Sólo con nuestras propias fuerzas, la lucha y la movilización, pudimos arrebatarles algunas niñas y mujeres a quienes trafican sus cuerpos impunemente.
Jueves 7 de abril de 2016 00:00
Hablemos de las aparecidas. No es un error de tipeo: donde dice “aparecidas”, debe decir “aparecidas”. Porque hubo algunas mujeres secuestradas por las redes de trata que aparecieron porque logramos coordinar acciones velozmente con las maestras, las compañeras de trabajo, las amigas y vecinas, los sindicatos en los que están enroladas sus madres y organizaciones de mujeres, de derechos humanos, agrupaciones estudiantiles y políticas. Son las menos, es verdad. Pero aun así, esos ejemplos demuestran que sólo con nuestras propias fuerzas, la lucha y la movilización, pudimos arrebatarles algunas niñas y mujeres a quienes trafican sus cuerpos impunemente.
El Estado es cómplice, cliente y garante de impunidad
En Argentina, el Ministerio Público Fiscal calcula que entre 1990 y 2013, desaparecieron más de 3 mil 200 mujeres. Hay 147 casos en la Ciudad de Buenos Aires y otros 1.547 corresponden a la provincia de Buenos Aires. Imposible creer, con esa cifra, que el Estado nada tiene que ver con la proliferación de las redes de trata en todo el territorio.
La justicia absuelve en Mendoza al único imputado en la desaparición de Soledad Olivera; quince mujeres son rescatadas de un prostíbulo en Rosario, regenteado por un militar en funciones; el intendente kirchnerista de una localidad salteña es hallado en un prostíbulo donde había menores de edad, durante un allanamiento; en 2012, en la Ciudad de Buenos Aires, denuncian que el entonces candidato a jefe de gobierno y actual Presidente de la Nación financiaba su campaña con fondos provenientes de un conocido proxeneta; más de 200 testigos se presentan en una causa contra una red de trata que regenteaba varios prostíbulos con protección de la policía.
Funcionarios políticos y judiciales, miembros de las fuerzas represivas del Estado… con su participación directa, su complicidad o su encubrimiento, las redes de trata y prostitución operan desde el Noroeste hasta la Costa Atlántica, desde el cálido Noreste hasta la fría Patagonia.
El PROxeneta Raúl Martins y la campaña de Mauricio
Entre 1974 y 1987 fue agente de la SIDE. En los ’90 cambió de rubro: pasó a ser el dueño de varios prostíbulos VIP en la Ciudad de Buenos Aires y también en Cancún, México. En 1998 y 2001 estuvo imputado en una causa por pago de coimas y otra por extorsión a clientes, lo que lo llevó a vivir a México.
Si bien pudo eludir a la justicia, no pudo evitar la difusión de sus más oscuros secretos: su hija Lorena Martins lo denunció en 2011 como responsable de “construir una estructura perfectamente desarrollada con el solo fin de cometer delitos indeterminados, para sostenerse y ampliar su imperio en la promoción y facilitación de la prostitución, y trata de personas”.
En esa misma denuncia, la hija de Raúl Martins señala que su padre aportó dinero a la campaña del entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, contando sobre las reuniones del matrimonio Macri-Awada con su padre y la pareja de éste, en uno de sus locales en Cancún. Claro que los favores se devuelven con favores. El dinero que Martins aportaba lo cubría de inspecciones indeseadas en sus prostíbulos porteños.
Desenredándonos
A la vera de la ruta de la soja y de la ruta del petróleo, impulsadas y subsidiadas durante la “década ganada” del kirchnerismo, proliferan los casinos de su amigo Cristóbal López y otros empresarios del juego, como también los prostíbulos clandestinos. Pero, aun peor: el 75% de las víctimas de trata que fueron rescatadas, denunciaron que habían sido obligadas a prostituirse en locales habilitados por los municipios.
Hasta ahora, las familias y amistades de las mujeres desaparecidas han sido los verdaderos motores de la búsqueda y quienes, en ocasiones, han logrado que las jóvenes fueran liberadas. Por eso, la única forma de avanzar realmente en la investigación y en la pelea por el desmantelamiento de las redes de trata y prostitución, es con la conformación de organismos de investigación, en manos de víctimas, sus familiares y organizaciones de mujeres y de derechos humanos, que actúen con total independencia de las instituciones del Estado, para esclarecer cada hecho.
Por cada una de las jóvenes desaparecidas, debemos ser miles las que nos organizamos para enfrentar estas redes de encubrimiento, complicidad e impunidad que el Estado teje sobre las redes de trata de personas para la explotación sexual. Se TRATA de nosotras.