Desde La Izquierda Diario dimos cobertura al plantón de las y los maestros que se instalaron en un primer momento en la sede de la Secretaria de Gobernación, y después del cobarde desalojo perpetuado por la policía local y federal, en la Plaza de Santo Domingo.
Soledad Farfalla Maestra de secundaria, Agrupación Magisterial y Normalista Nuestra Clase
Miércoles 25 de mayo de 2016
Imagen: Detalle del mural La maestra rural, de Diego Rivera (1923).
La siguiente es una entrevista realizada a tres de las valientes maestras que se mantienen en pie de lucha por la reinstalación de los 3,600 maestros despedidos, la libertad de los presos y por echar abajo la mal llamada reforma educativa.
Virginia (Chiapas)
La Izquierda Diario (LID): ¿Cómo es el día de una maestra?
Virginia: Bueno, pues levantarse muy temprano, a las corridas con los niños y prepararlos para llevarlos a la escuela, después ir a trabajar, empezar a correr con la planeación, las actividades de diario con los niños, luego el recreo y a cuidarlos, preparar la tarea que se llevan a sus casas. Ese es el día obviamente en la escuela, terminándose ahí hay que ir por nuestros niños al kinder, la secundaria o donde sea que los tengamos y llegando al hogar hacer la comida, asear la casa, lavar ropa si toca o planchar, ir por el mandado, ayudar a los hijos con la tarea, preparar la cena y ya.
LID: ¿Y a qué hora descansan?
Virginia: Es muy difícil, tal vez después de las once o doce de la noche puedo dedicarme un poco a mí, cuando todos están dormidos, cuando ya preparé lo que voy a guisar al siguiente día y tengo la planeación lista para el día de trabajo y ya vi las actividades que tendré con mis niños al siguiente día.
LID: ¿Los alumnos de Chiapas tienen cubiertas sus necesidades básicas?
Virginia: No, a la hora del recreo vemos que hay muchos niños que no han comido, no han desayunado, no llevan nada, y pues ahora sí nos toca compartir lo que llevamos o en ocasiones pues dejamos de comer lo nuestro para que ellos puedan hacerlo.
LID: ¿Se puede enseñar con niños hambrientos?
Virginia: No, para nada (ríe con impotencia). Los niños van a la escuela, empiezan el día pensando en un pedazo de pan, un poco de atole, una fruta; lo que menos quieren así, es aprender, por eso nosotros como maestros debemos procurar que ellos, de lo que llevamos, coman algo. Si no, se nos duermen, les duele la cabeza, el estómago, están enfermos, pues, por la desnutrición, así no aprenden.
LID: ¿Cuántos hijos dejó en Chiapas, maestra?
Virginia: Dejo uno en mi casa y 35 en mi aula.
LID: ¿Y por qué los dejó?
Virginia: Por luchar por ellos, para dejarles un mejor México pensando en ellos. Yo, por mi edad, ya voy de salida, pero ellos van empezando, necesitan de nosotros y somos la esperanza, si nadie lucha por ellos ¿qué futuro les dejamos?
LID: Como lo vimos en San Quintín con las jornaleras, en Juárez en las maquilas y ahora con el magisterio combatiendo contra la reforma educativa; son las mujeres las que se vienen poniendo al frente de la lucha. ¿Usted por qué cree que sea así?
Virginia: Considero que somos más aguerridas, pues por lo mismo ¿no? Organizamos la casa, planear cómo hacer que alcance la quincena, irnos preparando porque lo que ganamos como maestras en verdad es muy poco, tenemos que planear en la escuela y también en la casa. Aprendemos a ser planeadoras en todos lados.
LID: Maestras, ¿queda algo por perder?
Virginia: Por perder no queda nada, por ganar queda mucho, un mejor México.
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Catalina (Oaxaca)
LID: ¿Cómo es el día de una maestra que además es madre?
Catalina: Estamos al tanto del salón de clases, los alumnos y las actividades, después de la jornada de trabajo llegamos a casa para estar un rato con los hijos, revisamos sus tareas, los apoyamos, y más aún cuando son pequeñitos. Se tiene que apoyar bastante a los hijos, es mucho trabajo. Y pues, hacemos todo lo de la casa, lavar ropa, trastes, todo, y además debemos planear la clase de mañana.
LID: ¿A qué hora descansa?
Catalina: Siempre se tiene que planear y ver en qué momento se pueda descansar un rato.
LID: ¿Cuántos hijos tienen maestra?
Catalina: Tres.
LID: ¿Por qué los dejó?
