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Red Internacional
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Syriza, Podemos, el Frente de Izquierda y las mujeres

Syriza es criticado por la ausencia de las mujeres en su flamante gabinete. Podemos, del Estado español, también recibió el año pasado, numerosas críticas de feministas por las contradicciones entre su discurso y su práctica respecto de la agenda de igualdad de género. Ambos agrupamientos políticos son considerados de izquierda por millones de personas. ¿Es igual en el Frente de Izquierda? ¿Por qué la "cuestión de la mujer" tiene una importancia fundamental para el marxismo revolucionario?

Andrea D'Atri

Andrea D’Atri @andreadatri | Diputada porteña PTS/FIT

Martes 3 de febrero de 2015

Después del triunfo electoral, Syriza anunció la lista de personas que integrará el gabinete presidido por Alexis Tsipras y estalló el escándalo: no sólo por la alianza con el partido de la derecha nacionalista, que “combina un discurso ‘anti rescate’ y ‘anti troika’ con una ideología conservadora, xenófoba, antisemita, nacionalista, homófoba y defensora de la Iglesia ortodoxa”, sino también porque las doce carteras estarán presididas por hombres.

Una de las voces críticas fue la del emergente Podemos del Estado español, que dice no ser un partido de izquierda ni de derecha, pero que también ya había recibido fuertes críticas el año pasado por parte de reconocidas feministas, porque sus principales figuras son hombres y porque mantuvo ciertas ambigüedades respecto de cuestiones claves de la agenda de las mujeres.

Más allá de algunos análisis que intentan emparentar el triunfo de Syriza, el crecimiento de Podemos y la emergencia del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) en las últimas elecciones en Argentina, hay muchas diferencias sustanciales entre estos agrupamientos, donde la importancia otorgada a las mujeres y su lucha contra la opresión, no es una menor.

A pesar de las diferencias programáticas y de estrategia política (que son públicas) entre los partidos que integran el FIT, la unidad está establecida fundamentalmente alrededor de la defensa de la independencia política de la clase trabajadora y de un programa que plantea sus principales demandas y las del conjunto de los sectores explotados y oprimidos, así como la lucha por un gobierno de los trabajadores. Por eso, su programa incluye las reivindicaciones democráticas fundamentales de las mujeres y contra el heterosexismo, expresadas también en las campañas electorales a través de la postulación de candidatas y candidatos que son referentes de estas luchas, spots y afiches que difunden estas ideas, etc.

¿Misoginia con ropaje de izquierdas y feminismo de ocasión?

La mayoría de las corrientes que se reivindican de la izquierda, han incorporado las demandas del movimiento de mujeres y el movimiento LGTBI en los últimos años, pero en clave electoralista, lo que provoca crisis permanentemente entre sus adherentes, que confrontan el discurso público con las prácticas de sus agrupamientos (ya sea porque los líderes siempre terminan siendo los hombres, porque se reproducen comportamientos misóginos en sus organismos o se establecen nuevas prioridades al momento de conquistar poder, conseguir mayor presencia pública, etc.).

Esta incorporación, relativamente reciente, de la “igualdad de género” y el “respeto a la diversidad” que encontramos en agrupamientos que se reivindican de la izquierda distan mucho de la lucha contra la opresión que es tradición de las corrientes marxistas revolucionarias. La derrota impuesta por la contraofensiva imperialista, conocida como neoliberalismo, moldeó a sectores de la izquierda que adaptaron su estrategia y programa al de una lucha mínima por la ampliación de derechos en la democracia burguesa. Como ya señalamos en la revista Ideas de Izquierda: “Si las clases dominantes se vieron obligadas a incorporar estas demandas [las de los movimientos sociales] para desactivar la radicalización, cooptar e integrar a amplios sectores en el régimen, estas corrientes de izquierda en vez de considerar estas conquistas como un punto de apoyo, las establecieron como todo horizonte último. Su programa anticapitalista se trocó por un programa antineoliberal, es decir, con el objetivo mínimo defensivo de limitar los alcances más pérfidos de la restauración conservadora.”

Pero en el polo opuesto, se encuentran las corrientes que se reivindican de la izquierda, pero desestiman las luchas por los derechos democráticos elementales de los sectores socialmente oprimidos, como si éstas correspondieran a los partidos de la burguesía y a las clases medias progresistas, pero no concernieran al conjunto de los explotados, quienes deberían abocarse exclusivamente a las luchas sindicales o corporativas.

