Este domingo 12,8 millones de ecuatorianos y ecuatorianas decidirán en las urnas quién será el próximo presidente en reemplazo de Rafael Correa que ejerce el cargo desde el año 2006.
Domingo 2 de abril de 2017
Los aspirantes al máximo cargo público son el oficialista Lenín Moreno por Alianza País y el banquero Guillermo Lasso por CREO. Las encuestas, que pudieron publicar datos hasta el día 22 de marzo, dan ganador a Moreno por una diferencia de entre 4 y 15 puntos según la encuestadora y los márgenes de error no llegarían a modificar el ganador.
Se desconoce si los recientes acontecimientos en Venezuela, que evidenciaron el avance bonapartista del gobierno de Nicolás Maduro, así como el posterior retroceso en lo esencial de la medida, pudieron haber afectado al oficialismo en Ecuador que es aliado político del chavismo. Uno de los puntos centrales de la campaña de Lasso para restarle votos a Moreno fue justamente la falta de “libertad, derechos y democracia” en el país.
Lo cierto es que en la primera vuelta Moreno se impuso por 11 puntos de diferencia a Lasso, aunque no logró superar el 40% de los votos y evitar el balotaje (lejos del 57% que obtuvo Correa en 2013). A favor de las chances de Lasso hay que decir que la mayor parte de la oposición, eliminada en la primera instancia electoral, le ha manifestado expresamente su apoyo. También lo respaldaron algunas organizaciones de pueblos originarios, ambientalistas y sindicatos. El general retirado Paco Moncayo que lideró una coalición entre socialdemócratas y el Partido Comunista, finalmente dio “libertad de decisión” a sus votantes que representaron algo más del 6%.
Los proyectos en disputa
En el marco de que ambos garantizan lo esencial del capitalismo dependiente ecuatoriano, cada uno de los candidatos representa un proyecto distinto de dirigir el país.
Lenín Moreno es la “continuidad con cambios” de los gobiernos de Correa que se jacta de haber mejorado todos los indicadores sociales durante los años de altos precios de las materias primas, especialmente el petróleo. Según las encuestas, la gestión del conductor de la Revolución Ciudadana cuenta con un 50% de aprobación. Moreno perjura que continuará por ese camino, pero no se cansa de decir que sabe escuchar “todas las voces y opiniones”, tratando de despegarse de los aspectos más antidemocráticos del gobierno de Correa.
A la vez, la “continuidad” es la continuidad con el Correa de los últimos años que, tras el fin de la bonanza económica,impuso importantes ajustes al pueblo y crecientes concesiones a los capitalistas nativos y extranjeros, lo que le valió la ruptura con distintas organizaciones sociales y sindicales. Junto a numerosos casos de corrupción en que están implicados altos funcionarios de su gobierno, como el de la brasilera Odebretch, son la razón de haber perdido 17 puntos de las presidenciales de 2013 a hoy.
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En el caso de Guillermo Lasso, se trata del regreso al “neoliberalismo puro y duro”. Como representante directo de la burguesía comercial y financiera de Guayaquil, y dejando de lado sus falsas promesas demagógicas como la de crear “un millón de empleos”, su plan real es alinear Ecuador con los gobiernos de derecha en Brasil y Argentina y establecer una nueva relación de subordinación al imperialismo norteamericano. En lo interno esto significa reducir al mínimo la participación estatal en la economía y los impuestos a los ricos (unos 3.000 millones de dólares al año), a la vez que ajustar a los trabajadores y el pueblo recortando subsidios, bajando los salarios (mejorar la competitividad le llaman) y aumentando las tarifas.
El diario ABC del Estado español acaba de publicar una entrevista con el banquero en la que este señala claramente el trazo general su proyecto, “Vamos a pedir la inclusión del Ecuador, con plenos derechos, a la Alianza del Pacifico y saldremos de la ALBA” (ABC, 02/04/2017).