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Red Internacional
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Reforma a las pensiones. Suicidio en la tercera edad: Nuestros abuelos se mueren en el total desamparo

Según varias estadísticas entregadas por el INE, la tasa de suicidios en adultos mayores alcanza los 17,7 casos sobre 100mil habitantes, esto significa 7 casos más que la tasa nacional, todo esto esconde una realidad cruda para miles de adultos mayores condenados al abandono y la extrema pobreza no ven otra salida que el terminar con sus vidas.

Antonio Paez

Antonio Paez Dirigente Sindicato Starbucks Coffe Chile

Miércoles 22 de mayo de 2019

Para la mayoría de los santiaguinos hay dos acontecimientos que han comenzado a ser parte del panorama regular del vivir en la capital. El primero suele ocurrir en las mañanas, cerca del horario punta y las personas se percatan de ello producto de que el tren debe dejar de funcionar por varios minutos incluso horas: alguien se tiró a las líneas del metro. El segundo suele ocurrir a media mañana o luego de las extenuantes jornadas laborales: alguien se lanzó desde el 5 o 6 piso del Costanera Center para terminar con su vida.

El suicidio se está volviendo una realidad cotidiana para las estresante y exigente vida que estamos llevando quienes vivimos en esta sociedad neoliberal.

Por años los distintos gobiernos levantaron programas para la prevención del suicidio teniendo como foco jóvenes y adolescentes, ya que hasta el 2010 estos tenían la tasa más alta de suicidios de la población.

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Después de años de intervención las tasas de suicidio en este segmento de la población lograron bajar, pero las tasas generales de suicidio se mantuvieron altas y además crecieron en otros segmentos.

Durante los años 2011-2018 la tasa de suicidios pegó un salto en los adultos mayores, especialmente en el segmento de 80 años o más.

Este aumento no es casual. Chile posee las tasas más altas de desigualdad del mundo donde menos del 1% más rico de la población se lleva más de 70% de los ingresos del país. Si esta desigualdad la cruzamos con el pésimo sistema de jubilaciones que existe, tendremos a miles de viejos recibiendo pensiones de hambre, teniendo que mendigar migajas a un Estado que los tiene en el absoluto abandono.

Chile necesita una reforma a las pensiones, pero no la que está proponiendo el gobierno.

Ponemos relevancia en el problema del suicidio en los adultos mayores debido a que una de las principales razones por las cuales estos se producen es debido a la desprotección y la terrible situación económica que afecta a quienes se jubilan.
En Chile más de 1 millón de adultos mayores sobreviven, si sobreviven porque eso es lo que hacen, con jubilaciones inferiores al sueldo mínimo. Es más, muchos viven con menos de 150 mil pesos en el mes.

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Este millón de adultos deben lidiar con enormes deudas producto de que el sistema de salud esta privatizado, las farmacias se coluden para aumentar los valores de los medicamentos, las cajas de compensación realizan prestamos usureros que son automáticamente descontados de las ya bajas pensiones.

Muchas familias se ven en la terrible disyuntiva de comer o costear tratamientos médicos para ancianos. Otras muchas simplemente abandonan a sus viejos ya que no logran hacerse cargo de sus cuidados.

Así los adultos mayores, que dieron por décadas lo mejor de si en sus trabajos, se ven condenados a vivir en las peores condiciones de vida sin tener ninguna perspectiva favorable por delante.

Por lo demás el proyecto del gobierno que prometió aumentar la jubilación, lo hará en menos de 20 mil pesos. Con eso no vive nadie.

Necesitamos terminar con las pensiones de hambre, la tarea es terminar con las AFP y avanzar a un sistema de reparto controlado por pensionados y trabajadores.

Como se ha popularizado en la calle, las AFP ya no van más. El grito del No + AFP es un sentido común en todos lados, aun así, la mayoría de quienes hoy están sentados en el parlamento validan este modelo debido a que tienen intereses en él.

Hace tiempo se conoce cómo militantes de los partidos tradicionales están insertos en los directorios de varias AFP. Por eso no es que ellos no quieran terminar con las AFP, es que no pueden hacerlo porque sería terminar con el negocio del que ellos son parte.

Pero el modelo de pensiones en Chile no se diseñó para pagar pensiones, sino para inyectar miles de millones de dólares expropiados forzosamente a millones de trabajadores y trabajadoras a la especulación de los grandes grupos empresariales del país.

Por eso para tirar abajo las AFP no bastará con convencer a tal o cual bancada de rechazar la reforma e instalar otro proyecto que pueda reformarlas.

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Para cambiar el sistema y mejorar la terrible situación que afecta a nuestros jubilados, debemos acabar con todo el modelo que rige en Chile, debemos echar abajo el modelo heredado de la dictadura y perfeccionado por 20 años de democracia.

Eso solo se podrá concretar a través de la movilización de la clase trabajadora junto a la fuerza de las mujeres y los miles de jóvenes que diariamente marchan contra el TPP-11, contra la represión policial, por los derechos sexuales y reproductivos, por el respeto a los migrantes.