A pocos días de proponer la derogación del artículo que garantiza un régimen de laicidad limitada en la educación pública, el 1 de Agosto pasado, el gobierno reabrió las puertas de Tecnópolis con rock cristiano. En un lugar destinado supuestamente a la ciencia, flamearon las banderas del cristianismo.
Jueves 6 de agosto de 2015
En su giro abiertamente conservador, el kirchnerismo propuso en la comisión bicameral Digesto la eliminación del artículo número 8 de la Ley 1.420, que limita la educación religiosa en las escuelas públicas.
Una de las consecuencias de esto es que bajo el lema "la fuerza del amor de los jóvenes" y auspiciado por el Ministerio de Planificación y Cultura, el pasado 1 de Agosto se presentó en el predio de Tecnopolis el festival internacional JesusFest reuniendo a 150 mil personas.
El evento contó con la presencia del pastor Ale Gómez, quien explico que: “Hoy vuelvo a sorprenderme con la oportunidad de convocar a miles de jóvenes que siguen alistándose para llevar a Cristo a las calles".
Contra cualquier tipo de aspiración científica o tecnológica, es el Estado quien otorga beneficios y espacios a la iglesia católica como motor para acercar a nuevas camadas de jóvenes hacia las filas del catolicismo.
Así lo demuestran los programas Enamorar y el Plan Nacional Igualdad Cultural, destinados a organizar, difundir y colaborar en encuentros que promuevan valores éticos, religiosos o de tradición popular que desarrollen comunidades específicas para la conmemoración y recuperación de consignas de valores de vida.
Acción Católica, que adhiere desde los inicios al programa, cuenta con varios beneficios como por ejemplo el NAC (Núcleo de Acceso al Conocimiento) que brinda acceso libre y gratuito a las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), como así también la posibilidad de tener a disposición aparatos tecnológicos para la grabación de spots de cara a la 28° asamblea de jóvenes cristianos o productos de merchandising para el Movimiento Misioneros de Francisco.
Antes que nada, católico
Hace 133 años en Argentina se daba un debate entre católicos y liberales que tiene vigencia hasta el día de hoy. En 1882 bajo la presidencia de Julio Argentino Roca se dio lugar al primer Congreso Pedagógico en Argentina. ¿La discusión? El tipo de sistema educativo.
Se abordaron diferentes temáticas (contenidos curriculares, modos de enseñanza, etc.) y se definieron las bases para la futura ley de educación nacional. Debía ser común, obligatoria, graduada y gratuita. Pero hubo un tema en cuestión que originó una diferencia irreconciliable entre católicos y liberales: la laicidad en la educación.
Los católicos decían que una educación pública sin religión sería una educción atea y por lo tanto produciría la catástrofe moral en la población, mientras que los liberales creían que la religión como parte de la educación implicaría un retroceso. El debate era tal que los católicos estaban dispuestos a reconocer la existencia de otras religiones con tal de que se reconozca la dimensión religiosa en el ser humano.
Finalmente, en 1884, quedando los católicos en minoría, se sanciono la ley 1420 la cual dice que debe ser: común, obligatoria, gratuita, gradual y tolerante. Y que la enseñanza de cualquier religión debe dictarse a aquellos que quieran, antes o luego de la clase.
El kirchnerismo retoma el debate 133 años después. El candidato del gobierno nacional, Daniel Scioli, en caso que asuma como próximo presidente, promete ser un fiel continuador de las excelentes relaciones entre el gobierno y la Iglesia. En esta sintonía, el pasado 1 de agosto entró en vigencia el nuevo Código Civil y Comercial, que fruto del cuarto encuentro entre Cristina y Francisco fue votado de forma exprés el año pasado. El mismo no solo ratifica el carácter de persona jurídica pública de la Iglesia Católica, sino también implicó un retroceso en la lucha por el derecho al aborto. El gobierno nacional que durante sus tres mandatos se negó a legalizar este derecho elemental para las mujeres, hoy les abre las puertas del Estado a la Iglesia Católica mientras que los adolescentes no pueden acceder a una educación sexual de calidad y no heteronormativa a pesar de la sanción de la ley de educación sexual integral hace ya casi 10 años.
Así es como el JesusFest es una expresión concreta más de la apertura actual del Estado hacia el cristianismo, y una vez más, del falso relato de un gobierno que durante 10 años se jactó de ser progresista.