Este martes 5 de enero, finalizó la toma de la preparatoria 7 con la entrega de sus instalaciones. De inmediato las autoridades de la UNAM trataron de desviar la atención a presuntos actos de vandalismo sin querer poner atención a las demandas planteadas.
Arturo Rendón Académico de la agrupación Nuestra Clase
Jueves 7 de enero de 2021
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) anunció el martes pasado que terminó la toma de las instalaciones de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) número 7, Ezequiel A. Chávez, la cual fue ocupada a mediados de noviembre del año pasado. Frente a esta circunstancia, lo primero que hizo la rectoría de la UNAM fue criminalizar a los ocupantes, argullendo que: “De acuerdo con versiones de estudiantes y docentes de la escuela, el grupo delincuencial está integrado por personas ajenas al plantel”.
Las autoridades universitarias pusieron el acento en los presuntos saqueos realizados por los ocupantes y por supuesto, no pusieron la más mínima atención a las demandas de quienes tomaron las instalaciones y se identificaron como estudiantes, entre las que destacan la destitución de sus directivos, alto al acoso sexual y la instalación de senderos seguros en la zona. Aquí hay que apuntar que estas demandas son justas y no salen de la nada, sino que provienen de un sentimiento de inconformidad de la juventud con lo que sucede en el país.
Pongamos como ejemplo la violencia de género, la cual es permitida e invisibilizada sistemáticamente por la Universidad. Recordemos el caso de Lesvy Osorio, cuyo cuerpo fue encontrado sin vida en una caseta telefónica cerca del "camino verde" de Ciudad Universitaria en mayo del 2017. En aquella ocasión, en vez de que las autoridades de la máxima casa de estudios cooperaran para el esclarecimiento del feminicidio de la joven, hicieron lo contrario, entorpecieron la investigación al negarse de forma consciente a proporcionar las grabaciones de las cámaras de seguridad para esclarecer los hechos.
De hecho, fue necesaria una amplia movilización estudiantil, principalmente compuesta por mujeres para que la rectoría de la Universidad Nacional se decidiera a prestar las grabaciones y de esa forma dar con el responsable de aquel crimen. Incluso hubo complicidad de las autoridades capitalinas, quienes sin investigar declararon de inmediato que fue un suicidio. Entonces vinieron las protestas antes mencionadas que reorientaron la indagación, lo que permitió dar con el culpable, su novio, Jorge Luis Hernández González.
Necesidad de luchar contra el Estado
Las demandas planteadas por los estudiantes que tomaron las instalaciones son completamente razonables, pues van dirigidas a proteger su dignidad e incluso su propia vida, que ha sido puesta en peligro por las condiciones de pobreza, desigualdad y descomposición social que ha generado una profunda inseguridad. A eso se suma la violencia institucional de los órganos judiciales y de las autoridades universitarias, como vimos en el caso Lesvy Osorio, quienes desde posiciones elitistas, patriarcales e indolentes contribuyen a legitimar los crímenes contra los sectores vulnerables.
Pero, ¿son estas tomas la solución para parar esta situación? Consideramos que la respuesta es no, y no porque tengamos algo contra el hecho de que los estudiantes se apropien de sus escuelas para protestar, claro que no. La cuestión es que estas tomas fueron realizadas en su momento sin contar con la participación y el respaldo amplio de las comunidades universitarias. Y es que es difícil que se logre presionar a las instituciones lo suficiente realizando actos por fuera de la correlación de fuerzas con ellas, llevados a cabo por grupos muy pequeños. Por eso se hace tan importante que las acciones sean discutidas y acordadas en asambleas de la forma más amplia posible.
Como nos lo demostró el caso de Lesvy, es posible obligar a los órganos de gobierno, tanto del Estado como los universitarios, a responder a nuestras demandas, pero eso requiero una participación abundante de los sectores en lucha, como son las mujeres que combaten al patriarcado o los estudiantes, pero si se hacen tomas que no involucran a las mayorías, lo que se genera es un rápido desgaste. Y más en un momento como este, donde la pandemia del Covid-19 es usada como pretexto de los gobiernos para inmovilizar.
Sin embargo, frente a la indignación que causa la violencia y que lleva a diversos sectores a querer actuar para terminarla, como en estas tomas, hacemos un llamando a la comunidad universitaria a rechazar todo intento de represión por parte de las autoridades contra la juventud que se siente afectada y que además se enfrenta a un montón de problemáticas como la precarización, diversos tipos de violencia, exclusión y deserción educativa, el hostigamiento policial, entre otras.
Otros métodos de lucha
¿qué métodos pensamos que serian los correctos?
Consideramos que debe promoverse la más amplia democracia, llamando a asambleas para decidir qué acciones se deben tomar, además, como nos lo han demostrado diversos esfuerzos organizativos, es posible realizar asambleas virtuales para involucrar a estudiantes, trabajadores y profesores. De modo que se construyan organizaciones amplias que discutan diversos temas como la propia violencia de género, la precarización laboral de los profesores y trabajadores, los planes y programas de estudio, la distribución del presupuesto y las becas, la deserción escolar y el plan de acción necesario para que la voluntad de las comunidades se imponga al autoritarismo de los regímenes universitarios.