Mi nombre es Franco Casasola, soy profesor de historia y periodista. La experiencia personal que relato a continuación es la de miles de compañeras y compañeros que luego de recibirse padecen años y años de inestabilidad laboral, incertidumbre y sacrificios.
Viernes 16 de noviembre de 2018
Lejos de la situación privilegiada que supuestamente gozamos les docentes, la realidad es que nuestra labor se realiza en pésimas condiciones. Todos los gobiernos se encargan de reproducir este discurso que es amplificado por casi la totalidad de los medios de comunicación. Cuando Cristina dijo que somos vagos porque trabajamos cuatro horas y tenemos tres meses de vacaciones, no solo mintió alevosamente, sino que alimenta un sentido común para dividir las filas de les trabajadores. Ni hablar de Macri que se encarga sistemáticamente de atacar la educación pública con ajustes y más precarización.
Ingresé hace cinco años a la docencia en la escuela Nº 410 donde fui elegido delegado. Allí organizamos junto con estudiantes la pelea por el edificio nuevo, que conquistamos luego de 20 años de promesas de gobiernos peronistas y “socialistas”. También peleando contra directivos que se amparaban en una disposición de la dictadura para prohibir que docentes y estudiantes “hagamos política”. Como si educar no fuera un acto profundamente político.
Por la poca antigüedad y puntaje en cada concurso de titularización fui perdiendo las horas. En los “juegos del hambre” de las titularizaciones la angustia de los que nos quedamos afuera, y la alegría de quienes consiguen algo de estabilidad, se combinan para dar un espectáculo decadente al que nos somete el gobierno.
En Santa Fe, pero también en el resto del país, lo que existe son miles de docentes que tenemos que ir de una escuela a otra, atentos siempre al teléfono para tomar un reemplazo, y del otro lado compañeras y compañeros con una sobrecarga laboral que tienen consecuencias terribles sobre la salud, y sobre la calidad educativa.
Producto de esta situación de precarización siempre tuve que combinar mi labor docente con otros trabajos. Por la mañana y la tarde voy de acá para allá, de escuela en escuela, y por las noches agarro mi moto para ser cadete en una pizzería del centro, trabajando en negro. Con 15 horas en promedio semanales, unos 12 mil pesos al mes, es imposible pagar el alquiler, las expensas, impuestos, etcétera. Como muchos de mis compañeras y compañeros, nos vemos obligados a esta combinación trabajando en gastronomía, call centers o haciendo changas. Grande es el esfuerzo que hicimos por estudiar diversas carreras, sin embargo no podemos vivir de lo que estamos capacitados.
El triple turno es algo habitual en nuestra profesión. En mi caso muchos días vuelvo de trabajar a las 12.30 de la noche, duermo unas pocas horas, para tener que estar en la escuela a las 7.30. Cuál es la calidad educativa que dicen defender los distintos gobiernos cuando existen docentes que padecemos esta situación. En otro sentido, es la realidad de muchos docentes con doble cargo, es decir, ingresar a las 7.30 y terminar a las 17.30 para luego tener que seguir en casa trabajando con planificaciones y correcciones. Las compañeras, muchas sostenes de hogares, son las que tienen que cargar, en muchísimos de casos, con el trabajo doméstico. Un trabajo no reconocido ni remunerado, pero que extiende hasta el infinito la jornada laboral.
Por eso da tanta bronca cuando los gobiernos nos atacan. Privilegian los beneficios de los grandes empresarios y especuladores por sobre la educación. Se llenan la boca de discursos hipócritas pero quienes estamos en al aula en condiciones indignas somos docentes y estudiantes.
¿Y Ctera, Amsafe o Sadop no van a hacer nada frente a esto? ¿Frente a la separación de docentes totalmente precarizados por la inestabilidad laboral frente a otros con una carga horaria que atenta contra la salud? ¿Y no van a hacer nada para defender los derechos de nuestros estudiantes que son quienes más sufren una crisis social que embrutece, que les hace sonar la panza de hambre?
Sin ir más lejos estos gremios no hicieron absolutamente nada contra el presupuesto de ajuste que se aprobó en el Senado. Una vergüenza que permitan la degradación de nuestras vidas sin dar pelea.
Por esa bronca hay que convertirla en organización. No nos tenemos que resignar a esta miseria y pelear por cada uno de los derechos no sólo de los docentes, sino también de nuestros estudiantes, sus familias trabajadoras, de las mujeres por el derecho al aborto y el de cada sector que sufre los agravios del capitalismo.
Esta es la idea que defendemos en la agrupación docente Marrón y en el PTS-FIT, por eso milito cada día. Por eso quiero invitarte a que te organices junto a nosotros para fortalecer la pelea por todos nuestros derechos.