Contar chistes, hacer figuras con globos, hacer trucos de magia, provocar risas en chicos y grandes, en fin, ser payaso, sin duda es algo que disfruto mucho; pero es un oficio que no está exento de vivir la precarización laboral.
Domingo 14 de agosto de 2016
semblanza enviada por "Pingü el payaso”
Para empezar, es difícil que una familia que subsiste con el salario mínimo pueda contratar un payaso para la fiesta de sus hijos, cuando apenas completa para pagar la renta, la comida, los pasajes y los servicios básicos — agua, luz y gas— , que por si fuera poco recientemente tuvieron otra alza más. Estas condiciones de vida, que sufrimos la mayoría de la población, hace que sea casi casi un lujo contratar un payaso.
Por otro lado, podemos pensar que la culpa la tienen los payasos por cobrar entre $700 y $900 pesos un show de una hora y media ; sin embargo, la mayoría de los payasos somos empleados por agencias de entretenimiento las que se encargan de negociar el costo del show con el cliente y de asignar un payaso a su fiesta. Eso es todo lo que la agencia hace por el cliente y el payaso, que en la mayoría de los casos son dos caras de una misma moneda: ambos padecen crudamente la carestía de la vida.
Una vez que la agencia asigna una fiesta a un payaso, sólo le da un par de regalos para el festejado o festejada y una docena más para repartir durante los concursos y el show en general. El pago de los pasajes corren por cuenta del payaso sin importar hasta donde tenga que trasladarse y cuánto tiempo le tome llegar a la fiesta. Lo más que hace una agencia es prestarle dinero que se le tiene que regresar al final del día; lo que significa que el dinero que obtienes al realizar un show, no es íntegro, sino que depende de lo que gastes en transportarte y lo que te retenga el patrón.
Para las comidas, la agencia tampoco tiene ningún aporte, es un gasto más que se deduce a lo que obtienes de un show, independientemente que en algunas fiestas te invitan a comer –las cuales son pocas-. Muchas veces no te puedes quedar porque o tienes otro evento encima y te tienes que ir rápido, para no llegar tarde y correr el riesgo que lo cancelen, o ya es muy tarde y si te quedas puede que no alcances transporte colectivo en donde sea que andes, y tengas que gastar más en un taxi que te acerque a algún lugar más concurrido.
Al final del día tienes que regresar a la agencia porque de todo lo que cobraste a ella le corresponde la mitad, o más en algunos casos. Es una situación donde la agencia, por un lado, se enriquece del talento y las habilidades del payaso y, por otro lado, de los ahorros y sacrificios que los trabajadores hacen para darles a sus hijos un cumpleaños inolvidable.
Aunque digan que son una familia, sigue siendo subcontratación
Los dueños de las agencias detrás del discurso de que todos somos una familia de payasos y hagan sentir vínculos entre colegas, la mayoría -si no es que todos-, no tenemos derecho a seguridad social para ir al doctor.
Por ejemplo, te enfermas de la garganta producto de estar todo el día gritando o modulando tu voz por imitar a algún personaje; en dado caso que te llegue a pasar los gastos corren por tu cuenta; no generas antigüedad, ni aguinaldo, ni días de vacaciones, ni ningún derecho laboral, solamente el de poder irte cuando quieras porque tienes la puerta abierta, al conjunto de esta situación se le llama precarización laboral, la triste realidad del mundo de los payasos que van por ahí de fiesta en fiesta, poniéndole al mal tiempo buena cara.