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Red Internacional
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África. Sudán: para enfrentar el golpe de Estado es necesario profundizar la movilización popular

El último fin de semana se produjo un golpe de estado como resultado de meses de divisiones dentro del Gobierno, que podría tener importantes consecuencias para la región.

Miércoles 27 de octubre de 2021 10:04

La situación política, económica y social se ha deteriorado en Sudán en las últimas semanas debido a divisiones y fracturas dentro del gobierno de transición (iniciado en 2019 tras la caída del dictador Omar Al Bashir).

En los días previos al golpe, los partidarios del ala militar y los que defendían a los civiles del gobierno incluso tomaron las calles de las principales ciudades del país. A esto hay que sumar el bloqueo de puertos en el oriente del país, que ha producido, entre otras cosas, la escasez de ciertos bienes de primera necesidad.

Es en este contexto que se produjo el golpe de Estado del lunes. El ejército dirigido por el general Abdel Fattah al-Burhan arrestó a varios ministros y al Primer Ministro Abdalla Hamdok, disolvió el Consejo Soberano de Transición (CST) y el mismo gobierno.

A raíz de las movilizaciones populares de 2019 contra el dictador Omar al-Bashir, se constituyó el CST y estuvo integrado por miembros de las fuerzas armadas y "tecnócratas" de la llamada sociedad civil: la Alianza para la Libertad y el Cambio (ALC). Si bien desde el principio hubo fricciones entre estas dos alas, la situación se ha deteriorado en los últimos meses, incluso una fracción del ala de la "sociedad civil" se sumó a los militares en sus demandas de disolución del Gobierno.

Cabe señalar que a pesar de la caída de al-Bashir, las fuerzas del antiguo régimen permanecieron activas, especialmente dentro del ejército. Las movilizaciones de los últimos días a favor del ala civil, sin duda, han empujado a este sector de las clases dominantes locales a actuar por temor a perder importantes cuotas de poder. “ Los manifestantes pro-militares en el este de Sudán han cerrado puertos y bloqueado carreteras (…) afectando el suministro y distribución de alimentos, combustible y otros productos básicos al resto del país. En respuesta, decenas de miles de personas marcharon el jueves pasado para oponerse a las protestas pro-militares, acusando a los militares de organizar una campaña de desinformación a gran escala para socavar el liderazgo civil” , afirma un artículo de Middle East Eye.

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A esto hay que sumar las amenazas de extradición del expresidente Al-Bashir, lo que también podría tener consecuencias para otros militares, en particular los implicados en la sangrienta represión de las movilizaciones populares de 2019.

Estados Unidos y las principales potencias europeas reaccionaron ante el golpe exigiendo la liberación del primer ministro y el regreso del gobierno de transición. Washington incluso anunció la suspensión de la ayuda al país.

Sin embargo, los militares, según algunos analistas, no buscarían romper por completo con las orientaciones políticas del Gobierno de transición del que, recordemos, formaban parte.

La Deutsche Welle (DW -emisora alemana de noticias internacionales) entrevistó a Alex de Waal, investigador y especialista en la política africana, que explicaba que: "lo que probablemente a los militares les gustaría hacer es poner (al primer ministro Hamdok) en un puesto donde donde ellos puedan mover los hilos". Por su parte Theodore Murphy, director del programa "África" del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, declaró al mismo diario: “el mensaje que el ejército quiere transmitir a la ciudadanía es que esto no es un golpe de Estado, sino una corrección de la transición de Sudán a la democracia (…) Su objetivo es reemplazar a algunos políticos civiles que, según ellos, pusieron en peligro al país y fomentaron el disenso dentro del ejército”.

En cuanto a las conversaciones que el Gobierno de Transición había entablado con el FMI y el Banco Mundial, están por el momento detenidas. En este sentido, se especula que el ejército sudanés se volverá hacia las petromonarquías del Golfo. De hecho, para algunos analistas Egipto y los Emiratos Árabes Unidos podrían estar detrás del golpe. Aunque esto es incomprobable por ahora, lo seguro es que estos Estados intentarán aprovechar la situación a nivel regional.

De hecho, en el conflicto entre Egipto y Sudán contra Etiopía en torno a la construcción de la represa Renaissance en el Nilo, el ejército sudanés tienen una postura más agresiva hacia el vecino del sureste -Etiopía-. Debido también a que Sudán mantiene una disputa fronteriza con Etiopía.

En términos más generales, Etiopía -que se enfrenta a un conflicto interno contra varios ejércitos rebeldes, incluido el de la región de Tigray- se está acercando cada vez más a Turquía.

Turquía es un competidor del eje Egipto-Emiratos Árabes Unidos-Arabia Saudita, que también incluye a Israel, Grecia y Francia. En agosto el primer ministro etíope, Ahmed Abiy, visitó Turquía y firmó acuerdos para la adquisición de equipo militar y para la cooperación financiera. Turquía es también el segundo mayor inversor del país después de China. Por tanto, Egipto y sus aliados esperan que una postura más dura del ejército sudanés frente a Etiopía ayude al mismo tiempo a bloquear el avance de la influencia turca en esta región de África.

Sin embargo, para afirmar su poder, los militares aún tendrán que enfrentar la resistencia de las movilizaciones populares. Así, la junta intenta sofoca la resistencia mediante una represión brutal que ya ha dejado al menos 7 muertos y 140 heridos.

Y esto a pesar de que el Gobierno de transición fue impugnado por parte de la población, en particular por la desastrosa situación económica y las medidas de austeridad tomadas de acuerdo con el FMI. Según el analista de The Economist, Sanya Suri: "El sentimiento sobre el terreno está dividido, ya que una parte de la población, que sufre mayores dificultades debido a las reformas apoyadas por el FMI, está ahora a favor de un golpe de estado (...) las reformas también incluyeron medidas de austeridad como la eliminación de los subsidios públicos, lo que ha provocado nuevos aumentos en el precio de los combustibles y otros productos básicos. Las colas de varias horas frente a las gasolineras se han convertido en algo habitual y la subida de los precios de los alimentos ha sumido a muchas personas en la pobreza (…) Según la ONU, casi 10 millones de personas padecen inseguridad alimentaria grave”.

De todos modos, lo que están mostrando las protestas contra el golpe es que las masas aún conservan energías para movilizarse. Tendremos que ver si esto será suficiente para hacer retroceder a los militares. Y aunque logren imponer un gobierno militar, no es seguro que sea estable y capaz de imponerse sobre toda la población.

Lo cierto es que los únicos capaces de garantizar las libertades democráticas son los jóvenes, las mujeres y los trabajadores sudaneses.

Los autodenominados representantes de la "sociedad civil", la Alianza para la Libertad y el Cambio, han demostrado defender una política proimperialista, imponiendo medidas de austeridad a las masas trabajadoras. A la vez que mostraban claras intenciones de "normalizar" las relaciones de Sudán con Israel.

Por eso, para muchos analistas, las calles son ahora el principal y único baluarte contra la dictadura.