Este martes se realizará una segunda jornada de movilización en toda Francia, después de la del 19 de enero. La reforma de las pensiones es cada día más impopular.
Lunes 30 de enero de 2023 13:55
Más de dos millones de manifestantes en toda Francia, 400.000 en París, más de 100.000 en Marsella, 50.000 en Nantes y Toulouse, alto seguimiento a la huelga tanto en el sector público como en el privado: la jornada de movilización del 19 de enero impresionó por su masividad. Después de ese gran éxito, la intersindical convocó esa misma noche a "toda la población a movilizarse aún más masivamente el 31 de enero para decir no a esta injusta reforma".
El 31 de enero el camino a seguir es claro: hay que continuar y ampliar la movilización, buscando expresar en las huelgas y en las calles el enfado contra la reforma previsional. Varias encuestas muestran que esta reforma es impopular. También ha arrancado la movilización en muchas universidades, donde esta semana se organizaron asambleas generales y comités de movilización contra la reforma de Macron.
En vista de las manifestaciones del 31 de enero, el Gobierno francés anunció el despliegue de 11.000 policías y gendarmes, incluidos 4.000 en París. Un dispositivo de seguridad de gran envergadura, mientras que la jornada del 19 estuvo marcada por una fuerte violencia policial, con un manifestante al que hubo que amputarle un testículo.
Es importante que la jornada de este martes sea muy masiva. Además, este martes también debe ser la oportunidad de plantear la cuestión de cómo seguir esta lucha y cuál es el plan de batalla para ganar. Eso es lo que plantearon cerca de 200 representantes sindicales -de una gran cantidad de sectores, desde la petroquímica hasta la salud, pasando por el transporte, la aeronáutica, la industria automovilística, la educación y la limpieza- junto a intelectuales y activistas de diferentes sectores en una tribuna abierta publicada el medio de comunicación Le Journal du dimanche el pasado domingo. En particular, plantean que hay que tomar como ejemplo el plan de lucha de las refinerías, que han anunciado una serie de huelgas escalonadas. De este modo, se podría “preparar un 31 de enero aún más fuerte que el 19, que marque el inicio de una dinámica de huelga renovable generalizada para tirar abajo la reforma e imponer una gran derrota a Macron”. Una orientación que no es la que tienen las direcciones sindicales, que sólo han llamado a fechas aisladas de movilizaciones, sin querer ir más allá de una presión controlada.
La intersindical apuesta a una estrategia de presión, hay que discutir un plan de batalla
La intersindical sigue apostando por una estrategia de presión, incluso según algunas filtraciones, la burocracia sindical tiene planteado convocar a la próxima fecha de movilización… un día sábado. Una propuesta que, de concretarse, expresaría esta lógica de la intersindical, de movilizarse sin “molestar” mucho a nadie.
Desde las burocracias sindicales consideran que las jornadas de movilización en fechas aisladas permitirán movilizar ampliamente y mantener el apoyo al movimiento. Y suponen que, ante el rechazo masivo hacia la ley, el gobierno acabará por “entrar en razón”. En este contexto, buscan evitar ir hacia medidas más duras. Esta idea parece predominar, incluso del lado de la dirección de la CGT y de Philippe Martinez. Hasta ahora, la CGT no se ha puesto en marcha ninguna iniciativa para coordinar a los distintos sectores en lucha hacia una huelga renovable. Y el único sector que se ha sumado a la huelga de las refinerías es la CGT Energía.
Sin embargo, el gobierno que la reforma “no es negociable” y Macron sigue decidido a aprobarla, ya que aquí se juega gran parte de su credibilidad política. Por eso quiere aprobar esta reforma lo antes posible.
Para evitar que Macron apruebe la reforma, este 31 de enero debe ser un punto de apoyo para discutir democráticamente el plan de batalla de las próximas semanas. El hecho de que sindicatos de sectores estratégicos como la petroquímica, la energía, los ferroviarios o la educación hayan planteado la cuestión de la huelga renovable es un punto central, en el que todos los trabajadores deben apoyarse.
En este sentido, trabajar por una huelga generalizada y renovable solo puede ir de la mano con el desarrollo de Asambleas Generales en los lugares de trabajo y estudio. Este 31 de enero es una buena ocasión para organizar Asambleas Generales donde sea posible, para anclar el movimiento en la base y fortalecer la actividad propia de los huelguistas, sindicalizados y no sindicalizados.
El desarrollo de la autoorganización sería una herramienta clave para vincular a todos los huelguistas y movilizarlos al servicio de construir y ampliar la huelga desde las bases, impulsando fondos de huelga para prolongar la movilización y llamando a los trabajadores de subcontratas o empresas cercanas a sumarse a la lucha.
Tales acciones deben ir de la mano de la construcción asambleas de coordinación, interprofesionales, que vinculen a las diferentes empresas desde la base. Estas asambleas generales podrían ser el lugar de elaboración de un pliego de demandas que vaya más allá del simple rechazo a la reforma, planteando, por ejemplo, la necesidad de vincular la lucha actual a la de los salarios.
Las refinerías convocan un paro de 72 horas a partir del 6 de febrero, y los ferroviarios de CGT y SUD Rail llaman a la huelga los días 7 y 8 de febrero. Este calendario de huelgas podría permitir avanzar con la autoorganización y la coordinación.
Todos estos elementos deben estar en el centro de los debates del 31 de enero, para que esta nueva etapa de la lucha no solo sea masiva, sino que permita construir las bases de una huelga general combativa y renovable.
Versión en castellano de un artículo de Paul Morao publicado en francés en Révolution Permanente.