Después de varias semanas de protestas duramente reprimidas por el gobierno de Masur Hadi, los rebeldes y las autoridades yemenis entraron en un proceso de negociación que no dio el resultado que se esperaba.
Jueves 18 de septiembre de 2014
El cierre de un acuerdo, que este jueves se daba por descartado, "no fue posible, al no ceder los negociadores en sus puntos de desacuerdo", declaró un diplomático del gobierno, quien precisó que "en los dos próximos días" se convocará una nueva tanda de negociaciones bajo la supervisión del enviado de la ONU en Yemen, Jamal Benomar."
Las autoridades reclaman el desmantelamiento de las acampadas rebeldes instaladas desde el 18 de agosto en la capital y sus alrededores.
Los houthis, que representan a un 45% de la población vienen reclamando desde hace meses la renuncia del gobierno y que se repongan los subsidios al combustible, cuyo recorte llevó a un aumento del 30% en los mismos.
En las últimas semanas decenas de miles de manifestantes habían bloqueado arterias claves de la capital, Sanaa, y de otras ciudades y apostado “sentadas” y acampes en las sedes de varios ministerios. La fuerte represión causó la muerte de al menos 7 personas, elevando a unas 300 las muertas en lo que va de este movimiento de protesta.
Un conflicto histórico
La zona Norte de Yemen es la cuna de los grupos tribales Zaydí, de donde proviene el grupo chiíta Houthi, un grupo que proclama una rama del Islam, con la que se reconoce el 45% de la población. Actualmente se encuentran llevando a cabo una lucha contra el opresivo gobierno de Masur Hadi.
Los Houthi, iniciaron en el 2004 una rebelión contra el régimen del ex dictador Ali Saleh, que se mantenía en el poder desde 1978, y que sería conocido como el “conflicto de Sidah”. Los Houthi exigían ser reconocidos como mayoría y tener poder de decisión en el gobierno, además de que se bajaran los precios del petróleo y que se acabara con la corrupción. El Ejército respondió con una gran represión que terminó con 400 muertos y el asesinato del líder Al Houthi.
A pesar de haber colaborado anteriormente con el régimen de Saleh, el asesinato del líder zaydí, dio inicio a un ciclo de conflictos, con altas y bajas intensidades, en el que los chiitas han logrado hacerse de varias posiciones estratégicas en el país.
“U.S. AIR FORCE” (fuerza aérea de EEUU). Así estaba etiquetado uno de los 28 cohetes que en el 2009 se lanzó a posiciones chiitas en Sádah. Estos cohetes provenían de Saudí, desde donde alertaron por el avance de los Houthis, mientras que el gobierno de Saleh salió a la ofensiva contra los Iraníes, acusándolos de fomentar y apoyar la lucha de los chiítas en su país, los Houthis denunciaban la corrupción del gobierno y la colaboración del imperialismo norteamericano y británico, que brindaba apoyo militar y económico al Ejército.
2011: Derribando los muros de Kamarah
Durante la Primavera Árabe, el conflicto se extendió por sobre las reivindicaciones de los Houthis. El pueblo quería la caída de Saleh quien ejecutaba una opresiva dictadura de más de 30 años. La mecha que en 2011 encendió la rebelión en varios países del Magreb y Medio Oriente, también lo hizo en Yemen.
El viernes de Kamarah, ó el viernes de la dignidad, es el nombre con el que se conoce a una de las masacres más importantes perpetradas en Yemen. Mientras 16 mil yemeníes salían a las calles, el Ejército gubernamental construía muros en la Plaza del Cambio, los rellenaba con petróleo y aceite, e inmediatamente después de la oración de los viernes, el Ejército prendía fuego los muros para cortar el paso de los manifestantes, mientras los franco tiradores se apostaban en posiciones estratégicas y se cobraban la vida de más de 60 activistas.
Durante las revueltas el Palacio Presidencial sufrió un fuerte ataque que provocó graves heridas a Saleh y otros altos miembros del gobierno y de su familia. A fin de contener la situación, y por presión de sus históricos aliados Arabia Saudita y EEUU que vieron en la figura del dictador la principal causa de la inestabilidad política, Saleh terminó renunciando a su cargo en febrero de 2012. Al frente del gobierno quedó su vicepresidente, Masur Hadi, para mantener lo esencial del régimen. En estos más de dos años al frente del poder, Hadi ha continuado la política de Saleh de colaboración con el imperialismo norteamericano que interviene militarmente de forma regular en Yemen con la escusa de combatir a la filial de Al Qaeda en ese país. El uso de drones que bombardean posiciones de este grupo armado ha causado cientos de muertes civiles y provoca una fuerte indignación entre la población.
Nuevas movilizaciones y enfrentamientos
Durante las últimas semanas, el conflicto se ha intensificado: el 6 de septiembre, al menos 7 activistas rebeldes fueron asesinados por la Policía anti-disturbios de Masur Hadi. Además, se registraron combates callejeros en las afueras de la ciudad de Saná.
El 9 de septiembre hubo nuevos e intensos choques entre houthis y partidarios del gobierno y se registraron 40 muertos. Cuatro días más tarde y en pleno proceso de negociación, un nuevo atentado, con la explosión de coches bomba se cobró la vida de 13 personas.
El hecho más reciente se dio el 16 de septiembre, cuatro soldados yemenis y dos rebeldes, murieron en enfrentamientos en el Norte de Saná.
Los choques comenzaron en Wadir Zahr, a unos 10 kilómetros de la capital, luego de una emboscada que tendieron los insurgentes a un oficial yemení. Mientras tanto en Al-Jawf, siguieron con los combates entre ambos bandos, pero esta vez los rebeldes chiítas contaban con el apoyo de clanes locales del lugar. Así lograron el control total del distrito de Al Ghil, próximo a la frontera con Arabia Saudita. El control de esta zona estratégica, podría facilitar la toma de la vecina ciudad petrolera Mareb y luego de la capital.
Ante esta situación, aviones de combate yemeníes, intensificaron sus bombardeos a las posiciones chiítas en esa zona, sin bajas registradas aún.