Hablamos con la especialista en cuestiones de salud laboral entre los docentes, Deolidia Martínez. Un sistema que oprime y exprime, malestar docente, acoso, violencias y la necesidad de una lectura política, junto a una actuación política en diferentes ámbitos, fueron algunas de las claves para entender qué pasa con la salud de los trabajadores de la educación.

Virginia Pescarmona @virpes
Viernes 15 de junio de 2018
En el marco de la Carpa que instalamos los y las trabajadoras de la educación de Mendoza en la explanada de Casa de Gobierno, exigiendo la apertura de paritarias y en un día histórico donde se desarrolló la larguísima sesión en la Cámara de Diputados que terminó dando media sanción al proyecto de interrupción voluntaria del embarazo, Deolidia Martínez viajó a Mendoza para dar capacitación a delegados permanentes del SUTE.
Psicóloga laboral, Psicopedagoga y luego docente durante más de 50 años ocupándose de la formación y la investigación sobre los docentes y el trabajo. Ha trabajado siempre desde los espacios sindicales, y después la universidad. Ahora jubilada.
Nos contó sobre su “trabajo militante”, como lo llamó, en México (donde se exilió) y Brasil e investigaciones. Muy crítica del sistema educativo, nos reveló que lo que hay que decir es que la clave está en la política, en la disputa por el poder en un sistema que deglute las personas.
- ¿Por qué viniste a Mendoza?
Me invitaron a Mendoza, desde la conducción del sindicato (SUTE) en este momento de lucha. He trabajado mucho sobre el malestar docente y sobre eso hablamos en la Carpa. El tema de las aflicciones que se pasan en las escuelas y la universidad.
El tema de la violencia. Violencia hay en los espacios labores. En la educación no es que creció, siempre hubo mucha violencia en las escuelas, ahora se hace mucho más visible.
Ahora se habla de acoso, y esto ajustó más sobre lo que se vive. Siempre me he preguntado ¿por qué una docente cuando deja el aula y va a la dirección, cambia totalmente? He visto lo siniestro que es que el sistema educativo avanza con violencia. Los sistemas están llenos de gente y llenos de poder. El modo de construcción de poder en los sistemas educativos, hace que un cargo transforma siniestramente a la gente. Hay algo en la estructura de mando, en la estructura de poder y las formas de mando que aquellas personas que han hecho carrera docente se transforman. El cansancio, lo cotidiano, es a lo que no quieren volver. Pero pierden el vínculo con el estudiante, que es el vínculo más sano del sistema educativo.
El director siente que es su obligación ser rígido, autoritario, si no podría dominarlo. Entre las escuelas y los ministerios y secretarías y todo el sistema educativo con sus supervisores como “brazo ejecutor” del sistema, hay un abismo. Los directores están en el borde de ese abismo. Hay que estudiarlo más y profundizar. Pero allí hay un núcleo del malestar. Los directivos registran el peso sobre ellos del sistema educativo. Un sistema que es enfermante.
- ¿El trabajo docente enferma?
Hablamos de malestar, para no llamarlo enfermedad, que no se patologice la situación de sufrimiento de los docentes. Los docentes sufren. En el núcleo de ese sufrimiento es el malestar de amor, de la relación de afecto que hay en la educación. El núcleo del trabajo docente es afectivo. En Brasil hay un gran investigador y amigo, Wanderley, que recorrió en dos años todo Brasil. Él concluyó que los docentes están enfermos de cariño. Escribió un libro que se llama “El malestar docente: educación, cariño y trabajo”.
- ¿Hablamos de frustración entre los docentes?
Es un trabajo que tiene un núcleo de dolor. El malestar está asociado al desistir, al no querer más nada, a enfriarse para no sufrir. Y eso genera el padecimiento mayor. Los docentes parece que siempre van para adelante, preparan cosas, organizan, etc. Pero algunos, por las propias condiciones, por el sistema educativo que es perverso, siniestro, quedan sin ganas. Es insalubre el trabajo del docente. Lo cotidiano agobia.
Hay algo nuevo que es la juventud. ¡Un día como hoy se vio tan claro! Los docentes jóvenes piensan al trabajo docente como una etapa. Quieren ser docentes y después otra cosa, estudian otras cosas. Eso los va a salvar. A docentes que su sacrificio los había dejado muy mal les he recomendado cambiar de trabajo. El sistema educativo es siniestro, allí dentro es difícil recuperarse.
