores, de los que seguimos disfrutando hoy en día: basta con mirar a los mártires del incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist (Fábrica de Manhattan que en 1911 sufrió un incendio donde murieron 146 trabajadores de la confección. Las principales víctimas eran mujeres y niñas, inmigrantes italianas y judías entre 14 y 23 años. N. de T.).
El radicalismo judío no terminó en 1945, cuando algunos judíos blancos finalmente fueron bienvenidos en las élites. Franklin Foer se refiere a la participación judía en las luchas por los derechos civiles de los años 60. Sin embargo, aunque afirma que fue la ideología liberal la que inspiró a los activistas judíos a oponerse a la Policía racista, en realidad muchos eran socialistas, comunistas y adherentes a distintos tipos de corrientes revolucionarias. Numerosos líderes de la Nueva Izquierda de la década de 1960 eran judíos y luchaban contra el régimen estadounidense, no a favor de él.
Cuando los antisemitas afirmaron que el bolchevismo era una “conspiración judía”, esto no se basó enteramente en una fantasía: los trabajadores judíos eran la columna vertebral de muchos movimientos radicales. Así que hoy, cuando conservadores y liberales afirman por igual que el judaísmo y el sionismo son idénticos, se está borrando una larga tradición de judíos antisionistas. Nacido en 1974, Foer considera a Barbra Streisand y Golda Meir como “las dos mujeres judías más célebres del siglo”. A muchos judíos jóvenes de hoy probablemente no les importe ninguna de las dos cosas, y bien podrían preferir a Rosa Luxemburgo y Emma Goldman.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el radicalismo judío en Estados Unidos retrocedió un poco, como resultado de la represión macartista, pero también de la traición estalinista. Stalin apoyó la creación del Estado de Israel, y muchos comunistas judíos en Estados Unidos cedieron a esta presión derechista y abandonaron su oposición a esta ideología de “Jim Crow” (en alusión a un personaje de comedia del siglo XIX, donde un africano era interpretado por un actor blanco con su cara pintada de negro. Desde entonces el nombre remite a una expresión peyorativa hacia los afroamericanos y las leyes segregacionistas, son conocidas como leyes Jim Crow. N. de T.). Sólo en este contexto el sionismo liberal pudo convertirse en una ideología hegemónica entre los judíos estadounidenses durante aproximadamente una generación.
Los judíos Baby Boomers (expresión que define generalmente a las personas nacidas entre 1946 y 1964, durante la explosión de natalidad posterior a la Segunda Guerra Mundial. N de T.) pudieron conciliar sus valores liberales con su apoyo a un estado colonial en el Medio Oriente. Afirmaban que eran “sionistas laboristas” o “sionistas liberales”, y para ellos, las políticas cada vez más derechistas de los sucesivos gobiernos israelíes eran sólo una aberración temporal. Pero desde hace décadas, el “sionismo laborista” ha ido desapareciendo: el partido liberal de izquierda Meretz ha desaparecido de la Knesset, y Ha´Avoda, el autodenominado Partido Laborista, se ha reducido a sólo cuatro escaños. La sociedad israelí está dominada por el fundamentalismo religioso y el supremacismo judío. Los jóvenes sólo conocen un Israel “liberal” como un cuento de hadas contado por sus abuelos.
Por eso el periodista Peter Beinart (periodista y comentarista político liberal. N. de T.) ha diagnosticado una “ruptura emergente entre el liberalismo estadounidense y el sionismo estadounidense”. No es coincidencia que el Estado de apartheid sionista cuente con el apoyo de racistas y antisemitas como Donald Trump, Elon Musk y Viktor Orban. Tampoco es coincidencia que Israel haya estado girando hacia la derecha durante décadas: como advirtieron los antisionistas judíos hace más de un siglo, este fue el resultado inevitable de la creación de un Estado exclusivamente para un grupo étnico. No podía existir una sociedad basada en la limpieza étnica, que pretendiera defender los valores democráticos.
Foer reconoce una “tradición talmúdica de desacuerdo”, pero rechaza explícitamente cualquier debate sobre Israel dentro de la comunidad judía, mientras excomulga silenciosamente a cualquiera que no esté de acuerdo con él. Cualquier conversación sobre la superación del apartheid en la Palestina histórica se descarta como “ingenua en extremo” y “muy probablemente el fin de la existencia judía en el Levante”. Como recordatorio, Franklin Foer está borrando deliberadamente al 38% o más de jóvenes judíos en los Estados Unidos en la actualidad.
Amenazas a la vida judía hoy en día
Varios judíos estadounidenses están obteniendo pasaportes alemanes: el año pasado se expidieron 2.500. Foer cita esta cifra como prueba de que los judíos ya no se sienten seguros en Estados Unidos. Sin embargo, pasa por alto el hecho de que "un número sin precedentes de israelíes" han estado solicitando pasaportes europeos, mucho antes del 7 de octubre. En la actualidad, cerca de un millón de israelíes judíos, o aproximadamente uno de cada siete, posee un segundo pasaporte. Siguiendo la lógica de Foer, esta es la cifra que muestra dónde no se sienten seguros los judíos.
La portada de "The Atlantic" lamenta el fin de una edad de oro de los judíos estadounidenses, pero en realidad es sólo la edad de oro del sionismo "liberal" la que se está desmoronando. Hubo un tiempo en que Foer y otros liberales estadounidenses se sentían cómodos hablando de derechos humanos universales mientras apoyaban la limpieza étnica en Palestina. De vez en cuando, se enfrentaban al hecho de que sus aliados israelíes eran racistas fanáticos, pero podían ignorar esto como una anomalía a corto plazo.
Ahora, tal ideología parece insostenible. Foer está viendo claramente cómo antiguos aliados se rompen tanto a la izquierda como a la derecha -estadísticamente hablando, los más viejos se están volviendo trumpistas y los más jóvenes se están volviendo antisionistas-. Él describe esto como una amenaza a la vida judía. Pero en realidad, es una amenaza para su ideología altamente contradictoria. Es imposible vitorear a Israel como la "única democracia en Oriente Medio" mientras una gran mayoría de la sociedad judía israelí apoya explícitamente los crímenes de guerra, con un 72 % que se opone a la entrega de alimentos a las personas que mueren de hambre bajo un régimen de ocupación.
El sionismo siempre ha sido un proyecto colonial de derecha: un etnoestado que impone jerarquías de supremacía blanca con poderío militar. Durante una o dos generaciones, se dio a sí mismo un barniz liberal, y a veces incluso "socialista", pero eso está desapareciendo. Esto es lo que Foer considera amenazador: no son los manifestantes propalestinos los que atacan a los judíos (cosa que no está ocurriendo). Más bien es el hecho de que muchos jóvenes judíos se están uniendo a las manifestaciones de Palestina Libre y están rechazando el sionismo.
Artículo publicado originalmente en Left Voice, parte de la Red Internacional La Izquierda Diario. Traducción: Óscar Fernández
Nathaniel Flakin
Periodista freelance e historiador. Escribe en Left Voice, EE. UU. y Klasse gegen Klasse, Alemania. También ha escrito bajo el seudónimo de Wladek.