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Red Internacional
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ELECCIONES EN GRECIA. Syriza y Anel vuelven al gobierno para aplicar el tercer memorándum

Con el 35 % de los votos, Syriza logró una holgada victoria en las elecciones griegas. Un triunfo que se da en un clima muy distinto a la euforia de enero. El establishment pide un gobierno que aplique sin dilaciones el memorándum. Una alternativa anticapitalista y de clase es más necesaria que nunca.

Josefina L. Martínez

Josefina L. Martínez @josefinamar14

Diego Lotito

Diego Lotito @diegolotito

Domingo 20 de septiembre de 2015

Sumando los votos de Syriza y Anel (Griegos Independientes) obtienen 155 escaños, lo suficiente para la mayoría absoluta y formar gobierno, repitiendo la coalición que gobernó desde febrero y aprobó el tercer memorándum, que implica duros recortes, aumento de impuestos y nuevas privatizaciones.

De la ilusión a la desazón

Hasta hace unos días las encuestas pronosticaban un “cabeza a cabeza” entre Syriza y los conservadores de Nueva Democracia. Mucho se especulaba sobre cuánto castigaría a Tsipras el pueblo griego tras la aceptación del tercer memorándum con la Troika y la escisión de los sectores críticos.

La diferencia a favor de Syriza, sin embargo, fue más holgada de lo que se esperaba. ¿Se equivocaban tanto las encuestas? ¿Los sondeos eran tendenciosos? En parte sí. Pero hay otro hecho clave para tener en cuenta: el 13% de los votantes terminó definiendo su voto el mismo domingo. Hasta el día anterior no sabían qué hacer.

Gran parte de los indecisos habían votado a Syriza en enero, con muchas ilusiones. Esta vez, en cambio, muchos volvieron a votar por Tsipras pero sin entusiasmo alguno, desencantados, como “mal menor” para que no vuelva Nueva Democracia, un partido conservador identificado con la oligarquía griega y un sistema político corrupto que llevó a la crisis actual.

Eso no significa que Syriza no haya perdido apoyos. La participación electoral podría ser una de las más bajas de la historia democrática griega: aproximadamente un 54% frente al 63,6% en enero de este mismo año. La alta abstención se destacó en toda la jornada junto con la volatilidad en las preferencias de voto.

Por derecha y por izquierda también hubo sectores que le retiraron el voto. Pero es posible que también haya ganado otros, como por ejemplo una buena parte de los votantes de To Potami, un partido de centro, que pasó de obtener un 6% en las elecciones de enero a un 4,12% ahora.

En este marco, no obstante, Syriza se hizo con el triunfo y estaría perdiendo sólo 4 escaños en el parlamento respecto a los 149 que obtuvo en enero. Un costo irrisorio vistas las transformaciones que sufrió la formación desde que Tsipras asumió el gobierno en febrero.

En tan sólo 8 meses, Syriza pasó de ser el partido que prometía enfrentar a la Troika, terminar con la austeridad y dar marcha atrás con las privatizaciones, a convertirse tras una serie de concesiones en el partido del tercer memorándum, que va a administrar “lo mejor posible” el ajuste y darle un “rostro humano” a un nuevo y durísimo golpe contra los trabajadores y el pueblo griego. En medio de esto, se depuró de los sectores más críticos, que rompieron con Syriza y formaron el nuevo partido Unidad Popular.

Lejos quedó el clima de euforia y entusiasmo popular que reinaba hace 8 meses, cuando el establishment europeo pintaba a Tsipras como un izquierdista y los mercados se estremecían en la incertidumbre del “grexit”. Hoy, el “líder antiausteridad” de Syriza es visto por los mercados y la Unión Europea como un aplicado discípulo de las recetas neoliberales.

No por nada su rival conservador en las elecciones para la jefatura del Gobierno, Vangelis Meimarakis, llegó a decir que tras la firma del rescate Tsipras se convirtió en el “niño mimado” de la Unión Europea.

¿Un gobierno “sólido” para aplicar el memorándum?

El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, fue uno de los primeros en felicitar la victoria de Tsipras, sin dejar de llamarlo a que forme “un Gobierno sólido preparado para generar resultados.”

Iguales felicitaciones obtuvo el líder de Syriza por parte del presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, quien tampoco olvidó el pedido de una rápida formación de Gobierno para "proseguir el proceso de reformas" en Grecia. Eso sí, en su breve comunicado, tuvo la gentileza de asegurar que estaba “preparado para trabajar estrechamente con las autoridades griegas y para seguir acompañando a Grecia en sus ambiciosos esfuerzos de reformas”.

El establishment europeo le pide así a su nuevo discípulo que se apresure a aplicar sin dilación las duras medidas neoliberales del tercer memorándum, que poco tiene que envidiar a los programas de ajuste anteriores.

Con el llamado a elecciones anticipadas, el arriesgado objetivo de Tsipras era relegitimar su gobierno para aplicar el ajuste, tras la crisis abierta en el partido con la capitulación ante la Troika. La coalición Syriza-Anel había perdido su mayoría parlamentaria, por la escisión de los críticos, y necesitaba recuperarla. Ese objetivo lo consiguió.

