La fuga de capitales fue de U$S 5.909 millones en agosto, el nivel más alto en todo la serie que publica el Banco Central desde 2003. ¿Quiénes fugan? ¿Qué implicancias tiene? ¿Cómo frenar la fuga?
Lucía Ortega @OrtegaLu_
Viernes 20 de septiembre de 2019 22:58
En el mes de agosto la fuga de capitales alcanzó un récord de U$S 5.909 millones, el doble del ya elevado nivel de julio. Así, la fuga ya acumula U$S 19.741 millones en lo que va del año, de acuerdo al informe de la Evolución del Mercado de Cambios y Balance Cambiario que publica el Banco Central.
Ese es el monto que surge de la Formación de Activos Externos (del sector privado no financiero), medición que realiza mensualmente el Banco Central y que suele asimilarse a la "fuga" de divisas. Lo que se fugó en agosto es el mayor registro de la serie que elabora el Central desde el año 2003. Todo un récord.
Para tener una dimensión, los casi U$S 6.000 millones que se fugaron en agosto equivalen al costo de 50 proyectos de emergencia alimentaria. También es un monto similar a todos los gastos primarios del gobierno (jubilaciones, asignaciones familiares, salarios públicos, subsidios económicos a empresas, transferencias a provincias, etc) durante el mes de julio, que sumaron $ 350 mil millones.
Desde que asumió Mauricio Macri, la fuga de capitales ya suma U$S 81.093 millones. Es el equivalente a un 20 % del PBI (Producto Bruto Interno) y representa un monto muy similar al incremento de la deuda durante la gestión de Cambiemos (un 84 % del endeudamiento entre 2015 y 2019). Con el kirchnerismo la fuga también fue una constante: sumó U$S 100 mil millones.
De manera que hablar de fuga de capitales no es para nada intrascendente. Son muchos los recursos implicados que salen del circuito de la economía argentina. Esta salida estrepitosa de dólares es lo que obligó al gobierno a aplicar un cepo "light" al dólar el 1 de septiembre, a través de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) un día domingo. Pero dicha medida está lejos de resolver el problema.
¿Qué es la fuga de capitales?
La fuga de capitales no es exactamente dólares que "salen del país", pero sí se refiere a aquellos dólares que salen del sistema financiero y bancario nacional a través de distintas operaciones (legales e ilegales). De esta manera quedan por fuera de la economía nacional.
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El dato que calcula el Banco Central (BCRA) como “formación de activos externos” comprende la compra de dólares de todos los argentinos, de forma legal. Por fuera de las mediciones del BCRA se encuentra la fuga ilegal, los especialistas calculan que el monto total fugado (legal +ilegal) duplica los cálculos oficiales.
La última estimación indicaba que existen fugados en el exterior unos U$S 400 mil millones, algo más que el PBI actual del país.
¿Quién fuga?
Si bien todas las compras de dólares que se sacan del sistema son considerados "fuga", quienes realmente mueven el estado de cosas no son los pequeños ahorristas que compran 100 o 200 dólares para resguardar sus ahorros en el colchón o en una caja de seguridad. Los verdaderos fugadores no son otra cosa que grandes empresarios, especultadores y también propietarios de recursos estratégicos de la economía como la tierra. El gran capital, en definitiva.
La develaciones de Panama Papers y Paradise Papers dieron a conocer muchos nombres "conocidos" de fugadores de divisas a paraísos fiscales: desde la familia Macri, que tiene más de 50 cuentas “offshore”; hasta otros como Juan José Aranguren, ex CEO de Shell y exministro de Energía; Luis Caputo, exministro de Finanzas; Lázaro Báez; Blaquier; Coto; Garfunkel; Cristóbal López (C5N); Martín Redrado; Arcor; Magnetto; Antonio de la Rúa; Techint y sigue la lista.
Los encargados de vehiculizar dicha fuga son los bancos. De acuerdo a Llorens y Cafiero, los bancos privados dieron curso al 80 % de la fuga en el año 2001: las principales entidades privadas involucradas fueron Citibank, Bank Boston, Banco Galicia, Banco General de Negocios y BBVA.
¿Qué consecuencias tiene?
La falta de dólares en la Argentina es un motivo recurrente en las grandes crisis nacionales. La fuga de divisas sin dudas es un elemento clave en esa dinámica.
Entre otras cosas, la fuga saca del sistema los fondos que hubiesen sido fundamentales ampliar el volumen de créditos. También reduce la disponibilidad de divisas, acentuando la restricción externa, esto es, que el crecimiento del país encuentre límites por la falta de dólares. También significa una menor recaudación del Estado y, según un estudioso del tema, Leandro Bona, implica una distribución más desigual del ingreso.
En la actualidad, el hecho de que la fuga de divisas se haya disparado en agosto refleja muy directamente que la economía atraviesa una crisis de deuda de magnitudes históricas. Es un saqueo al pueblo trabajador comparable a la crisis de 2001 o de de 1989.
¿Cómo frenar la fuga de capitales?
El sistema financiero argentino es un reducto de ganancias para un sector de la clase capitalista. Para romper con el rol que tiene la banca en el país como vehículo de la fuga de capitales y terminar con la lógica del vaciamiento que hemos visto reflejadas en todas las grandes crisis, es necesario nacionalizar el sistema financiero creando una banca estatal única.
No alcanza con un "cepo" como el que implementó el gobierno de cambiemos o como el que aplicó el último gobierno kirchnerista. Si no se integran todos los activos y pasivos de las entidades privadas en un sistema estatal único, el manejo de los recursos seguirá en manos privadas bajo la lógica del lucro capitalista.
En Argentina, 10 bancos concentran el 45 % de los depósitos. Ellos alimentan la especulación financiera, la fuga de capitales y favorecen el encarecimiento del crédito.
Con una banca estatal única se pueden perseguir dos fines: 1) resguardar los depósitos para los pequeños y medianos ahorristas; 2) canalizar el ahorro nacional hacia el crédito que permita desarrollar las actividades más urgentes para responder a las más acuciantes necesidades sociales.
Todo esto, desde ya, forma parte de un programa más general para enfrentar la crisis nacional y pelear por una salida de la clase trabajadora. Ello implica el rechazo al chantaje del FMI y el repudio de la deuda, así como el monopolio estatal del comercio exterior y el aumento de salarios y jubilaciones al nivel de la canasta de pobreza y su actualización por la inflación.
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Lucía Ortega
Economista UBA. Coeditora de la sección de Economía de La Izquierda Diario.