Queremos el pan, pero también las rosas

Enraizado en la clase obrera, la única clase progresiva de la sociedad capitalista, el socialismo revolucionario siempre enfrentó los prejuicios misóginos abonados por las instituciones patriarcales y las clases dominantes, para dividir a las clases explotadas; algo opuesto por el vértice a la política de todas las corrientes reformistas -que se adaptaron a las degradadas democracias burguesas- o populistas que, apoyándose en el campesinado, las clases medias, etc., se adaptaron a los prejuicios pequeñoburgueses, atrasados y reaccionarios con los que la Iglesia, la familia patriarcal y otras instituciones inficionan la conciencia de millones de personas. Por el contrario, en su reacción contra todas las manifestaciones de arbitrariedad, el marxismo se afana por demostrar la importancia que adquiere la lucha anticapalista del conjunto de los explotados, para todos y cada uno de los oprimidos, cualquiera sea el sector o la clase social a la que pertenecieran. Así, toda conquista parcial de derechos democráticos, adquiere una importancia vital si está puesta en función de fortalecer al movimiento en la lucha radical por la emancipación, al tiempo que la clase trabajadora –en la que ha crecido enormemente la tasa femenina, bajo el látigo de la precarización laboral- aprende a hacerse eco de todos estos casos de arbitrariedad y opresión que cruzan a la sociedad, “cualesquiera que sean las clases afectadas” (como señalaba Lenin).

Desde este punto de vista, el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), integrante del FIT, participa de las luchas de la clase trabajadora, pero también del movimiento de mujeres y de la juventud. Sus diputados, legisladoras y legisladores acompañaron estas peleas tanto en las calles como en el Congreso y las legislaturas de la Provincia de Buenos Aires y Mendoza.

Nuestro objetivo es construir una fuerza militante de decenas de miles de trabajadoras, trabajadores y jóvenes, que ganen peso en sindicatos y centros de estudiantes siendo capaces de movilizar a centenares de miles para quebrar la voluntad de la clase dominante y su aparato de dominación. En este sentido, levantar una política contra la opresión de las mujeres en el movimiento obrero, no sólo lo consideramos fundamental porque apunta a las demandas de uno de los sectores más oprimidos de entre los explotados –como son las mujeres trabajadoras-, sino porque también combate el sindicalismo y es un factor decisivo en el proceso de moldear a un sector de la vanguardia en un clasismo combativo no corporativo –haciendo propias las demandas democráticas, cuya denegación, por parte del Estado capitalista y su régimen de democracia para ricos, afecta la vida del conjunto de las mujeres.

Por eso, el PTS / FIT impulsa la autoorganización de comisiones de mujeres en lugares de trabajo, sindicatos y agrupaciones sindicales, centros de estudiantes, etc. para poner en pie un movimiento de mujeres en lucha por su emancipación. En esta tarea, las mujeres militantes tenemos un rol destacado en la construcción de la agrupación Pan y Rosas junto a otras trabajadoras, estudiantes y amas de casa que simpatizan con nuestras ideas.

Pero la lucha por la emancipación de las mujeres –y del conjunto de los oprimidos- no es una tarea exclusivamente femenina. Por eso, nuestro partido se destaca por sus elaboraciones teóricas sobre feminismo y marxismo, para el combate ideológico; cuenta entre sus filas con numerosas compañeras dirigentes políticas, obreras y estudiantes, intelectuales marxistas y luchadoras reconocidas en todos los ámbitos, incluyendo diputadas y legisladoras, que están a la par de nuestros compañeros con los que compartimos este programa y la estrategia revolucionaria por el fin último: derrocar al capitalismo y construir una sociedad liberada de todas las cadenas de la explotación y la opresión que hoy pesan sobre la inmensa mayoría de la humanidad.


Andrea D’Atri

Diputada porteña del PTS/Frente de Izquierda. Nació en Buenos Aires. Se especializó en Estudios de la Mujer, dedicándose a la docencia, la investigación y la comunicación. Es dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Con una reconocida militancia en el movimiento de mujeres, en 2003 fundó la agrupación Pan y Rosas de Argentina, que también tiene presencia en Chile, Brasil, México, Bolivia, Uruguay, Perú, Costa Rica, Venezuela, EE.UU., Estado Español, Francia, Alemania e Italia. Ha dictado conferencias y seminarios en América Latina y Europa. Es autora de Pan y Rosas. (…)

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