Desde el 24 de abril hasta el 15 de mayo los casos aumentaron en más de un 400% tan sólo en dos semanas.
Lunes 18 de mayo de 2020
Desde La Izquierda Diario hemos venido haciendo un seguimiento de la situación que se vive en este recinto hospitalario, tanto desde la voz oficial de autoridades y jefaturas como desde la voz anónima de trabajadoras y trabajadores que nos han enviado distintas denuncias sobre falta de insumos y la incertidumbre sobre el cuidado de la salud de quienes están en la primera línea contra la pandemia.
En este seguimiento queremos dar al conocimiento público el alarmante aumento de las cifras internas de contagio, ya que, hasta el día viernes 15 de mayo el conteo de funcionarios contagiados ascendió a 163.
Es decir, desde el viernes 24 de abril, día en el que se contabilizaron 37 casos de funcionarios positivos en las pruebas de PCR, hasta la fecha del informe institucional del 15 de mayo con 163 funcionarios positivos y 197 en cuarentena preventiva (es decir sin examen que lo corrobore y los deja en la categoría de sospechosos) los casos aumentaron en más de un 400% tan sólo en dos semanas.
Este alarmante aumento de contagios contrasta brutalmente con la “optimista” visión de la directora de la Unidad de Paciente Crítico del recinto, Carolina Ruiz, quien hace algunos días atrás declaraba para La Tercera que la pandemia había traído una mística positiva a su unidad. En palabras propias extraídas de la entrevista, reproducimos la reflexión de la profesional:
Mientras los medios difunden este tipo de triunfalismos ciegos que hacen eco de la política oficial del gobierno y el Ministerio de Salud, a nuestras redes llegan denuncias de otras unidades del hospital con relatos como el siguiente:
«En mi servicio salieron tres compañeras positivas y habemos tres más a la espera del resultado. En mi servicio está la embarrada, se contagiaron muchas compañeras (…) le dije a mi jefa y ella me mandó a la ACHS de Puente, pero por las mías, cuando llegué estaba cerrada y tuve que devolverme en Metro hasta la de Parque Bustamante. Llegué a las siete y media de la tarde a la ACHS de Bustamante con fiebre y dolor de cabeza. Recién a las seis me aislaron porque pedí un segundo control de signos vitales y arrojé 38 de fiebre, una vez aislada a las nueve de la mañana me tomaron el examen. Pasé una noche horrible, con fiebre y esperando más de doce horas a que me atendieran; supieran, se demoran cinco días en darme el resultado»
La denuncia prosigue y finaliza
«Estoy mal, muy mal, con la fiebre que va y viene y el dolor de cabeza y corporal que no desisten, preocupada por mi familia, por mis hijos (se escuchan de fondo niños jugando), no sé si iré a salir positiva espero de todo corazón que no»
En el caso de los trabajadores tercerizados que trabajan a través de empresas externas la situación es aún peor, pues cada cual debe entenderse con las condiciones laborales que le impone su empresa y en el caso de quienes trabajan boleteando, no cuentan con ningún tipo de seguridad, les pagan sólo por día trabajado y han debido acudir con síntomas a la unidad de Urgencias del Sótero o a los CESFAM en los cuales se atienden, estando obligados a asistir de igual manera a cumplir labores en el hospital dadas las precarias condiciones laborales: sin pago, sin licencia y con posibilidades de ser despedidos. Uno de los audios de estos trabajadores señala:
«No tengo nada de nada, si no trabajo no me pagan, así es que aquí estoy, esperando los resultados del examen que me tomaron en el CESFAM y rogándole a dios que sea negativo para poder volver a trabajar»
Desde el gobierno han decretado una cuarentena en la Región Metropolitana que delega la responsabilidad del aumento de los contagios en la misma población a la que obligan a acudir a producir ganancias ajenas a sus respectivos puestos de trabajo en sectores no esenciales, cruzando todo Santiago en medios colectivos de locomoción hacinados y sin condiciones de protección o distanciamiento social. Dentro de este panorama: de 40 mil contagiosa nivel nacional, testeos pendientes, cuestionamientos a la capacidad técnica del ISP y red de laboratorios que analizan las muestras, y un protocolo que niega la toma de examen a quienes no presentan síntomas (incluyendo a personal de salud) el recinto hospitalario de la zona sur oriente debe hacerse cargo de la vida de un millón y medio de personas, tal como señalamos en una nota anterior sobre el aumento de contagios en comunas como San Bernardo, Puente o La Pintana:
«Puente Alto es una comuna obrera, cuenta con una fuerza productiva de 300 mil habitantes aprox. (según datos del INE), es parte de las llamadas “comunas dormitorio” ya que se caracterizan porque un grueso de la población activa económicamente deben estar todo el día fuera de la casa en función de su trabajo, considerando las horas de traslado, provocando que la gente solo llegase a sus casas dormir para partir de nuevo al otro día (...). Además el último mes vimos el aumento explosivo de despidos y suspensiones, lo que ha provocado grandes aglomeraciones en el centro sobre todo en notarías y oficinas de las AFC, por otra parte, los despidos masivos ha provocado que aumente el “comercio informal” o trabajo a cuenta propia, según datos de un informe de la CNC, había 50 mil personas más en esta condición, lo que significa que existen más trabajadores cesantes que han tenido que salir obligadamente a la calle a buscar el pan, pasándonos a miles a la ley maldita de “protección” del empleo”.»
