Este lunes 7 de septiembre el Ministro de Educación Raúl Figueroa definiría junto a la comisión de Educación los elementos administrativos necesarios para suspender la aplicación de la evaluación docente este año. ¿Es suficiente? ¿Cuál es la realidad docente?
Miércoles 9 de septiembre de 2020
La evaluación docente desde sus inicios por el año 2006 ha constituido un elemento de agobio a los y las profesoras, puesto que es una evaluación arbitraria que no se ajusta a la realidad del trabajo que los docentes realizamos en la práctica.
Al igual que el SIMCE y la PSU, estos instrumentos estandarizados profundizan las desigualdades impuestas por este sistema neoliberal y esta educación de mercado heredada de la dictadura.
Pensar en la evaluación docente en este contexto de pandemia parece ser muy irracional e inhumano, sin clases presenciales con una serie de problemas y preocupaciones principalmente por el factor económico y con el temor a enfermarse en forma latente.
¿Con qué fin se pretendía imponer esta aplicación a toda costa?
Como ya hemos podido notar durante todo este pedido de pandemia este gobierno nefasto y este Ministerio de Educación totalmente insensato han actuado de la peor forma en contra de las y los trabajadores y de la población en general.
Hablando desde principios de abril por el retorno seguro debiendo retractarse de tal o cual medida dando” palos de ciego”, exponiendo a todos a graves riesgos de la salud, insistiendo en volver a la normalidad.
A pesar de todo, el intransigente ministro Raúl Figueroa insistía, y sigue insistiendo hoy en el paso a paso, sin considerar las experiencias fatales de los retornos prematuros a la supuesta normalidad, como por ejemplo los rebrotes ocurridos en España que a pesar de todo protocolo hoy continúan los contagios en aumento.
Finalmente y después de meses accede o se manifiesta en acuerdo frente a la suspensión de la evaluación docente, una evaluación que claramente en este contexto no tiene ningún sentido, y cuya única utilidad es incrementar la presión hacia profesores y profesoras.
Claramente el ministro se refiere a lo que sólo el reglamento de la evaluación docente contempla actualmente, y qué es la suspensión de la evaluación docente por razones de fuerza mayor que se encuentra a merced de la decisión de los sostenedores. Por otra parte continúa dejando abierta la posibilidad de quienes decidan evaluarse de todas maneras puedan hacerlo, mientras a la fecha son unos 13 mil docentes quienes han solicitado la suspensión.
Los recursos destinados para la evaluación docente debiesen estar a disposición de ir en ayuda de los miles que hoy claman por ella y no han sido beneficiados con ninguno de los bonos qué tramposamente se han establecido.
Como ya hemos manifestado con anterioridad nuestro rechazo a estos instrumentos devaluación estandarizados como el SIMCE, la PSU y La Evaluación Docente y sobre todo hoy en relación a este contexto de pandemia, parecen un atentado en contra de toda lógica, cuando no existen condiciones para su aplicación.
Hoy con mayor fuerza que nunca debemos decir que rechazamos la educación de mercado impuesto por la dictadura y con ello todos los elementos que profundizan las lógicas mercantiles y de competencia en la educación, que profundizan las desigualdades, la segregación, selección, la competitividad y el individualismo.
¡Por eso, suspender no es suficiente. Es necesario terminar con estas pruebas estandarizadas como el SIMCE, la PSU y pruebas agobiantes como la Evaluación Docente!