Catalina: Pues para luchar, se tiene que luchar por ellos, por el futuro de nuestros hijos.
LID: ¿Por qué lucha una mujer maestra?
Catalina: Porque así tiene que ser. Debemos luchar hombres y mujeres parejo, porque no se vale decir que sólo los hombres, no, nosotras valemos lo mismo.
...luchamos por el futuro, el futuro de los hijos y la familia. Por todo, por nuestra sociedad. Si hasta nuestros hijos nos dicen que esta lucha no es sólo por la educación sino por todo, para vivir en mejores condiciones. Y si no lo hacemos el gobierno nos oprime más y más. Mientras nadie diga nada, todos quedaremos más amolados... una mujer no puede rendirse.
LID: ¿Los alumnos en Oaxaca tienen todas sus necesidades cubiertas?
Catalina: Ah no, eso es pura mentira, cuando el gobierno dice que todo está bien, que hay programas y que no hay hambre, esa es vil mentira. Hasta los padres nos lo dicen, y en este caso nos apoyan, en las reuniones que hacemos allá con los padres ellos mismos nos dicen que lo del gobierno es vil mentira. Allá los papás trabajan de sol a sol para darles de comer a los niños, se gana muy poco como para darles útiles a sus hijos, no se dan abasto.
LID: ¿Se puede enseñar a niños con hambre?
Catalina: No, no se puede, y se necesita resolver esto desde abajo. Los niños deben ir bien alimentados, pero ¿cómo? Si sus papás ganan tan poco de plano no se puede.
LID: Esta nota puede ser leída por más mujeres: maestras, trabajadoras, maquilladoras, amas de casa, ¿qué mensaje les daría a ellas?
Catalina: Pues que hay que echarle ganas, luchar más, para tener una sociedad libre, que todos tengamos mejores condiciones. Eso es lo que se quiere para el futuro de los niños, de nuestros hijos y la sociedad entera.
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Lidia (Michoacán)
LID: ¿Cómo es el día de una maestra?
Lidia: Muy acelerado. Todo el día tenemos actividades que realizar. Madrugamos para cumplir en clase, llegamos a casa a seguir y preparar clase en las tardes. Además tenemos que cocinar, lavar y planchar, afortunadamente, en mi caso, mis hijos me apoyan, sino imagínate, no alcanzaría para realizar todas las tareas. Todos los días llevo trabajo de la escuela a la casa. Hay que planear, calificar, preparar la siguiente clase, para que sea una buena clase, como a mí me gusta.
LID: ¿Tiene hijos, maestra?
Lidia: Hijos y nietos.
LID: ¿Y, por qué dejó hijos y nietos en Michoacán y decidió venirse a la Ciudad de México?
Lidia: Para luchar, porque es una lucha que les va a dejar a ellos fruto. Si yo dejo de luchar, ellos se van a quedar mal, en espera de trabajos dignos.
LID: ¿Por qué serán las mujeres las que se están poniendo al frente de la lucha?
Lidia: Yo creo que nosotras tenemos más valor. Desde el momento que somos madres, tenemos más valor para enfrentar cualquier situación por el bienestar de nuestra familia y toda la sociedad... Vale la pena luchar, ¡claro que vale la pena! Porque nuestros hijos tengan una mejor vida y por los hijos de otras personas a los que vemos y atendemos. Las madres, preparadas o no, el ejemplo que debemos dar es que somos personas luchadoras, y que los hijos piensen que deben procurase siempre un mejor futuro, así debería de ser.
Y los medios las llaman flojas...
Frente al ataque mediático contra el magisterio, desde LID nos damos a la tarea de mostrar éste, el verdadero rostro del combatiente del magisterio.
Este es el testimonio de sólo tres de las miles de maestras que todos los días se levantan para descubrir nuevos mundos con sus alumnos y se van a la cama a dormir 4 ó 5 horas después de garantizar que la casa y la escuela estén de pie.
Son ellas, las primeras en levantarse y las últimas en ir a dormir; las que planifican, dan clase, revisan trabajos y tareas; las que se quitan el pan de la boca para alimentar al alumno hambriento -sólo ellos y sus padres sabrán cuantos días llevan sin probar bocado-; ellas son, las que al llegar a casa encuentran un cesto lleno de ropa sucia, una tarja con trastos por lavar, y un sinfín de tareas domésticas; las que garantizan la alimentación de los suyos y administran los salarios de miseria.
Justo una mujer así, una guerrera como la que describimos antes, fue la que me enseñó a leer, escribir, sumar, multiplicar. Para Luz Gloria la maestra de mi barrio.