La Troika (BCE, Comisión Europea y FMI), con Alemania a la cabeza, viene protagonizando una verdadera cruzada internacional contra el pueblo griego. Syriza, viene allanándose paso a paso a la extorsión. Mientras el capital financiero se volcó a la “acción directa” mediante el golpe de mercado a través de la fuga de capitales, Tsipras llama a la concordia.

Matías Maiello @MaielloMatias
Martes 24 de febrero de 2015
FOTO: REUTERS
Finalmente, este lunes el gobierno griego no presentó aún la propuesta de reformas exigida por la Troika. El anuncio quedó pendiente para este martes, con lo cual falta ver la letra chica en qué consistirá finalmente. Qué dosis aceptará la Troika de “lucha contra el fraude fiscal y la corrupción, y reformas de la administración pública”, como siembra ilusiones el gobierno griego, y cuanto habrá finalmente de ajuste y privatización.
Sin embargo, el “preacuerdo” alcanzado el viernes, ya deja sentado que estamos ante la prolongación del “rescate” del 2012 y no un nuevo plan como planteaba Syriza. La odiada Troika continuará su ingerencia colonialista sobre las políticas griegas, bajo el eufemismo de “supervisión” del acuerdo. Incluso el gobierno de Tsipras se ha comprometido a no tomar medidas “unilaterales”, otra ingeniosa forma de denominar a la injerencia (poder de veto) del capital financiero.
Desde luego Alemania hubiera querido más, el imperialismo no es una empresa humanitaria, eso ya lo sabemos, pero todo indica que obtuvo lo suficiente como para mantener a los griegos en la miseria y la desocupación, y las ganancias de los bancos, claro. Dentro de las cuestiones importantes, queda por definir, el nivel de superávit primario, y con esto el nivel concreto de ajuste al que se va a comprometer Syriza.
Tsipras y Varoufakis, no hicieron otra cosa durante todo este tiempo que generar una y otra vez ilusiones en la (inexistente por definición) “buena voluntad” de la Troika. El ministro de finanzas griego, estaría a un paso de replicar aquella famosa sentencia que decía “les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo”. Lo cierto, es que en general las negociaciones que dan un resultado algo mejor que aquello que dicta la relación de fuerzas no son la regla, ni mucho menos, cuando se trata del más débil.
El capital financiero es metódico y serio (o mejor sería decir, despiadado) en la persecución de sus propios intereses. Mientras el Banco Central Europeo suspendía hace veinte días el uso de bonos griegos como garantía en sus operaciones de financiación, ampliaba la liquidez de los bancos utilizando la denominada Asistencia de Liquidez de Emergencia (ELA, por sus siglas en inglés). De esta forma ponía más presión sobre el gobierno griego que a pesar de que en su programa de 2012 sostenía la “nacionalización de los bancos” se mostró incapaz de mover un dedo en este sentido. Al mismo tiempo, el BCE otorgaba liquidez para que siguiera su curso el golpe de mercado a través de la fuga de capitales. El mismo que viene sucediéndose a razón de 200 y 300 millones de euros diarios y que el pasado viernes, para “alentar” al gobierno griego a aceptar las condiciones de la Troika alcanzó, nada más ni nada menos que los 1000 millones de euros en un día, dejando a la banca griega al borde del colapso si continuaba la escalada.
No había motivos para esperar otra cosa, el capital financiero vive de eso, del saqueo, el chantaje y la explotación de los trabajadores. De esta forma, la Troika (por ponerle un nombre a esta “fuerza material”) se preocupó por mejorar lo más posible la relación de fuerzas durante la negociación, a pesar que iba desde el principio con todas las de ganar.
Ahora bien, qué hizo Syriza para mejorar la relación de fuerzas en la negociación. Absolutamente nada. Incluso contando como cuenta con un amplio apoyo de la población que la semana pasada una encuesta estimaba en más del 80%. Al contrario, la apelación constante a la buena voluntad de la Troika, el hecho de presentar cada derrota como “triunfo”, como hizo Tsipras el pasado viernes con el claramente adverso “preacuerdo” que extendía el rescate anterior bajo la supervisión de la Troika. De esta forma, Syriza hizo su importante contribución desalentar la movilización de las masas. Prefirió apostar a que con concesiones se ganaría la buena voluntad de la Troika, antes que a la movilización sistemática de los trabajadores y el pueblo griego y de Europa.
Se han empezado a escuchar voces, dentro de Syriza como la Manolis Glezos, que sostuvo que cambiar la palabra Troika por “instituciones”, o “memorandum” por “acuerdo”, no cambia la cuestión fundamental de que la Troika ha impuesto casi todas sus condiciones. Efectivamente, la política colonial que impulsa la Troika y la catástrofe social que vive el pueblo griego no se solucionan con un cambio de palabras en un documento. También han hecho sus críticas cinco miembros destacados de Syriza, entre ellos el ministro Panayotis Lafazanis, dirigente de la “Plataforma de Izquierda”. Pero lo cierto es que tampoco serán declaraciones críticas, las que podrán enfrentar a la Troika.
Párrafo aparte merece, la organización política española Podemos, cuyo líder Pablo Iglesias, que festejó con Tsipras la victoria electoral de Syriza, sin embargo, y siguiendo la lógica de su compañero griego, fue incapaz de mencionar siquiera la necesidad de anulación de la deuda de 26 mil millones que Grecia tiene con el Estado Español. Incluso Iñigo Errejón, dirigente de Podemos, frente a la pregunta de si condonarían esa deuda, señaló que “ese dinero hay que recuperarlo”, claro que “apostando al crecimiento de Grecia”, faltaba más.
Solo la movilización independiente de los sindicatos y del conjunto de los trabajadores, de la juventud, que son los verdaderos interesados en liberarse de la tutela de la Troika, puede cambiar la relación de fuerzas. No existe resultado posible donde “todos ganan” como le gusta decir a Varoufakis. Solo afectando los intereses del capital financiero y de los capitalistas locales, el pueblo griego puede revertir su situación actual.
Desde luego para enfrentar esta conspiración internacional, el pueblo griego necesita la solidaridad internacional. En La Izquierda Diario hemos reflejado iniciativas en este sentido como las movilizaciones en Francia o en Inglaterra en solidaridad con el pueblo griego. Pero es necesaria la más amplia solidaridad de los sindicatos y del conjunto de los trabajadores de alemanes, franceses, españoles, para que el pueblo griego le pueda torcer el brazo a la Troika.
Todo tiempo que pasa sin desarrollar la más amplia movilización tanto en Grecia como internacional, es tiempo que juega a favor de la Troika y en contra de los trabajadores y el pueblo griego. La lucha por la anulación de la deuda griega es el único camino realista, como primer paso, frente a la catástrofe social de Grecia.

Matías Maiello
Buenos Aires, 1979. Sociólogo y docente (UBA). Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Coautor con Emilio Albamonte del libro Estrategia Socialista y Arte Militar (2017) y autor de De la movilización a la revolución (2022).