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Juventud y salud. Sin trabajo estable ni salud mental, la realidad de los jóvenes en México

¿Cómo podríamos tener salud mental con la constante preocupación de no tener trabajo? ¿Cómo no tener ansiedad si los trabajos que hay son ultra explotados y mal pagados? ¿Cómo no deprimirse si sabemos que tendremos que trabajar hasta morir porque somos una generación que no contará con jubilación ni pensión?

Miércoles 15 de marzo de 2023

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Hasta el año pasado, según cifras del INEGI, la población considerada joven (entre 10 y 34 años) representaba el 54% de los 126 millones habitantes de México. Una juventud que se enfrenta día a día con diferentes problemas como la violencia, la falta de empleo y, ahora, un estado de ánimo de muchos que se expresa de diversas maneras: el deseo de morir.

En redes sociales es pan frecuente encontrarse con memes que hacen alusión la “desvivición”. Estos son compartidos principalmente por jóvenes y son en extremo populares. Los chistes sobre suicidio aumentan de manera exponencial. Si bien son muy ingeniosos y es posible que nos arranquen un par de carcajadas, la realidad que esconden detrás de ellos es terrible.
Anteriormente, el suicidio se podía atribuir a diversas causas, incluso a un ’mal de amores’, algo propio de Romeo y Julieta. Sin embargo, un sentimiento común en muchos jóvenes que los puede llevar a suicidarse hoy en día, lejos de ser un corazón roto, es más bien la desesperanza.

La desesperanza de saber que el futuro que tendremos será desalentador. El avance en la precarización laboral no solamente impacta en los bolsillos, sino también en la mente. ¿Cómo podríamos tener salud mental con la constante preocupación de no tener trabajo? ¿Cómo no tener ansiedad si los trabajos que hay son ultra explotados y mal pagados? ¿Cómo no deprimirse si sabemos que tendremos que trabajar hasta morir porque somos una generación que no contará con jubilación ni pensión?

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Las nuevas plataformas como tik tok han servido para poder visibilizar la problemática de la salud mental. Ya no hay manera de negarlo, nos enfrentamos a un mal que padecen cada vez más, de manera notoria, no solo los jóvenes sino también los adultos. Conforme se fueron haciendo visibles estos problemas, también surgieron “alternativas” para poder lidiar con ello, infinidad de podcasts, series, animaciones, cómics que nos muestran que la depresión y la ansiedad, por nombrar solo algunos males, son algo común en nuestra sociedad.

Y este bombardeo también responde a una realidad: es prácticamente nulo el acceso a atención médica, ya no digamos de calidad, para este tipo de males. Si ya de por sí no contamos con prestaciones, ni ningún tipo de seguridad social, menos tenemos la posibilidad de acceder a un psicólogo. Incluso si se tiene suerte y llegamos a tener seguro médico, la cantidad de psicólogos disponibles es completamente insuficiente para toda la población que lo requiere.

En el 2021, el IMSS contaba con solo 307,592 psicólogos para una población de 126 millones de habitantes. Y acceder a un psicólogo particular es imposible para un joven trabajador, pues las consultas cuestan en promedio $500. Considerando que hubiera que tomar solo una a la semana, serían un total de $2000 al mes. Algo que con un salario mínimo es imposible costear. Así que la juventud enfrenta este grave problema sin ningún tipo de contención, lo que lamentablemente concluye en muchos casos en suicidio. En el 2021 se cometieron un promedio de 23 suicidios al día, del 2022 aún no se tiene el registro oficial. El suicidio es la cuarta causa de muerte en el país entre los jóvenes, solo detrás de homicidios, accidentes y fallecimientos por Covid.

A inicios del 2023 hubo varios suicidios en las vías del metro, lo que llevó a que se creara el “mapa del suicidio” que mostraba las estaciones en donde más recurrentemente ocurren estos hechos.

¿Cuál es la respuesta de las autoridades ante esto?

Negar el enorme problema de salud mental que aqueja a la juventud se volvió algo imposible para el gobierno en turno, pero en lugar de crear empleos dignos para los psicólogos o mejorar las condiciones estructurales de vida de la población en general, su respuesta es crear iniciativas como ConTacto Joven, la Red Nacional de Atención Juvenil, a cargo del Instituto Mexicano de la Juventud, donde se brinda atención psicológica de manera telefónica, que si bien puede ayudar a asistir momentos de crisis, no resuelve en lo absoluto el problema de raíz.

Y además, esta clase de redes de apoyo están sustentadas en el ya de por si precario sistema laboral del personal de salud, pues se invita a participar en estos programas de manera “voluntaria” o para realizar el servicio social a estudiantes o pasantes de psicología. Así que cuando un joven precarizado marca a esa línea en medio de una crisis, quien lo atenderá será otro joven precarizado que además debe darle contención psicológica. En el mejor de los casos, por servicio social se ofrecen apoyos económicos de 6 mil pesos al mes. Algo completamente insuficiente para la inflación de 8% con la vivimos día a día los trabajadores.

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La atención a la salud mental no puede estar signada por la precarización. No hay forma de combatir los males psicológicos si seguimos teniendo vidas de miseria. Y no podemos seguir perdiendo a nuestros jóvenes de esta manera. Es sumamente violento que nos quiten la ganas de vivir. Nadie elige suicidarse, no tener opciones no es una decisión. Y mientras aumenten los trabajos en condiciones de súper explotación, la inflación, la violencia, etc. seguirá habiendo motivos por los cuales no queramos continuar con nuestras vidas.

Quedó claro que, a los gobiernos, sean del color que sean, no les interesa en lo absoluto ni la salud mental, ni física del pueblo pobre y trabajador. Se concentran en generar medidas paliativas para generar votos a su favor. Exijamos un sistema de salud de calidad, digno y gratuito que pueda darle atención integral a la juventud. Pero también condiciones que nos permitan tener otro tipo de vidas, en las que tengamos posibilidad de tener espacios de dispersión, educación realmente gratuita, condiciones laborales dignas para no tener que trabajar de sol a sol hasta el momento de nuestra muerte.

A las y los jóvenes también nos toca cuestionar profundamente por qué la salud mental se encuentra tan deteriorada, cuáles son las condiciones que contribuyen a que seamos una generación con este sentimiento de desesperanza. Lo que nos lleva a tener que buscar los medios no solo para exponer nuestros males y preocupaciones, sino también para encontrar colectivamente soluciones de fondo a nuestros problemas. Esto implica proponernos combatir al sistema capitalista, que genera cada vez más penurias, explotación y miseria para la clase trabajadora y especialmente para las y los jóvenes.

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