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Red Internacional
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MUNDO OBRERO. Si no trabajo, no como, pero el trabajo me rompe: un dossier sobre enfermedades laborales

El título es bastante claro: esto va de como el capitalismo nos jode la vida y la salud. Pero también va de las experiencias de organización y lucha para combatirlo. Publicamos un dosier sobre enfermedades laborales basado en una serie de entrevistas a trabajadores y trabajadoras de Las Kellys, TMB, Vueling, SAD y a Alex Tisminezsky, abogado laboralista del colectivo Ronda.

Martes 3 de enero de 2023

El pasado 2 de diciembre, desde Esquerra Diari (diario catalán de la Red Internacional La Izquierda Diario) junto a diferentes sectores, realizamos la primera asamblea de los Círculos de trabajadoras y trabajadores, con el objetivo de poner de pie un espacio de organización, debate, coordinación y acción de diferentes sectores laborales para enfrentar la inflación, la precariedad y la represión sindical.

Siempre hemos dejado claro que no es un diario como otros muchos: somos un diario militante, autofinanciado y que pretende dar voz a los procesos de organización y lucha de la clase trabajadora, así como intervenir en el debate político de la izquierda anticapitalista sobre la necesidad de crear una organización de los y las trabajadoras para acabar con este sistema. Por eso, denunciamos las dinámicas y los secretos de este sistema.

Hace unos días, la Generalitat de Catalunya salió con una campaña contra la siniestralidad laboral. Una campaña que pose, en todos sus spots y materiales, el foco en el trabajador y trabajadora, como si nosotros fuéramos los responsables de sufrir estas enfermedades y accidentes y fuéramos nosotros quienes tendría que poner remedio.

Pues no, estas enfermedades y accidentes profesionales tienen, en primer lugar, como responsables a las empresas, por no garantizar condiciones de seguridad en el trabajo y exponernos en ritmos inaguantables.

Pero además, después de las empresas encontramos las mutuas y su millonario negocio, que invisibilizan estas patologías profesionales. Y de esto también es responsable la administración y la Generalitat, que legisla en pro de las empresas, sin destinar más recursos a la inspección de los puestos de trabajo que permite que las mutuas continúen con su negocio.

Las enfermedades laborales y su gestión por parte de las empresas son parte del funcionamiento de este sistema de explotación de clase, y no es para nada un fenómeno nuevo. El capitalismo necesita mano de obra constantemente para su supervivencia, para seguir generando más riqueza a expensas del trabajo de millones.

Además de los trabajadores y las trabajadoras presentes, necesita de la reproducción de la vida, de las futuras generaciones que serán explotadas. Esta nueva generación es mantenida gracias a las tareas de reproducción, que quedan reducidas estrictamente al ámbito privado del hogar, recayendo casi exclusivamente sobre las mujeres, y que supone millones de ahorro para las grandes empresas que se ahorran la manutención de los próximos trabajadores, dejando que esta salga del salario de la unidad familiar.

Pero, además, cuando nuestros cuerpos no aguantan más los ritmos de trabajo agotadores, las jornadas interminables, las condiciones insalubres, y caen enfermos y destrozados, dejamos de ser útiles para el capitalismo y nos rechaza, pasando a ser la generación rota que tiene que ser cuidada, mantenida, de nuevo, sin que le suponga ningún desembolso a las empresas.

Un negocio redondo, nunca mejor dicho: este sistema nos forma porque seamos mano de obra, después nos exprime hasta la última gota de nuestra salud y juventud para, después, descartarnos como mercancía defectuosa.

Toda esta generación “rota”, desechable, no lo fue un tiempo atrás. Pero las condiciones laborales a las cuales nos exponen, despacio van haciendo mella en nuestro cuerpo. Aquí entran las enfermedades laborales, aquellas relacionadas directamente con el trabajo realizado. La gracia está en el hecho que quién determina qué es una enfermedad laboral son aquellas instituciones que forman y sustentan el mismo sistema que nos las provoca.

Por lo tanto, la mayoría de ellas, no están reconocidas como tal, con el perjuicio para la clase obrera y los sectores populares. Los movimientos repetitivos, la exposición a químicos, el uso de un miembro determinado de nuestro cuerpo de manera constante y sin descanso, etc., son a causa del trabajo realizado, pero no se reconocen como tal.

