El gobernador y los ministros festejaron el cierre del operativo de verano en las costas de la provincia. Y a su vez pidieron que la fuerza represiva sea “decente, humanizada, creíble y democrática”. Un chiste de mal gusto.
Viernes 6 de marzo de 2020 14:26
Axel Kicillof encabezó este viernes un acto en la Escuela Juan Vucetich de La Plata, mediante el que se dio por terminado el Operativo Sol 2019-2020, que contó con un enorme despliegue de más de 12.000 efectivos de la Policía Bonaerense en unas cuarenta localidades, con mil vehículos, 124 caballos y perros “antinarcóticos” que actuaron en una superficie de más de 1.000 kilómetros de extensión.
El acto fue transmitido por el canal oficial de Youtube del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, con varias cámaras y un par de drones mostrando la masiva formación policial. Kicillof, su ministro de Seguridad Sergio Berni y la ministra nacional del área Sabina Frederic estuvieron acompañades por la plana mayor de la Bonaerense, intendentes, legisladoras y legisladores y jerarcas de otras fuerzas represivas del Estado provinciales y nacionales.
Primero el Subdirector de la Escuela Juan Vucetich invitó al gobernador a saludar a las tropas, tras lo cual la Agrupación Sinfónica de la Policía de la Provincia de Buenos Aires ejecutó las estrofas del Himno Nacional.
Luego se rindió homenaje, según el relato ceremonial, a los “camaradas fallecidos en acto de servicio, aquellos que en salvaguarda de la vida y los bienes de la sociedad entregaron su más preciado bien, su propia vida”. La sinfónica ejecutó el Toque de Silencio.
Obviamente no hubo ningún homenaje ni mención alguna a la infinidad de víctimas de las balas policiales, caídas por el gatillo fácil a manos de muchos “camaradas” bonaerenses que, además, siguen impunes y cumpliendo funciones en la fuerza. No había por qué hacerlo, pensará Kicillof.
No podía faltar, en medio de tantas 9 milímetros y gorras azules, la bendición del capellán general de la Policía, presbítero Hernán Remundini (quien cobra del Estado un jugoso sueldo para acompañar espiritualmente a los perros guardianes del poder provincial).
El gobernador aseguró durante su discurso que se necesita “una Policía decente y humanizada. En síntesis, necesitamos una Policía con vocación profundamente democrática”. Se podría decir que a confesión de parte, relevo de pruebas. Si Kicillof dice que se necesita algo así, es por que no existe. Y eso se ve claramente reflejado cada día en la actuación de la “maldita policía” en el conurbano y en las comisarías, donde los detenidos sufren todo tipo de abusos e incluso torturas que, muchas veces, tienen como consecuencia la muerte. Algo de lo que tampoco se habló en el acto de cierre del Operativo Sol.
Kicillof hablaba como si la Policía Bonaerense fuera parte de la “pesada herencia” que le dejaron María Eugenia Vidal y Cristian Ritondo. Lo cierto es que, salvo los cuatro años que gobernó Cambiemos (avalando por supuesto los crímenes y la corrupción policial), desde 1987 la provincia fue gobernada siempre por el peronismo, con administraciones como las del actual canciller Felipe Solá, del embajadador en Brasil y excandidato presidencial Daniel Scioli y del amigo personal de Alberto Fernández, Eduardo Duhalde.
Precisamente durante la gobernación de este último la fuerza represiva se ganó, y con justa razón, el apodo de "maldita policía".
En el acto de este viernes, a su turno, el excarapintada y xenófono ministro Berni hizo alusión al cambio en la cúpula policial, que según generará “transformaciones estructurales para una policía moderna, eficiente y creíble”. Pero más allá de las cúpulas y los nombres, la nula credibilidad de esa fuerza tiene sobrados fundamentos.
Numerosos crímenes la tienen como protagonista o encubridora. José Luis Cabezas, Miguel Bru, Luciano Arruga, Jorge Julio López, las masacres de Avellaneda o de San Miguel del Monte, crímenes como el de Candela Rodríguez e innumerables vínculos con el narcotráfico y la trata de personas, son algunos de los ejemplos claros que muestran por qué gran parte de población no tiene ninguna confianza en la institución.
Kicillof, Berni y Frederic quieren tapar el sol con la gorra. Pero no van a poder lograrlo.
Redacción
Redacción central La Izquierda Diario