Han pasado 30 años del terremoto que cimbró a la Ciudad de México y que exhibió la explotación laboral, las condiciones paupérrimas y de inseguridad en las que miles de mujeres trabajaban en las maquilas y que dejaron ahí su vida. Sin embargo, a pesar de la conmoción que causó, actualmente esas condiciones son peores.
Martes 22 de septiembre de 2015
74 mil mujeres son explotadas y trabajan en condiciones deplorables
La tragedia que se vivió aquel 19 de septiembre de 1985 dejo más de 600 costureras muertas. Pero no sólo el terremoto arrancó vidas; en la actualidad y a diario también lo hacen los empresarios -con sed de ganancia- al imponer jornadas laborales extenuantes de 10 a 12 horas diarias y que dejan como testigo enfermedades asociadas a sus labores. Sin acceso a atención médica, las trabajadoras mueren o son desechadas cuando ya no pueden laborar.
Aún se oculta la esclavitud laboral y las prácticas denigrantes a las que son sometidas en este gremio: por ejemplo, no les dan un horario de comida ni de descanso acorde a las horas laboradas, las obligan a usar pañales para evitar “perder tiempo al ir al baño”, les pagan por destajo labores desgastantes, aumentan la carga de trabajo en menor tiempo, las despiden si están embarazadas, sufren un constante acoso sexual condicionando los permisos y amenazando con dejarlas en la calle si se niegan.
Además de esto, las intimidan con ingresarlas a una “lista negra” que se comparte entre empresas para evitar que sean contratadas en el futuro, las someten a “revisiones para evitar robos” y las dejan encerradas sin importar que mueran dentro de la fábrica; en fin, una lista inacabable de atropellos.
Actualmente 27% de los trabajadores formales se concentran en la industria manufacturera. Según datos del INEGI (2014) 74 mil 26 son mujeres y perciben menos de dos salarios mínimos diarios. En muchos casos son cabezas de familia y no cuentan con estudios que les abran las puertas de otros sectores, por eso entran a fábricas o talleres clandestinos. En estos últimos no hay instalaciones adecuadas, las emplean de manera temporal y sin contrato, así los dueños evitan dar prestaciones y evaden demandas al no poder comprobarse la relación laboral. Para el 2014, 19,255 mujeres sufrieron accidentes de trabajo en el rubro de empleados de servicios de apoyo a la producción.
Empresas se quedan con las ganancias y las trabajadoras con la crisis
En 1998 la industria entró en crisis con la entrada de contrabando barato y para evitar perdida de ganancias se implementaron despidos masivos sin liquidación, afectando mayoritariamente a personal femenino. Quienes no son despedidas enfrentan recortes al salario, en otros casos las cesan antes de su jubilación para no pagar pensiones.
Otra estrategia de las empresas ante la competencia es desplazarse a distintas regiones para incrementar sus ganancias: cierran la fábrica, sacan la maquinaria y se instalan en un nuevo sitio, siendo las poblaciones pobres los destinos favoritos de explotación.
Un gran problema es que la mayoría de los patrones se arman con sindicatos “charros” para evitar la organización de los trabajadores y mantenerlos sometidos.
Los gobernantes son cómplices, incluso entablan relaciones de negocios con los dueños, sin dudar en apoyar con fuerzas represivas cuando los trabajadores deciden manifestar sus inconformidades y demandar derechos mínimos.
La secretaría de Trabajo hace caso omiso a las violaciones a La Ley Federal de Trabajo, no realiza inspecciones en los centros de trabajo y alarga juicios favoreciendo a los patrones.
Una misma lucha que debe triunfar
Las costureras de Maquilas Cartagena decidieron iniciar una huelga el 25 de junio del 2013, exigiendo al patrón Ernesto Kuri Serur el pago de sueldos y liquidaciones, producían prendas para marcas como Paco Rabanne y Nina Ricci, percibiendo de 100 a 200 pesos a la semana (trabajando horas extras y trasladándose a otras fábricas para lograr la meta de producción y adiestrar a nuevas trabajadoras). Esto fue hecho bajo el argumento de que “no había dinero”, además Kuri S. al cambiar constantemente la razón social las dejó sin servicio del IMSS. También las dió de baja en el Infonavit y el Sistema de Ahorro para el Retiro, cuando muchas han trabajado ahí por más de 30 años.
Trabajadoras de la transnacional Sandak generaron por años ganancias millonarias fabricando calzado para marcas como Bubble Gummers. En 2010 la fábrica se declaró en quiebra y cerró, por ello decidieron emplazar a huelga y evitar que vaciaran la planta. No obstante, han tenido que enfrentar los amedrentamientos de la patronal y del gobierno local de Calpulalpan en Tlaxcala, donde una trabajadora murió a causa de golpes recibidos tras un intento de desalojo del campamento y desde el pasado 17 de agosto Gustavo Labastida Adriano (secretario general del sindicato), se encuentra preso, imponiéndosele fianza de 43 millones de pesos.
Por un movimiento en las calles
Son estas mujeres quienes sufren duramente la precarización laboral y opresión. Se ven obligadas a salir y regresar a sus hogares en horarios en los que no ven la luz del sol, recorren largos trayectos en medio de la inseguridad y son las que han nutrido redes de trata e innumerables listas de desaparecidas y asesinadas. Alejandra Toriz integrante de Pan y Rosas impulsora de la campaña #NiUnaMenos, manifiesta que los feminicidios también son crimen de Estado, “se dan por las condiciones estructurales y según datos oficiales en México 7 mujeres son asesinadas al día”.
Por lo que hace el llamado a levantar un gran movimiento en las calles que pelee contra todos los abusos de la patronal y contra la violencia hacia las mujeres desde una perspectiva independiente. Enfatizando en la necesidad de la organización para exigir mejores condiciones de trabajo y denunciar el acoso laboral y sexual que se vive a diariamente en los centros de trabajos, la cual es el resultado de este sistema de opresión y explotación capitalista, contra el cual hay que luchar y derrotar para garantizar los derechos de los y las trabajadoras.