Diana Assunção, columnista de Esquerda Diário de Brasil, analiza la situación actual de la crisis en el vecino país de cara a la huelga general convocada por las centrales sindicales para el próximo 30 de junio.

Diana Assunção San Pablo
Miércoles 14 de junio de 2017
A cada día crece la crisis en Brasil. Los de arriba están decididos a descargar la crisis en nuestras espaldas. No solo dieron un golpe institucional, sino disputan nuevamente entre ellos quién tiene más fuerza para aplicar las reformas más duras. Con o sin Temer, solo nos reservan ataques. Hay una sola solución favorable a los trabajadores para esta crisis: que los millones de trabajadores, jóvenes, mujeres, negros y la comunidad sexodiversa de todo el país que están en contra de Temer y las reformas tomen en sus manos la huelga general del 30 de junio y los rumbos del país.
Brasil se transformó en uno de los países del mundo donde la crisis económica afecta más fuertemente a la población. Los escándalos de corrupción ligados a las grandes empresas como el frigorífico JBS y Odebrecht mostraron que un puñado de capitalistas corruptos controlan a los políticos del país y ponen al Estado al servicio de sus intereses.
El reciente fallo de la justicia electoral que preservó a Temer y lo mantuvo en el poder desenmascaró ante los ojos de millones que la justicia burguesa es una vía muerta para los intereses de los trabajadores. Nadie más cree que de los partidos del orden puedan venir salidas progresistas a la crisis del país. Los de arriba se pelean entre ellos, pero nadie defiende los intereses de los trabajadores. La disputa entre ellos es por quién es el mejor para atacarnos y cómo mantener sus privilegios, tanto los de los políticos como de los del poder judicial y de los capitalistas.
El PT todavía intenta presentarse como víctima de la ofensiva de la derecha, pero en realidad gobernó Brasil durante años y se adaptó a todas esas reglas de juego y solo alimentó y disfrutó de ese sistema corrupto. No podemos tener ninguna confianza en que Lula pueda ser una alternativa para salir de la crisis ni que las direcciones de las centrales sindicales vayan a conducir la lucha a la victoria.
La única forma de que los trabajadores podamos hacer que sean los capitalistas los que paguen por la crisis y terminar con este sistema corrompido, cambiando las reglas del juego, es que cada uno de nosotros tome en sus manos la construcción de la huelga general del 30 de junio y asuma los destinos del país como una lucha independiente.
Solo podemos confiar en la fuerza de nuestra clase y de los millones que están en contra de Temer, las reformas y toda esa casta de políticos corruptos al servicio de los capitalistas. Fue nuestra fuerza y disposición a la lucha la que se expresó en cada llamado, siempre tardío, a jornadas nacionales de protesta que hicieron las centrales sindicales. No fue por la voluntad de los burócratas de as centrales ni por a cualquier apoyo de Lula que hicimos pesar la fuerza de nuestra clase el 8 de marzo, el 15 de marzo y sobre todo en la huelga general del 28 de abril. Si dependiese de la base no habría habido esa tregua de dos meses que abrió espacio a muchos ataques. Por eso lanzamos una gran campaña: tomar la huelga general en nuestras manos.
¿Por qué tomar la huelga general en nuestras manos?
Porque las centrales sindicales demoraron en convocar y siguen sin organizar la huelga para que sea mucho más fuerte que la del 28 de abril. El PT, PCdoB y las centrales sindicales dirigidas por ellos, al igual que la golpista Forza Sindical, van a traicionar la lucha. Quieren negociar una reforma “light” o utilizar la fuerza del movimiento de masas para fortalecer sus intereses electorales, empezando por Lula.
Porque si tomamos en nuestras manos la construcción de asambleas y comités de base en cada lugar de trabajo, y la juventud en cada lugar de estudio, obligando a que las direcciones efectivamente movilicen, organizando a cada compañero y compañera desde las bases, estaremos poniendo en movimiento la fuerza que es capaz de tirar abajo a Temer y las reformas y dar una salida a la crisis.
Porque la enorme crisis en el país abre espacio a nueva ideas. Muchos están buscando salidas radicales a la crisis, y la izquierda revolucionaria, como nosotros del MRT, queremos batallar la conciencia de millones, por una salida a la crisis que sea pagada por los capitalistas y todos los políticos que actúan a su servicio.
Porque solo con la fuerza de la movilización de la base podemos tirar abajo a Temer y sus reformas. Porque con esa fuerza podemos ir mucho más allá que una mera elección directa en los marcos de las actuales reglas del juego, que tendría como resultado la vuelta de Lula, sino avanzar hacia una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, impuesta por la fuerza de nuestra lucha, para cambiar las reglas del juego y no solo los jugadores.
Con esta perspectiva, el MRT y las agrupaciones que impulsa como la agrupación de mujeres Pão e Rosas, el movimiento Nossa Classe y el agrupamiento juvenil Faísca, a través de Esquerda Diário están lanzando esta semana una enorme campaña “30 de junio: tomar la huelga general en nuestras manos”. Se trata de una campaña militante, en la que llamamos a cada compañera y compañero a ser parte, a construir con nosotros una enorme agitación en varios estados y ciudades del país, llevando esta idea a miles de trabajadores y jóvenes.
Tomando as calles, con volanteos masivos, miles de stickers, videos y muchas actividades en varias regiones, queremos ser parte fundamental de batallar por la autoorganización de los trabajadores, cuando vemos a gran parte de la izquierda aliándose al PT en el Frente Amplio por las elecciones directas, y cuando sabemos que las centrales sindicales están trabajando para una huelga menor que la del 28 de abril.
No podemos aceptarlo, hay que levantar una voz revolucionaria en este proceso de lucha de masas. Vamos a tomar en nuestras manos el 30 de junio y construir una huelga general aun mayor para tirar a Temer y las reformas e imponer una Asamblea Constituyente libre y soberana para que los capitalistas paguen por la crisis.