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Esta realidad se cruza con la dramática falta de insumos y Equipos de Protección Personal (EPP) para las y los funcionarios, lO que se refleja en distintos testimonios de funcionarios y funcionarias:
«No se me realizó el test para detectar si me encuentro contagiada de COVID-19 a mi ingreso a trabajar al hospital, llevo trabajando más de una semana dentro y aún no se me realiza».
«Me da rabia no tener los implementos básicos para enfrentar esta pandemia, y que la jefatura le baje constantemente el perfil. Una ama su servicio y ver a tus amigos, colegas de trabajo, ver como se están exponiendo, ver inminente el colapso, a una le dan ganas de salir corriendo».
«Anoche no pude dormir pensando en que tenía que ir trabajar sin tener los insumos necesarios, me han dado crisis de pánico por la pura idea de tener que volver».
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En un vídeo que circuló gracias a El Ciudadano, medio Chile se estremeció al oír entre lágrimas a un funcionario de este Hospital denunciando la criminal desidia sobre las vidas obreras de los funcionarios, sus familias y los pacientes que acuden al hospital, señalando:
«Si no tenemos insumos es porque los verdaderos “flojos” destinan la plata para comprar guanacos».
Mientras las autoridades siguen manejando la crisis sanitaria subordinándola a las abstracciones de la economía que exprimen a las y los trabajadores para combatir la recesión que se viene; vamos a seguir viéndolos por pantalla haciendo gala de soluciones parches como las insuficientes ampliaciones de camas de Unidad de Paciente Crítico (unidad interna que hasta el 12 de mayo, según consigna una nota de The Clinic, estaba copada en un 98% de su capacidad total), la importación de algunos ventiladores mecánicos y diversas donaciones de los grandes privados que tienen sus garras económicas enterradas en Chile.
Estas insuficientes medidas se suman al anuncio sobre la implementación del primer hospital modular en las dependencias de este recinto, que según el Minsal comienza a operar hoy lunes 18 de mayo, lo cual habilitaría 500 camas en 15 módulos más dos módulos para funcionarios tipo salas de estar. Si bien ya se observan las instalaciones, reina la incertidumbre sobre el personal que atenderá estas 500 camas en medio de una crisis de personal clínico y de labores sanitarias, en la cual turnos casi completos han debido replegarse en cuarentena, mientras los protocolos de reemplazo de personal llegan tarde o no son eficientes debido a la escasez o "racionalización" de insumos.
La preponderancia que el gobierno le da a ese tipo de medidas, no hace más que confirmar que las autoridades políticas y sanitarias invisibilizan y subestiman completamente el factor del trabajo humano de este sector esencial, pues son personas de carne y hueso las que hacen funcionar las distintas unidades del hospital, las que manejan los ventiladores mecánicos, cuidan a los pacientes y nos protegen gracias a sus labores de cuidado, aseo, entre otras.
Esta invisibilización del personal de la salud como sujeto clave en el combate y erradicación de la pandemia, este desinterés por las condiciones de vida y trabajo de quienes hoy se encuentran en primera línea salvando vidas exponiendo las propias, no es negligencia, ni ceguera temporal o crónica de las autoridades y sus subordinados, sino que es una calculada maniobra de manejo comunicacional que nos ofrece mirar desde fuera, abstraídos y abstraídas de la realidad, un panorama en el cual las amplias masas sufren y deben encarar los costos y sacrificios de la crisis sanitaria, deben tolerar y permitir la irracionalidad de la especulación global con los precios de insumos sanitarios y EPPs con el único objetivo de salvar la “economía” o mejor dicho, las ganancias de un puñado de empresarios y especuladores además de los privilegios de sus servidores políticos en el Estado, el Congreso y en los gobiernos de turno.
Ante esta situación, desde la FENACOOR (Federación Nacional Coordinadora de Bases de la Salud Pública) la cual agrupa a los principales hospitales base de la zona sur, entre ellas la FENATS del Hospital Barros Luco, Hospital Sótero del Río y Hospital El Pino, están levantando en el HBL un Comité de Salud y Seguridad para articularse con otros sectores de trabajadores y ver una manera de afrontar la crisis sanitaria, económica y social que se abre, pues aún si llegasen a decretar la anhelada cuarentena nacional, el gobierno y los empresarios seguirán obligando a trabajadores de sectores no esenciales a exponerse al contagio, y con ello aumentar la sobrecarga laboral para trabajadores de la salud. Frente al inminente colapso del sistema de salud pública, desde la Fenats del Barros Luco vienen pensando una gran articulación para organizarse y exigir los Elementos de Protección Personal para trabajadores del sector salud, y así mismo unirse para enfrentar la crisis social y la cesantía, buscando que no queden mas familias sin un sustento para vivir, por despidos y suspensiones injustas en medio de una pandemia global y sin precedentes.