Ser profesor de la UNAM, la máxima casa de estudios, es gratificante. Sin embargo, las condiciones de trabajo son precarias. Entrevistamos a Sergio Moissen, joven profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
Nancy Cázares @nancynan.cazares
Martes 4 de octubre de 2016
Ser profesor de la UNAM, la máxima casa de estudios, es gratificante. Sin embargo, las condiciones de trabajo son precarias. Entrevistamos a Sergio Moissen, joven profesor de la FCPyS de la UNAM.
LID: Sergio, ¿Cuántos años llevas dando clases en la UNAM? ¿En qué situación se encuentran los profesores de la UNAM?
Sergio: Llevo dando clases desde los 26. Era el primer año de mis estudios doctorales. Son tres años en que me he desempeñado como profesor en la FCPyS de la UNAM.
La planta docente de la UNAM vive en la precariedad. De los más de 38 mil académicos el 60% del total es profesor de asignatura. Sólo el 13% es de carrera, con basificación; un 6% son investigadores. El resultado es que sólo un 20% mantiene estabilidad laboral.
La totalidad de la carga académica y docente de la UNAM está cubierta por sus profesores de asignatura. Su salario es vergonzoso: un profesor de asignatura gana un aproximado de 2 mil pesos al mes. Está muy por debajo de cubrir la canasta básica. Los programas de estímulos, como el PEPASIG (Programa de Estímulos a la Productividad y al Rendimiento del Personal Académico de Asignatura), aumenta por algunos cientos de pesos al mes el salario bruto. Es un salario de 77.9 pesos por hora de clase impartida mientras el profesorado de carrera gana 26 mil al mes.
LID: ¿Qué papel juega la AAPAUNAM? ¿Por qué dices que es trabajo precario?
Sergio: Con la Renovación de la Planta Docente no cambia nada. Es aún peor el retiro voluntario de los académicos, pues se ha convertido en una jubilación forzosa y en una discriminación de los profesores con poco más de 40 años.
La Asociación Autónoma del Personal Académico de la Universidad Nacional Autónoma (AAPAUNAM) tiene la titularidad del contrato colectivo de la plantilla docente: negocia aumentos salariales de 3% y sostiene que el salario de 77.9 pesos por hora clase es “toda una conquista”.
¿En qué sentido es un trabajo precario? Ganar poco más de 2 mil pesos obliga a que tengamos otras ocupaciones para llegar a fin de mes, no tenemos estabilidad laboral pues los contratos son por semestre sometidos a resolver cargas académicas y al mismo tiempo debemos escribir artículos académicos para permanecer en un doctorado o maestría.
Tener grados académicos (maestría, doctorado, post doctorados) son los requisitos indispensables para ser académico de asignatura y probablemente concursar por alguna plaza. Pero el trabajo universitario no asegura a nadie la permanencia en el empleo: un día puedes quedarte sin clases.
LID: ¿Hay outsourcing en la UNAM, en el trabajo académico?
Sergio: Ante el aumento del desempleo de la generación de jóvenes con estudios de posgrado se creó una nueva forma de contratación por outsourcing. Las Cátedras CONACYT son mecanismos de contratación de profesorado por semestre en el que las universidades públicas aumentan su planta docente sin ningún tipo de relación laboral. En ella recibes una “beca” para seguir como académico que tiene una validez de 6 meses y en el que no existe relación obrero patronal con las universidades públicas.
Aún más terrible. Existe un lado obscuro del trabajo académico. Si algún día quieres convertirte en profesor precarizado debes estudiar un posgrado: estudios con altos niveles de estrés y especialización. En los estudios de maestría y doctorado el estrés académico es muy fuerte y existe el “síndrome de la cabeza quemada” (burnout o síndrome de desgaste ocupacional).
El CONACYT y sus programas en estudios de posgrado fomentan un espíritu de competencia, de individualismo, de búsqueda de grados, de maquila de “papers” y de productivismo académico. Los posgrados son centros de investigación, pero también, un gran filtro de la élite académica del país.
LID: ¿Qué deberían hacer los académicos ante esta situación?
Sergio: Debemos organizarnos. Es posible que esta situación cambie. Considero que es necesario que los profesores de asignatura nos organicemos para luchar por un aumento salarial y un plan de basificación. ¿Es eso posible? Claro, la casta de la UNAM gana 156 mil 463 pesos al mes, y el rector Graue gana más que el presidente.
¿Se necesita más presupuesto para la UNAM? Claro, el gobierno de Peña Nieto gasta 2 mil millones de dólares en armamento comprado a Estados Unidos al mismo tiempo que se paga puntualmente la deuda externa. Es clave luchar por el aumento al presupuesto educativo.
¿Los trabajadores administrativos son nuestros aliados? Claro, el STUNAM en 1977 agrupaba a docentes y no docentes durante su fundación. La AAPAUNAM surgió para dividirnos pues la unidad entre académicos y trabajadores administrativos era una combinación explosiva. Para relanzar esta unidad de trabajadores académicos y administrativos hay que impulsar la democratización del sindicato y ponerlo al servicio de sus trabajadores.
Los profesores de asignatura de la UNAM hacemos posible la universidad pública. Por la dignificación del trabajo docente que dedica su vida a la educación gratuita a pesar de los malos salarios. Basificación y aumento salarial al profesorado de la UNAM ¡ya!