El sindicato estadounidense United Auto Workers (UAW) mantiene dialogo con la patronal de Ford frente al posible cierre de plantas en Michigan para trasladar su producción a México.
Camilo Cruz México
Viernes 31 de julio de 2015
Ford es una de las automotrices que se han hecho parte del “boom automotriz” en México, anunciando millonarias inversiones para expandir y hacer nuevas fábricas en distintos puntos del país.
Recientemente anunció una inversión por 2 mil 500 millones de dólares para abrir una planta de motores en Chihuahua que, según la empresa, producirá un millón de motores y otra planta de transmisiones en Guanajuato, con capacidad para 800 mil unidades.
Estas inversiones generarán alrededor de 3 mil 800 empleos con las condiciones típicas de la industria automotriz. Salarios de miseria, inestabilidad laboral, jornadas extenuantes y ritmos de producción brutales.
Para Ford, México ya representa el 8 por ciento de sus ingresos totales y el segundo país en suministrar autopartes a las instalaciones globales de Ford, misma que gasta alrededor de 10 mil millones de dólares en autopartes producidas en México.
La empresa Ford anunció que para 2018 los próximos modelos de Focus y C-Max que actualmente se producen en la planta de Michigan, serán trasladados a otras plantas sin especificar el lugar.
Por su parte el periódico Detroit Free Press asegura que la producción será trasladada a México. Lo cual asesta un duro golpe al sindicato UAW ya que este anunció se efectuó a pocos días de las negociaciones del contrato colectivo.
El Secretario General del sindicato, Dennis Williams, dijo que van a presionar en las negociaciones para que Ford se comprometa a seguir produciendo en la planta de Michigan. Esta posición está respaldada por el UAW en un comunicado y reafirma su confianza en que en las próximas negociaciones laborales, Ford se comprometerá a mantener la capacidad y programación total de su producción y así evitar recortes de personal.
Claves de la situación
En México se produce ya el modelo más pequeño de Ford, el Fiesta, en la planta ubicada en Cuautitlán, Estado de México, además de tener tres plantas más en el país, una en Hermosillo y dos en Chihuahua.
Como apuntan varios diarios, si Ford se arriesga a disminuir la producción en la planta de Michigan para traer parte de la misma a México, es en gran parte por el mismo motivo que KIA, General Motors, Mazda, Nissan y demás automotrices así como productoras de autopartes, deciden invertir en México. Las reformas estructurales, que abren el camino para que los costos de producción en México sean mucho más baratos, convierten al país es un paraíso de bajos salarios y de superexplotación capitalista. El país ocupa el tercer lugar de inversión de la industria automotriz, en la relación menores costos / mayores ganancias, solamente atrás de China e India.
Aprovechando la flexibilidad laboral, el outsourcing, los salarios bajísimos y los altos ritmos de producción, México se convirtió en el paraíso de las trasnacionales, que otorga una mano de obra superexplotada.
Hoy la dirección del UAW aparece plegada a la patronal, demostrando su total confianza en las negociaciones con el empresariado de Ford e incluso yendo a proponer planes de trabajo para mejorar las condiciones laborales a Washington, donde Dennis Williams sostuvo una reunión con el presidente Barack Obama y con el secretario de Trabajo, Tom Perez.
Frente a esto y los posibles cierres o disminución de producción en las plantas que incluirían recortes de personal, los trabajadores de UAW tienen por delante varias tareas.
En primer lugar exigir democracia sindical, la democratización de los sindicatos es clave para que estos respondan verdaderamente a los intereses de los cientos de trabajadores que engrosan las filas del sindicato. En segundo lugar se debe tener una clara independencia de clase, los trabajadores no pueden confiar en la patronal de Ford ni en el secretario de trabajo, mucho menos en los representantes de la casa blanca y el propio presidente, culpables de los planes imperialistas que someten a miles de trabajadores a lo largo de Latinoamérica y el mundo.
Los trabajadores estadounidenses deben considerar en el proletariado de la industria automotriz mexicana, no un enemigo por “llevarse la producción”, sino un potente aliado para luchar en contra de las patronales trasnacionales.
Para pelear por mejores condiciones salariales y de vida de los trabajadores, es necesario tejer lazos de unidad entre los trabajadores de ambos lados de la frontera, solo así las trasnacionales van a recular en cualquier intento de cierre o recorte de personal.