Quién sabe cuántos potenciales Hawking dejan sus vidas en las fábricas sin la mínima posibilidad de desarrollar su intelecto, o cuántos futuros Einstein mueren por día en los bombardeos de Siria.
Martes 20 de marzo de 2018
El pasado 14 de marzo murió el reconocido astrofísico británico Stephen Hawking. Todos los medios nacionales e internacionales resaltaron entre sus matutinos cotidianos el fallecimiento del célebre físico que dedicó gran parte de su vida al estudio de las leyes que rigen el universo. Sus trabajos fueron un punto de inflexión en el estudio de la física, con sus teorías del espacio-tiempo, la teoría Big Bang y la radiación de los agujeros negros.
Su pesimismo sobre el futuro de la humanidad
Entre algunos de sus últimos aportes a la comunidad científica sostuvo en una conferencia en Noruega el año pasado que “no hay futuro si no colonizamos el espacio”, haciendo alusión a que la humanidad está obligada a buscar planetas en el extenso universo con nuevos recursos. Esto dado a las condiciones de nuestro planeta a causa de la sobre explotación de los recursos, el agotamiento de los mismos, las guerras y las epidemias.
Todos estas dificultades que atraviesa gran parte de la humanidad no son productos de las leyes de la física, ni producto de oscuros presagios bíblicos. Son consecuencias directas de la avaricia de un pequeño pero poderoso grupo de capitalistas que lucran en contra de la sustentabilidad de los recursos del planeta y en contra de la vida de miles de millones de trabajadores que viven en condiciones infrahumanas y de extrema explotación.
El mito de la superdotación de algunos privilegiados
No cabe duda que los trabajos de Hawking fueron un gran aporte a la ciencia y a la humanidad. Pero los académicos burgueses, con sus medios, se encargan de mitificar y relacionar el elevado intelecto del físico británico con condiciones sobrehumanas o con condiciones que simplemente “los mortales” no podríamos alcanzar jamás por más grande que sea nuestro esmero.
Lo que tratan enérgicamente de ocultar es que la inteligencia y el potencial científico de los hombres son infinitos. El obstáculo para desarrollar ese potencial humano son las condiciones materiales de vida que nos imponen los empresarios a los trabajadores, en donde tenemos que dejar gran parte de nuestro tiempo y de nuestras vidas en las fábricas, con largas y pesadas jornadas laborales, con salarios miserables que no cubren ni el 50 % de la canasta básica familiar.
La pregunta consiste en: ¿qué pasaría si los trabajadores no tuviéramos que pasar gran parte de nuestro día trabajando y pudiéramos dedicar más tiempo de nuestra vida al desarrollo del intelecto y el estudio de la ciencia? Quién sabe cuántos potenciales Hawking dejan sus vidas en las fábricas sin la mínima posibilidad de desarrollar su intelecto, o cuántos futuros Einstein mueren por día en los bombardeos de Siria o las hambrunas en el África subsahariana.
El conocimiento y las condiciones de vida
Lo necesario es desmitificar la supuesta inteligencia sobrehumana o divina de uno de los científicos más destacados de la historia moderna, y revelar que una de las verdaderas causas de su elevado intelecto no es el fruto de dones sobrenaturales, sino más bien el producto de sus condiciones materiales de vida y por ende de la posibilidad de dedicar gran parte de su tiempo a la vida académica y científica. Condiciones que el capitalismo niega a gran parte de la humanidad.
Los trabajadores, los esclavos de este sistema, no podemos realizarnos plenamente como hombres. Solo podemos satisfacer parcialmente nuestras necesidades materiales más urgentes como comida y cobijo. Sin embargo nuestra esencia humana en sí, la capacidad de desarrollar y potenciar el intelecto, lo que nos hace meramente humanos, nos es arrebatada por los ritmos productivos que nos impone la burguesía. Este potencial solo podrá explotarse cuando logremos abolir la propiedad privada de los capitalistas y reorganicemos la sociedad sobre nuevas bases, en donde la producción y el desarrollo de la ciencia se pongan al servicio de las mayorías y no al servicio del lucro de un pequeño puñado de empresarios.