En la Inglaterra del siglo XIX nadie entendía como los niños deshollinadores no pasaban de la adolescencia -si es que llegaban, antes de morir en un accidente laboral, por intoxicación, asfixia o calcinación-. Se tardó un tiempo a relacionar el hollín que se los quedaba dentro del cuerpo a causa de las malas condiciones de higiene a la cual se veían abocados estos niños, la mayoría huérfanos, y el cáncer testicular que acababa con muchos de ellos. Pero se tardó mucho más a abolir el trabajo de deshollinador, donde trabajaban muchos niños pobres o mendigos, entrenados desde pequeños para trepar chimeneas y limpiarlas, porque salían más baratos.

Pero no tenemos que ir a la Inglaterra del siglo XIX para ver a las empresas y mutuas ignorar de manera constante las denuncias sobre reconocimiento de enfermedades laborales. A las teleoperadores que se pasan 8 horas cogiendo llamadas sin descanso, no les reconocen las faringitis ni las otitis. A las limpiadores de los hoteles no les reconocen las enfermedades neurológicas o musculo-esqueléticas. A las administrativas, no les reconocen el desgaste de cervicales, lumbares o brazos. Los trastornos alimentarios, los problemas estomacales o las infecciones de orina, son frecuentes en los sectores en los cuales los ritmos de trabajo y los horarios de los turnos impuestos, impiden hacer descansos por comida o ir al baño. Y así, podríamos continuar enumerando múltiples sectores y los efectos que la explotación laboral tienen sobre ellos.

Por eso, la campaña que ha lanzado la Generalitat sobre prevención de riesgos laborales no deja de ser cínica, poniendo parte de la responsabilidad de evitarlos en manos de las trabajadoras y trabajadores. Es de sobra conocido la falta de formación que en muchos sectores dan al empezar el trabajo, exponiendo al personal a sufrir graves consecuencias de salud y, incluso, la muerte. Por otro lado, como señalábamos a lo largo de este artículo, las enfermedades laborales se deben al trabajo que desarrollamos y a las condiciones en las que la basura.

Cuando nos exigen más productividad, limpiar más, vender más, coger más llamadas, fabricar más piezas... hay detrás la amenaza que quien no lo haga sabe que puede ir buscándose otro trabajo. Que se lo digan a los jóvenes repartidores de Glovo atropellados para ir a toda velocidad de una entrega a otra para poder cumplir los contingentes de la empresa. Es doblemente cínico cuando la Generalitat tiene externalizados sectores esenciales en condiciones de absoluta precariedad, como el ocio educativo, mientras permite que las empresas privadas hagan su negocio.

Este dosier apunta a cuestionar no solo la regulación de la salud al trabajo, sino también al mismo trabajo asalariado bajo el capitalismo.

El trabajo se muestra día a día en nuestras carnes el extenuante de mantener sobre nuestra espalda un sistema económico, político y social que nada tiene que ofrecernos más que explotación, opresión, pobreza y muerte. Pero quedarnos solo en la denuncia de nuestras condiciones de trabajo podría hacer que cayéramos en una visión pesimista y derrotista que nada puede hacerse para cambiar nuestras vidas y la de miles de millones en el mundo. Organizarnos, coordinarnos y poner nombre al verdadero enemigo de nuestras vidas y nuestra salud para poder luchar en las mejores condiciones.

Que digo luchar; para poder vencer esta batalla que lleva siglos librándose, con más o menos intensidad, y que tiene en dos clases antagónicas a ambas bandas de la barricada: la clase obrera y la burguesía. Desde Esquerra Diari lo tenemos muy claro: nuestro periodismo está junto a nuestra clase en esta lucha para vivir una vida que merezca ser vivida.

Lee aquí todas las entrevistas:

Àlex Tisminezsky, abogado del Col·lectiu Ronda: "Las mutuas están por los intereses de las empresas"

Joaquín Gil, del Comité de Seguridad y Salud de CGT en TMB (Transporte Metropolitano de Barcelona): "Reconocer enfermedades laborales para un volumen alto de trabajadores es un problema económico para los beneficios de TMB"

Trabajadoras de Vueling: “Somos carne de cañón, hemos de estar siempre ahí, sino no cobramos”

Pilar Nogués, trabajadora del SAD: “Te dejan rota, pero no tienes derecho a ponerte enferma, ni estar de baja”

Las Kellys: “¿Dónde nos hemos desgastado si no es en el trabajo?”