Después de un mes de conciliación obligatoria que impuso una “paz social” para los huelguistas, la histórica lucha de los maquinistas termina en un acuerdo entre la empresa DB y el sindicato GDL. Una huelga que deja grandes lecciones.
Jueves 16 de julio de 2015
Con más de 420 horas de huelga, un año de duración, las huelgas más largas de la Deutsche Bahn AG (DB), la lucha del Sindicato de Maquinistas Alemanes (GDL, según sus siglas en alemán) pasó a ser una lucha ejemplar en medio de una oleada de huelgas importante.
El día 30 de junio, los negociadores de la conciliación, Mathias Platzek (SPD) y Bodo Ramelow (Die Linke, jefe de gobierno regional de Thuringia), anunciaron el acuerdo que puso fin a la huelga de maquinistas que causó tanto dolor de cabeza al gobierno, los empresarios y las burocracias oficialistas del DGB.
Se trató de una de las huelgas más duras de los últimos años, donde los trabajadores gracias a su disposición combativa lograron resistir la campaña de “terror mediático”, los chantajes de la empresa y los ataques directos del gobierno. Una huelga que demostró la fuerza de la clase trabajadora y sus métodos de lucha. Cada día de huelga le costó solo a la empresa ferroviaria diez millones de euros, no contando los múltiples daños en las industrias causadas por demoras o falta de material calculadas por algunas fuentes en una caída de un 0,1 por ciento del PIB.
El objetivo del sindicato era por un lado aumento salarial de un 5,5 por ciento y reducción de horas laborales por semana de dos horas y por otro lado poder negociar por todos sus afiliados que incluyó no solo a los maquinistas sino también al personal de trenes los maquinistas de maniobras.
Esto les fue negado por la empresa con el argumento de impedir que existan dos contratos colectivos para un sector, aunque fueron ellos quienes subcontrataron a miles de trabajadores bajo condiciones peores en los últimos 20 años. Su objetivo real fue lanzar un golpe al sindicato minoritario de la GDL que por sus métodos más combativos era un peligro para los fines empresariales.
Para esto contó con la ayuda del sindicato mayoritario oficialista EVG. Su política de conciliación de clase, con contratos colectivos con pérdidas reales y/o nominales llevó al fortalecimiento del sindicato minoritario GDL que se estableció primero en el sector de los maquinistas que a pesar de su posición estratégica en la infraestructura sufrían de la política conciliadora de la EVG. Por su actuación combativa la GDL atrajo a más sectores descontentos con la EVG, llegando el año pasado por primera vez en la situación de negociar también por dichos sectores.
Esto llevó a un frente entre el empresariado, las burocracias sindicales del DGB (con una oposición tímida del sindicato del sector servicios ver.di y de los profesores GEW) y el gobierno para limitar el derecho a huelga. La ley de unidad de convenios (también conocida como ley-GDL) que entró en vigor el 1 de julio restringe el derecho a huelga para el sindicato con menos afiliados y es un proyecto preventivo del imperialismo alemán para mantener la “paz social” en su interior. Aunque recién nacida causó grandes debates.
Otros sindicatos minoritarios como de los pilotos y médicos ya anunciaron su demanda jurídica por verlo anticonstitucional mientras que políticos de la CDU quieren ir por más.
Este era el marco general cuando finalmente se llegó a un acuerdo con el todos parecen felices. La empresa puede decir que no hay sectores con contratos colectivos diferentes y el sindicato muestra que se cumplieron demandas importantes como la integración de los maquinistas de maniobras en el contrato colectivo. Pero ¿qué significa esto para los trabajadores?.
El contrato contiene demandas centrales de la lucha: los salarios aumentan un 5,1 por ciento en dos etapa más un bono único de 350 euros; en 2018 se reducirá la jornada laboral una hora llegando a 38 horas por semana y de los tres millones (!) de horas extras se quitará un millón; se integran 300 maquinistas y 100 revisores. También contiene una cláusula que niega la posibilidad de ocupar la nueva ley de unidad de convenios para impedir una huelga de la GDL. Pero también dice que ante una nueva negociación la empresa puede obligar al sindicato a una conciliación, que implica que no haya huelga.
Irónicamente, la EVG también entró en negociaciones y por la misma intransigencia de la DB casi se vio obligada a ir a la huelga. Pero para impedir la “mega-huelga” de los dos sindicatos que hubiera abierto la posibilidad de una confluencia de las bases y un efecto de “contagio” y para beneficiar la política empresarial fiel del sindicato firmaron un acuerdo similar al de la GDL. Aunque estrictamente hablando la EVG logró su acuerdo sin un día de huelga, no fue posible sin la heroica lucha maquinista.
En el marco económico el acuerdo es una mejora importante para los trabajadores de la DB y una victoria parcial de su lucha. Parcial, porque era posible ir por más. Aún con la “ley-GDL” en vigor era posible hacer una huelga solo de los maquinistas. Pero las cúpulas sindicales de la GDL con una estrategia de lucha secreta y antidemocrática optaron por la conciliación que implica el fin de la huelga. Nunca quisieron llevar la lucha hasta el final para el cumplimiento de todas las demandas sentidas por los trabajadores. Temían sus propios privilegios al no poder negociar y ser derrotados. Una vez establecidas las cláusulas correspondientes, buscaban el fin de la huelga.
El límite más grande de la lucha era el control completo de la burocracia de la GDL que en ningún momento estuvo a la altura de sus enemigos. Cuando toda la prensa burguesa llevó a cabo una gran campaña “anti-solidaria” ellos no movieron un dedo para una campaña de solidaridad con la lucha, que sí existía, sobre todo en otros sectores combativos y en huelga de trabajadores y de la izquierda. Cuando la empresa, junto con la burocracia de la EVG y el gobierno llevaron la lucha a un nivel político, ellos se quedaron en el ámbito económico.
Por esto el resultado es mixto. Una victoria parcial económica con el cumplimiento de la mayoría de las demandas, pero una derrota política al pasar la ley de unidad de convenios.
Pero lo que queda es mucho más que estos resultados inmediatos. La lucha impuso la cuestión de las huelgas en el debate político nacional por varios meses, mostrando que era posible luchar y lograr algo y contribuyó al crecimiento de la disponibilidad de lucha de varios sectores de la clase obrera alemana, siendo el eje de una oleada de huelgas.