El seleccionado de fútbol femenino de Argentina está disputando un Sudamericano que clasifica al Mundial Francia 2019. Afloran los reclamos por igualdad para las futbolistas mujeres.
Jueves 12 de abril de 2018
Un 8 de abril de 2001, Juan Román Riquelme festejaba un gol contra River en el Torneo Clausura plantándose en el medio de la cancha en frente al palco de Mauricio Macri, quien fuera Presidente del Club Atlético Boca Juniors en ese entonces. Con las manos detrás de sus orejas, incorporaba al personaje Topo Gigio como símbolo de protesta en el fútbol argentino. El gesto tenía un trasfondo político y económico, el jugador estaba luchando por una mejora contractual personal. Más tarde, este festejo fue reapropiado, no sólo por Tevez sino también por jugadores de otros clubes y países. Y lo vimos en cientos de coberturas, televisivas, digitales, radiales.
Este 7 de abril de 2018 -17 años después de ese acto de protesta de Román- nos encontramos con que las orejas del Topo Gigio también son emuladas por Soledad Jaimes en el festejo de su segundo gol durante el partido de la Selección Argentina de fútbol femenino contra su par de Bolivia. El gesto, un pedido de ser escuchadas, se extiende al campo femenino, que también es fútbol argentino y orgullo nacional, a pesar de las muchas miradas para otro lado.
¡Toma nota📝!
Repasa dónde y cuándo jugará tu selección favorita en la #CopaAmericaFemenina2018 desde el 4 al 22 de abril
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— Copa América Femenina Chile 2018 (@CAFemChile2018) 24 de marzo de 2018
¿Qué pediría la delantera de la Selección mayor del Fútbol Femenino? No le está reclamando a nadie mejoras en su contrato personal; esto excede el beneficio personal. Ella juega en China donde el fútbol femenino es profesional y pago. Al igual que lo estamos haciendo otras tantas mujeres en otros tantos espacios sociales, educativos, laborales, ella está pidiendo derechos. Como jugadora de la Selección Mayor, reclama el derecho a dejar de ser amateurs en un espacio de exigencia profesional, derecho a contar con formación en las divisiones juveniles, derecho a tener canchas decentes para entrenar, derecho acceder a indumentaria y calzado adecuado, derecho a cobrar (mínimamente) viáticos por ser las representantes del fútbol de Argentina disputando una Copa América; derecho a tener representatividad en la Comisión Directiva de la Asociación del Fútbol Argentino; derecho a la prevención y sanción de episodios de violencias de género dentro de los clubes. Derecho a estar organizadas, a ser escuchadas, a dejar de ser invisibilizadas.
Si este es el escenario en el plano profesional y de competitividad más alto, tratemos de imaginar las dificultades que aparecen en contextos marginales y desatendidos de nuestro país. Abramos la cancha entonces. Busquemos la transformación.