Reproducimos una crónica narrada por su protagonista, quien cuenta sus vivencias y la de los jóvenes que trabajan en la informalidad desde los 16 a los 23 años, con salarios y condiciones laborales de miseria. Desde su realidad invita a todos los trabajadores precarizados a sumarse para dar vuelta la historia de la juventud trabajadora.
Noelia Bustamante Vocalía del Centro de Estudiantes del ISFD N°113
Sábado 6 de junio de 2020 12:58
Una historia entre muchas otras
Mis viejos me decían una y otra vez que para tener todo resuelto en la vida tenía que ir a la escuela, cursar todos los años y obtener el título al terminar el mismo, que me iba a servir para conseguir un buen trabajo, ya que ellos no pudieron terminarlo, con suerte accedieron a la escolaridad primaria.
En los últimos tres o cuatro años del secundario comienzan las expectativas y las dificultades; va a depender de la situación de cada familia. Te vas haciendo a la idea de que el título no es garantía de conseguir un trabajo que solucione tu vida.
Mientras que en el colegio te repiten una y otra vez que afuera está difícil, que hay poco trabajo y que requieren una experiencia previa. ¿Qué experiencia podes tener si recién terminas el secundario?
La mayoría de los trabajos, sorteando la dificultad de conseguir experiencia laboral en el transcurso y al terminar la secundaria, son laburos precarios. Por ejemplo, contratos que ofrece el estado con McDonald´s, Burger King, call center, supermercados y ahora se agrega el nuevo empleo para jóvenes de aplicaciones como Rappi, Glovo, Pedidos Ya, etc. Trabajos donde tenés que dejar horas de vida por una paga miserable y en condiciones laborales infrahumanas.
¿Vamos a comer a lo de Carlitos?
Comencé mi vida laboral a los 16 años porque quería mí independencia económica para cubrir mis gastos personales, después se volvió una cuestión no solo de independencia sino también para dar una mano en mi casa. Hoy tengo 23 años, desde mi primera experiencia laboral hasta la actualidad siempre fue en la informalidad, laburé en panaderías, call center, ferias, entre otros laburos.
En el que mayor tiempo estuve fue de camarera, incluso antes de la cuarentena labure para un local de comidas rápidas. Parte de una franquicia muy conocida, donde de manera "formal" fui empleada por dos años, “Lo de Carlitos”. Como a muchos, me afectó la cuarentena. Ahora me encuentro desempleada.
Está franquicia como tantos lugares de comida rápida vienen llevando adelante un ajuste en las condiciones laborales de sus empleados aprovechando el contexto de la crisis económica a nivel mundial durante la pandemia.Pero ya venía efectuando antes de la cuarentena.Medidas como dejar sin sustento a todos los trabajadores informales.
En mi caso desde el último tiempo hacía changas, pero muchos de mis compañeros se quedaron sin el único sustento en estos días tan críticos. Una franquicia que tiene alrededor de 27 locales en todo el país y que dicen que no pueden seguir pagándoles los sueldos a los empleados, menos sostenerlo en el laburo. "Al parecer la pandemia no solo es por el virus, sino también los empresarios".
Desde el comienzo de la cuarentena, que lleva dos meses y un par de días de junio, empresarios millonarios como Paolo Roca de Techint despidieron miles de trabajadores, como si nada. Mientras el gobierno nacional decía tomaremos represarias y se llenaba la boca en los medios hegemónicos oficialistas y opositores de las medidas que iba a aplicar.
Tiempo después se escuchaba y veía por la tele la gran alegría del acuerdo histórico entre el gobierno, la traidora CGT y los empresarios, negociando la rebaja salarial y las suspensiones a espaldas de miles de trabajadores en plena pandemia.
También los jóvenes vemos cómo el gobierno sigue pateando el impuesto a la grandes fortunas y el único que fue presentado es el del Frente de Izquierda Unidad pero continúa sin discutirse. Este proyecto podría dar una solución en lo inmediato a los precarizados, desocupados e informales para sobrellevar una cuarentena digna con un salario de emergencia de $30.000, incorporando a los miles fueron rechazados del IFE.
Por una organización independiente
La mayoría de los jóvenes que trabajamos en la informalidad en diferentes sectores laborales no tenemos ninguna representación sindical o en algunos casos nos representa el sindicato de panaderos que es inexistente.
La cuarentena trajo un efecto en nosotros, los jóvenes precarios y es que no nos callamos más. Hartos de los contratos basura, de que nos tengan como descartables, de las pagas miserables, de horas interminables, de quedar hechos mierda a tan corta edad o dejar nuestras vidas por esas condiciones que nos imponen los empresarios como pasó con Franco y Miguel Ángel.
Nuestras voces se van alzando en un grito de bronca, dolor y ganas de organizarnos, a través de las redes y tomando las calles, como se vió en la movilización del 29 de mayo.
Seguimos construyendo nuestra organización independiente desde abajo, sin buchones ni traidores, dónde nosotros vamos decidiendo a través de asambleas como seguir. Visibilizando lo que los grandes medios no quieren mostrar. Nos cansamos de la miseria que nos imponen y peleamos por mejores condiciones, por eso miles de pibas y pibes nos organizamos de manera independiente.
Mi historia es la misma que miles de jóvenes, algunos que otros más golpeados. En mi caso, decidí no resignarme frente a lo que el sistema nos ofrece, una vida de precariedad. Por eso junto a mis compañeros me organizo en La Red de precarizados, desocupados e informales.
Soy parte de la juventud del PTS, porque así como peleo por mejores condiciones laborales también lo hago para que de una vez se invierten las prioridades y que todos los jóvenes podamos tener una vida y un futuro que merezca ser vivido.