Sin embargo, cuando empiece efectivamente a aplicar las medidas de ajuste, puede perder más rápidamente apoyos entre la población, que este domingo lo votaron, aunque desencantados.

Unidad Popular, los grandes derrotados de la elección

El nuevo partido Unidad Popular no logró entrar al parlamento, quedando por debajo del 3% de los votos. Esto significa un retroceso inmenso para el partido liderado por el exministro de Energía Panagiotis Lafazanis. Cuando formaron el partido, hace un mes, contaban con 25 diputados.

Unidad Popular no logró convencer, y esto se explica en parte porque durante 8 meses integraron el gobierno de Syriza-Anel, actuando como una oposición meramente testimonial que publicaba resoluciones críticas en el seno del Comité Central de Syriza pero votaban todas sus políticas y sostenían al gobierno.

Ante aquellos sectores desilusionados con la capitulación completa de Syriza, Unidad Popular no se erigió como una alternativa. Su discurso y perspectiva política siguió siendo volver a una “Syriza de los orígenes”, sin cuestionar su ADN reformista y sin la más mínima autocrítica sobre los 8 meses que formaron parte del gobierno, en los cuales algunos de sus principales referentes tuvieron importante responsabilidad como ministros.

Comparten con Syriza una estrategia reformista de ocupar espacios institucionales “por arriba”, en desmedro de la movilización independiente de los trabajadores y el pueblo. Su estrategia soberanista de izquierda, de “salida ordenada del euro”, busca la “reconstrucción de la economía nacional” en los marcos del capitalismo griego mediante la vuelta a la moneda nacional y una devaluación. Una propuesta percibida por muchos como un camino directo hacia una posible catástrofe económica y nuevas penurias.

La necesidad de una alternativa anticapitalista y de clase

A la izquierda de Syriza, el otro partido que actualmente tiene presencia parlamentaria es el KKE de tradición estalinista, que mantiene una importante influencia en algunos sindicatos a través de su corriente sindical PAME. En estas elecciones mantuvo sus votos de enero (5,4 %) y obtendría 12 diputados en el parlamento, constituyendo una importante fuerza política parlamentaria y extraparlamentaria.

El KKE, sin embargo, aunque se opone al tercer memorándum, sostiene una política sectaria y autoproclamatoria, cuya mayor expresión es la negativa permanente a desarrollar el frente único de los trabajadores y las organizaciones combativas, bloqueando el desarrollo de la movilización obrera contra los planes del gobierno y el imperialismo europeo.

La coalición de izquierda anticapitalista Antarsya+ EEK, que participó de las elecciones con una posición política independiente de los reformistas, cosechó un magro 0,83 % de los votos, ligeramente superior a los resultados obtenidos en enero.

La mayoría de las fuerzas integrantes de Antarsya resistieron a la Unidad Popular y a su política de colaboración de clases “anti euro” desde una posición independiente de las variantes reformistas (a pesar de que dos grupos que formaban parte de ésta rompieron para apoyar la campaña de Unidad Popular), presentando una alternativa unitaria de la izquierda que no está con Syriza ni con la UP y el KKE. A su interior, no obstante, continúan los debates sobre qué tipo de partido y qué estrategia desarrollar en el próximo período, donde algunos sectores buscan la confluencia con sectores reformistas, mientras otros sostienen una política anticapitalista.

La revalidación del gobierno de Syriza-Anel preanuncia tiempos aciagos para los trabajadores y el pueblo griego. El tercer memorándum significa un nuevo “pacto de coloniaje”, con el aumento de impuestos a la población, reforma de las pensiones, privatizaciones, ataques a los convenios laborales y nuevos recortes.

Al mismo tiempo, el partido neonazi griego Aurora Dorada logró este domingo mantenerse como tercera fuerza política del país, obteniendo 19 escaños en el parlamento pese a que la mayor parte de su cúpula está en la cárcel o en libertad condicional acusada de ser una banda criminal. Aunque el fascismo no es hoy una perspectiva que la burguesía griega defienda como salida a la crisis, las bandas fascistas de Aurora Dorada son la reserva con la que cuenta el capital para sostener su poder si se ve seriamente amenazado por la clase trabajadora.

La desilusión que recorre a una gran parte de los trabajadores y el pueblo griego –incluidos quienes volvieron a votar a Syriza “como mal menor”- puede desencadenar una mayor oposición al gobierno cuando empiecen a sentirse más directamente los efectos de las nuevas medidas.

En este escenario, será fundamental en el próximo período organizar y promover la movilización y la autoorganización obrera y popular para enfrentar las medidas reaccionarias del gobierno. Un camino en el que la construcción y el fortalecimiento de una fuerte izquierda anticapitalista y revolucionaria, con influencia orgánica entre los trabajadores y la juventud, es una necesidad urgente.


Josefina L. Martínez

Nació en Buenos Aires, vive en Madrid. Es historiadora (UNR). Autora de No somos esclavas (2021). Coautora de Patriarcado y capitalismo (Akal, 2019), autora de Revolucionarias (Lengua de Trapo, 2018), coautora de Cien años de historia obrera en Argentina (Ediciones IPS). Escribe en Izquierda Diario.es, CTXT y otros medios.

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