Ocurrió el domingo a las 19:15 en el supermercado ubicado dentro de la Terminal de Ómnibus, personal de seguridad privada lo hostigó sólo por caminar por su vereda, alegando que estaban “garantizando el orden del lugar”.
Miércoles 3 de agosto de 2016 00:00
Cuando pasamos por donde ocurría esto, encontramos una turba de gente alrededor de un pibe que apenas respiraba tirado en el piso y entre murmullos la gente repudiaba la brutalidad de los guardias. Mientras agentes de la policía provincial hostigaba al joven para que se levante y se vaya, tirándole en la cara un par de billetes y su bolso que se le habían caído cuando lo golpearon.
No fue un robo, no era un linchamiento. Era un pibe que golpeó la patota de seguridad privada para demostrar que los changuitos pobres no pueden entrar a la Terminal de Ómnibus porque queda mal frente a los turistas, porque hay que esconder la pobreza, porque pibe pobre es igual a peligro. Cuando en el barrio de estos pibes el peligro es la misma policía que dice defender a la población y dar seguridad, llenando la comisaría de pibes que levantan gracias al código contravencional heredado de la dictadura, para obligarlos a robar para ellos o llenar la “caja” de cada día.
