Una crítica de la película que repasa la historia de la célebre banda californiana estrenada por Netflix.
Viernes 12 de abril de 2019 15:03
El viernes 22 de marzo se estrenó en Netflix y para todo el mundo de manera simultánea la nueva película sobre la historia de Mötley Crüe, una de las bandas de la escena californiana más influyentes del rock internacional -sin dudas-, desde comienzos de los ochenta hasta nuestros días.
En el año 2001 salió a la luz el libro The Dirt: Confessions of the World’s Most Notorious Rock Band (“Lo Sucio: Confesiones de la banda de rock más notoria del mundo), realizado por los cuatro miembros originales: el baterista Tommy Lee, Nikki Sixx -el de las cuatro cuerdas-, el guitarrista Mick Mars, y el vocalista Vince Neil. Para aquel libro contaron con la dirección y redacción del afamado y controvertido periodista oriundo de Chicago Neil Strauss, quien de alguna manera se puso el proyecto al hombro y ordenó todas las ideas y los alocados momentos de los integrantes de la banda para que puedan ser plasmadas en un texto.
De igual manera se realizó esta película, titulada simplemente The Dirt, dirigida principalmente por Jeff Tremaine, uno de los directores del show televisivo Jackass y co producida por los propios miembros de Mötley Crüe. Por lo tanto, podríamos afirmar -o deberíamos suponer- que cada una de las cosas que este film nos quiere mostrar sucedió realmente. Toda esta información está chequeada y es recreada por actores, de acuerdo a cómo los miembros de la banda nos la cuentan en su libro.
El cantante Vince Neil es interpretado por el actor Daniel Webber, mientras que el rapero Machine Gun Kelly encarna al baterista Tommy Lee; por su parte, Douglas Booth personifica al bajista Nikki Sixx, quien cuenta la historia en primera persona. El multifacético Iwan Rheon (de Games Of Thrones) le da vida al guitarrista Mick Mars.
Más ruidosos que el infierno
Al igual que otras, The Dirt es una nueva película sobre las excentricidades de una banda de rock que durante un tiempo determinado conoció la fama, estuvo en la cima y -al igual que a todo el mundo- le tocó bajar. Un pasaje por diferentes cuestiones personales que llevaron a los Mötley Crüe por caminos sinuosos pero sin embargo, pese a todo eso, lograron sobreponerse y sobrevivir a la maldita industria del rock.
Pese a recurrir a ciertas obviedades, el director Jeff Tremaine se encargó de mostrar ciertas cosas, en la mayoría de las escenas, de la manera más cruda posible y con la menor cantidad de censuras: excesos de consumo de cocaína y alcohol, sexo en lugares públicos, y violencia que mucha veces se daba en el ámbito interno y privado de la banda. Tal como lo podríamos encontrar en el libro, tal como los miembros protagonistas de esos momentos lo contaron. La idea principal de la película no es la trama en sí -que mucha gente ya conoce incluso- sino exponer la historia de la manera más cruda y burda posible, al igual que ellos lo contaron cada vez que tuvieron oportunidad en los diferentes medios de comunicación a nivel internacional.
No se trata únicamente de una película más para resaltar los valores y la buena publicidad del “rockstar” aunque este sea egocéntrico y misógino como en la mayoría de los casos. Esta vez, pareciera que por fin se intenta ir un poco más allá: mostrar incluso desde los momentos más dolorosos en la historias de cada uno, en los que tal vez no se detuvo la prensa de aquellos años, como también muchas de aquellas cuestiones de las que los miembros de la banda aseguran arrepentirse totalmente de haber hecho o dicho, situaciones que los llevó desde sentirse idiotas, hasta totalmente vulnerables y deprimidos: por ejemplo, el maltrato psicológico a una mujer por el solo hecho de sentirse “una estrella de rock” y creer tener derecho para hacerlo. Eran tiempos en los que la sociedad en general no se detenía a pensar en estas cosas.
Sin embargo en el caso de Mötley Crüe se daba una situación peculiar, no podríamos determinar bien el por qué, si por encono personal o “cuestiones de piel”, o porque vendían bien las noticias sobre su círculo íntimo: siempre fueron objeto de crítica en casi todo sentido y la prensa los perseguía estoicamente para tener alguna primicia sobre algún hecho de violencia o exceso, actitud que no tenían con otros artistas de la época o de otros estilos. Circularon miles de imágenes y videos de Tommy Lee, Nikki Sixx o Vince Neil peleando a las piñas con algunos periodistas amarillistas, o con alguna otra persona que se cruzaba por su camino.
Tiempo para un cambio
Es evidente que los tiempos cambiaron, hoy podemos ver las cosas y tener acceso a la información con tan solo un click. Pero sin dudas, en esta sórdida película y bastante realista, aunque tenga sus momentos cómicos en los que hasta se puede generar cierta empatía con los personajes, podemos apreciar muy bien la historia y separar las cosas buenas de las cosas malas.
Por aquel entonces, el maltrato e incluso desprecio hacia la mujer eran moneda corriente en el ambiente del rock. No era criticado ni mal visto, ni por los pares, ni por los medios de comunicación. Hoy en día estas cuestiones cambiaron, o están empezando a cambiar, gracias a las luchas y movimientos que se dan a lo largo y a lo ancho del planeta. Podríamos decir que el paradigma respecto a esto está en pleno cambio y, sin dudas, al ver una película como esta discrepamos, analizamos, debatimos y vemos cosas que antes simplemente no.
Es importante hacer esta salvedad, porque al menos la mitad de las vicisitudes que la banda vivió en aquellos años, hoy tendrían una condena social que afectaría de forma directa a su “negocio” o “empresa”; también podrían haber estado bajo arresto o haber afrontado algún que otro juicio en muchas ocasiones y por diversas causas. Lo importante es entender los diferentes contextos, lo que pasaba, por qué pasaba, y por qué ahora no. Tal cual lo hicieron ellos mismos al momento de emprender una autobiografía. Por supuesto que la película es recomendable.