Si no hay una actividad de militancia…que separa de lo rutinario, de la cotidianeidad, se quedan los docentes como repetidores de discursos y fórmulas y entonces se frustran, sufren, hay malestar
- ¿Pero hay posibilidad de llevarla mejor, de sobrellevarlo, de cambiarlo?
Hay cosas que están muy enquistadas. En los ministerios hay cosas esclerosadas. Pero la tarea dentro del sindicato debería ser fundamental, allí hay mucho que hacer. Es el único soporte que está cerca del docente. Hay un problema con el reconocimiento, con la valoración del trabajo que genera enorme malestar. También hay un trabajo en los sindicatos de los docentes universitarios, que ahora están más cerca del resto del sistema educativo. Antes eran “mundos distintos”. Se han acercado por las condiciones laborales y las investigaciones sobre su trabajo. Al docente universitario le costó mucho asumirse como trabajadores y acercarse a los mal llamados “no docentes”. Les costó entender que trabajan juntos, que hacen la universidad juntos. En un laboratorio, por ejemplo, tenés los trabajadores que te apoyan, que hacen preparados, pero también el que limpia, el que arregla el aire acondicionado, el que cría las ratas para que después otro experimente y haga una investigación. ¿En qué colaboran unos con otros? De eso no hay mucha conciencia. El conocimiento es trabajo colectivo. Eso que parece sencillo, pero no es tan fácil. Es más sencillo ver que el conocimiento lo alcanza uno solo y no ver el trabajo colectivo.
- Justamente en la charla en la Carpa surgió esto de ¿cuál es el objeto de trabajo de un docente? y la mayoría contesta el alumno….
Eso entró por una didáctica malísima del siglo pasado, el triángulo didáctico. Hay que romper esa estructura, separar la autonomía del estudiante, clarificar que el docente trabaja con conocimiento…no construyendo alumnos.
- ¿En el sistema educativo pasás por el nivel Inicial, Primaria, secundaria…y parece que el conocimiento recién llegara en la universidad no es parte de la desvalorización?
Claro, y eso se padece. Esa descalificación produce sufrimiento. Cuando al docente le sacás al alumno como objeto, el docente no encuentra nada…queda vacío, porque no opina que hay conocimiento en su trabajo. La famosa trasposición didáctica, de la que ya no se habla más es un concepto muy importante. Era pensar cómo hacer sencillo algo complejo, en eso consiste el trabajo. Si sacamos ese concepto, queda el “no saber” para el docente y eso produce dolor.
- ¿Y entonces…qué hacer?
Si no hay una actividad de militancia…que separa de lo rutinario, de la cotidianeidad, se quedan los docentes como repetidores de discursos y fórmulas y entonces se frustran, sufren, hay malestar. No dimensionan ni su propia labor. Pero para cuestionar esto y entenderlo, hay que entrar en otra esfera, que es la militancia, y en especial la política. Porque hay que disputar poder, la educación es una cuestión de poder, es una cuestión política.
Si no se ve que hay que hacerse de poder, es como que todo viene desde el lugar menos pensado, por eso siniestro (“te la dan por izquierda”, como se dice). No se entiende porqué hay violencia, porqué hay acoso, porqué hay malestar. Hay que ir por el poder, y el poder se disputa, se conquista, no se juega a tenerlo. Un día como hoy, histórico, la juventud por miles y miles demuestra cómo se hace. Dan idea de futuro. Esa juventud que tomó las escuelas, que hicieron sus reclamos, nadie les enseñó a tomar la escuela, lo hicieron. Incluso, y seguramente, contra muchos docentes que están en contra. Yo digo feliz que tengo confianza en mis nietos.
Deolidia dio charla el miércoles para los delegados del Gran Mendoza y el viernes para los delegados permanentes del interior de la provincia. En la segunda jornada, el día en que finaliza la vigilia en la Carpa del SUTE, hizo hincapié en el rol del delegado, mediando, debatiendo, constribuyendo a que en las escuelas no se sigan padeciendo las injusticias y violencias y destacó que la clave está en las salidas colectivas para el cambio en los contextos laborales y estructuras disciplinantes que enferman.

Virginia Pescarmona
Docente, Corriente 9 de abril/Lista Bordó, Mendoza